La ley de teletrabajo cumple dos años de vigencia en España y solo el 9% de los empleados está cubierto por un convenio que regula específicamente dicha práctica. El fin de las restricciones covid ha reducido el porcentaje de trabajadores que habitualmente ejercen desde su casa, aunque este casi triplica los niveles previos a la pandemia. Si bien en el último año el número de empleados cubiertos por un acuerdo de trabajo a distancia se ha multiplicado, la crisis de precios le juega en contra ya que está bloqueando gran parte de los acuerdos vía negociación colectiva. Estos arraigan con mucha más fuerza en las grandes empresas, entre los trabajadores altamente cualificados y con mejores salarios y con una media de edad entre 35 y 54 años, frente a sectores más precarios que quedan ajenos de los beneficios del teletrabajo. 

¿Vino el teletrabajo para quedarse tras la pandemia? Sí, pero su extensión va a menor ritmo de lo esperado por algunos, según coinciden las fuentes consultadas para este reportaje. En octubre de 2020, el Ministerio de Trabajo rubrica un acuerdo con patronal y sindicatos para una nueva ley de trabajo a distancia, bajo la máxima de que los costes de dicha práctica no pueden recaer en los bolsillos de los empleados y que las empresas deben proveerles de los medios necesarios. En Octubre de 2021, el 3% de los empleados está cubierto por un convenio colectivo en vigor que regula los derechos del trabajo a distancia. Octubre del 2022, el 9% de los empleados teletrabaja reguladamente, según datos facilitados a EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica, por el Ministerio de Trabajo. 

Dicho porcentaje se eleva hasta el 12% si se toman como referencia los datos de la última encuesta de población activa (EPA) del INE. Según cálculos del Banco de España, los niveles de teletrabajo tienen campo por recorrer y casi tres veces más empleados podría ejercer desde sus casas si todas las empresas que pueden ofrecer esta modalidad lo hicieren. Las reticencias de las empresas para asumir nuevos costes es el principal argumento que dan las fuentes consultadas para explicar el lento avance del trabajo a distancia. 

Y es que en muchas empresas, especialmente entre las pymes, se practica el “trabajar desde casa, que no el teletrabajo”. Con este eufemismo se refiere un gestor consultado por este medio para explicar la implantación de esta modalidad organizativa entre las pymes. Y es que la norma solo obliga a las empresas a regular por escrito el trabajo a distancia si este supera el 30% de la jornada semanal del trabajador. Es decir, si trabaja cinco días a la semana y uno de estos lo hace desde casa, no hace falta que firme papel alguno que contemple un plus para el trabajador con el que costear el gasto extra en electricidad, el wifi o la pantalla, el ordenador y la silla ergonómica.

"Intentar introducir rigideces en la negociación colectiva conlleva que las empresas apliquen el criterio de prudencia y no se maximicen las posibilidades del teletrabajo. Hace falta autocrítica para explicar dónde estamos, pero optimismo responsable para proyectar ahora más y mejores soluciones", afirma el secretario general de PimecJosep Ginesta.

Y otro lastre a la extensión del teletrabajo se explica por las propias resistencias de parte de los trabajadores. "Venimos de una cultura empresarial un tanto retrógrada, en el que el presentismo todavía pesa mucho. Antes del covid esta era una práctica muy poco democratizada y el confinamiento aceleró su difusión. Aunque dejó dos contrastes muy polarizados. Unos trabajadores probaron las mieles del teletrabajo y ya no conciben no practicarlo unos días a la semana. Y otros acabaron muy quemados y no quieren saber nada", apunta la directora del máster en recursos humanos de EAE Business School, Maite Moreno. Y es que la práctica del trabajo a distancia deja paradojas como las que constata una reciente encuesta de la cotizada alemana Nfon. Según esta, el 28% de los trabajadores se quejan de que ejercer desde casa les implica echar más horas. Y, a la vez, el 36% de los encuestados afirman tener más tiempo para pasar en familia. 

Desigualdad a distancia

Los trabajadores de Audi pueden trabajar los días que quieran desde casa a partir de este 1 de octubre. La firma del grupo Volkswagen pactó con los sindicatos un acuerdo pionero que concede la máxima flexibilidad para el teletrabajo a sus 1.500 empleados de oficinas. Por otro lado, la dirección de Tesla decidió que el trabajo a distancia quedaba terminantemente vetado para sus empleados tras el fin de las restricciones covid. El modelo más habitual adoptado entre las empresas no es ni uno ni otro y se encuentra en un término medio, popularmente conocido como el ‘3+2’. Tres días en la oficina, dos desde casa.

Las grandes corporaciones fueron las primeras que tras la ley de teletrabajo fueron oficializando sus acuerdos adaptados a la misma. Telefónica, Ikea, BBVA, Seat… incluso la administración pública ha apostado por ese ‘3+2’. “Hay muchas empresas con sedes en la zona alta de Barcelona que apostaron rápidamente por el teletrabajo porque así podían trasladarse a instalaciones más pequeñas, con menores alquileres y ahorrarse mucho dinero. Pagar una compensación a sus empleados para que teletrabajaran les ha salido a cuenta”, explica la secretaria de política sindical de UGT de Cataluña, Núria Gilgado

No obstante, entre las pymes los acuerdos de teletrabajo se les están resistiendo a los sindicatos por la reticencia de las patronales a aceptar condiciones que les supongan mayores gastos. Por ejemplo, actualmente los agentes sociales están negociando el convenio de oficinas y despachos de Barcelona, que cubre a unos 200.000 trabajadores, y en el que ultiman un pago compensatorio por día de ejercicio a distancia.  

Y esas resistencias, sumadas al incremento de costes de los suministros que todos los hogares están notando actualmente, está generando un acceso desigual al teletrabajo. Los empleados con mejores salarios pueden permitírselo –ya sea porque negocian con la empresa, ya sea porque asumen ellos el coste-, mientras aquellos con nóminas más bajas no. "Si el encarecimiento de precios continúa así, muchos trabajadores volverán a la oficina para no tener que pagar más de electricidad o de calefacción este invierno", apunta Gilgado. "Ya pasó algo similar este verano, cuando dadas las altas temperaturas hubo empleados que veían en la oficina un refugio climático", coincide la directora del máster en recursos humanos de EAE Business School.