La pandemia ha acelerado el negocio de grandes compañías tecnológicas y de telecomunicaciones, pero esa creciente demanda por los servicios de internet también tiene una cara oscura: la escasez mundial de cables de fibra óptica. En los últimos meses, la dificultad para acceder a los componentes de esta infraestructura ha disparado los precios y amenaza con poner freno a la creciente digitalización de varios países. ¿Cómo está afectando esta problemática a España?

Europa, junto a China y la India, se sitúan como las regiones más golpeadas por la escasez de este material crucial para la industria. El precio de la fibra se ha disparado hasta un 70% desde los mínimos de marzo del 2021, según un estudio de la firma Cru Group, lo que puede mermar los planes de despliegue y la conectividad global.

Por un lado, los expertos atribuyen la escasez de fibra óptica a un fuerte aumento de la demanda, que ha crecido por encima de un 8% interanual a causa del bum de las conexiones forzado por la crisis del COVID-19. Por el otro, a la falta de componentes clave en la fabricación de este tipo de cables como el helio o el tetracloruro de silicio. El precio de ambos materiales se ha disparado un 135% y un 50% respectivamente, según el mismo estudio. Esa problemática se ha acentuado con la inflación acelerada tras la invasión rusa de Ucrania. “En mi carrera profesional nunca he visto nada parecido a esta crisis inflacionaria” ha explicado al Financial Times Wendell Weeks, director ejecutivo de Corning, el mayor productor mundial de fibra óptica.

El problema puede causar estragos en Grecia, Bélgica, Austria y Alemania, donde la cobertura de fibra óptica es aún escasa. En España el impacto está siendo más limitado, pues su digitalización va muy por delante de la de sus vecinos europeos. Así, es el segundo país del continente con una mayor penetración de fibra óptica, del 68,4% de la población, solo por detrás de Islandia. España es también el tercer país con más penetración en las áreas rurales y el segundo mercado que crece más rápido, según varios informes de FTTH Council Europe, la asociación que reúne a la industria. Las líneas activas alcanzaron los 13,2 millones el pasado mayo, según datos de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

La fibra óptica es esencial para garantizar la digitalización de las sociedades y acelerar una economía cada vez más dependiente de la red. La promesa del 5G, que permitirá una conectividad ultrarrápida de miles de dispositivos móviles de forma simultánea, o la llamada industria 4.0 se sustentan en esta arquitectura digital. “A corto plazo no habrá problema, pero a medio plazo el encarecimiento afectará a los nuevos despliegues de fibra”, advierte José A. Lázaro, profesor de la Escola Tècnica Superior d’Enginyeria de Telecomunicacions de Barcelona.

Actualmente, el 77,6% de las líneas de fibra óptica desplegadas en España las concentran los tres grandes operadores: Movistar, Orange y Vodafone. En los últimos años, el Gobierno ha aportado ayudas millonarias a esas compañías para acelerar el despliegue de cableado y hacer llegar la conexión a internet de banda ancha a todos los rincones del territorio.