La Opinión de A Coruña

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La ‘ley rider’ cumple un año en vigor con un sector en rebeldía que se desinfla

Glovo sigue con una flota de autónomos y Uber Eats anuncia que seguirá un camino similar tras el verano | Frágil intento de los supermercados fantasma de instalarse en España

Un repartidor. | // JOAN CORTADELLAS

El 12 de agosto de 2021 acabó el periodo de gracia que concedió el Gobierno a las empresas del sector de reparto a través de plataformas digitales para que reordenaran su operativa y cumplieran con la ley rider. Casi un año después de la entrada en vigor de una de las normas de la que más se enorgullece —con permiso de la reforma laboral— la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, la principal referencia del delivery, Glovo, sigue operando con una flota eminentemente formada por repartidores autónomos. Ante la indignación de sus competidores, que ha llevado a Uber Eats, que había denunciado a Glovo, a anunciar que ofrecerá tras el verano la opción de hacer repartos por cuenta propia, sin necesidad de estar contratado por una flota. Trabajo ya ha anunciado que será “implacable” con los incumplimientos de la norma.

Más de seis meses negociaron el Ministerio de Trabajo, la patronal y los sindicatos una ley que recogiera las múltiples sentencias —Supremo incluido— que indicaban que las plataformas digitales de reparto estaban operando en fraude de ley al sustentar su flota en riders autónomos. De esas conversaciones acabó derivando una norma de un folio que estipula que las apps debían contratar como asalariados a sus repartidores. Esa presunción de laboralidad la integraron todas las empresas del sector salvo una: Glovo.

El unicornio de origen barcelonés decidió que no iba a cambiar su modelo laboral y que el grueso de su flota seguiría siendo de autónomos. Y casi 365 días después de entrar en vigor la norma sigue igual. Un modelo que le otorga una ventaja competitiva respecto al resto de actores que se quedaron en el mercado español. Deliveroo se fue, pero Uber Eats, que ha decido emprender un camino similar al de Glovo, y Just Eat se quedaron para disputarle el pastel.

El problema de quienes no recurren a los falsos autónomos es que le faltan manos para repartir en sus flotas, ya que el modelo de Glovo le permite dar mejores pagas a los riders con lo que se ahorra en cotizaciones de Seguridad Social. “¿Debemos seguir el ejemplo de Glovo y trabajar con autónomos para poder competir en igualdad de condiciones?”, le preguntó en marzo por carta la directora general de Uber Eats en España, Courtney Tims, a la vicepresidenta Díaz. “Hace un daño tremendo a la competencia libre y justa”, se quejó en un encuentro con periodistas en junio el director general de Just Eat en España, Patrik Bergareche, tal como recogió eldiario.es.

Operar con autónomos le permite a Glovo tener muchos más repartidores disponibles —a los que no les asigna pedidos no les tiene que pagar— y eso le ha llevado a ganar cuota de mercado a la vez que sanciones que pueden llegar de la Inspección de Trabajo. Sanciones, no obstante, que no le serían notificadas hasta dentro de varios meses y que, vía recursos, pueden demorarse años.

Y es que Inspección de Trabajo no pedalea al mismo ritmo que Glovo y actualmente está finiquitando actas de sanción previas a la ley rider. Y, pese a que la policía laboral ha endurecido sus sanciones por reiteración y que los directivos de Glovo podrían llegar a afrontar delitos contra los derechos de los trabajadores, de momento la compañía sigue operando con autónomos.

La entrada en vigor de la ley rider no supuso un freno a la inversión internacional en el sector del delivery, en contra de lo que sus detractores pontificaron. Varias firmas han desembarcado en el último año en España para disputarse el pastel del reparto a domicilio, concretamente el de los supermercados fantasma.

Conocidos en inglés como dark store, estas empresas hacen dinero llevándole a casa a los consumidores la compra del súper en minutos. Para ello tienen repartidos por la ciudad almacenes (los súper fantasma), donde no entra el público y sirven a los riders para cargar sus paquetes. Getir (de capital turco), Gorillas (alemán), Rocket (ucraniano), Dija (británico) o Gopuff (estadounidense) desembarcaron tras la entrada en vigor de la ley rider y tan rápido como aterrizaron se están yendo por falta de rentabilidad y tras cortarse, a nivel internacional, el grifo del capital.

Getir sigue operando pero ha despedido a trabajadores y ha contenido su expansión. Gorillas ha cerrado un ERE de casi 300 trabajadores y estudia cómo salir de España. Rocket y Dija ya vendieron sus operativas y Gopuff acaba de cerrar un ERE de 188 personas. Tras desinflarse la burbuja dark store, el actor que resiste para quedarse con todo este mercado —además del de comida de restaurantes a domicilio— es Glovo.

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