Tres décadas en Alu Ibérica para acabar en el limbo

Cuatro trabajadores de la aluminera explican su situación: han sido despedidos, no cobran las indemnizaciones y se les acaba el paro

Cuatro empleados de Alu Ibérica, ayer a las puertas de la fábrica.   | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA

Cuatro empleados de Alu Ibérica, ayer a las puertas de la fábrica. | // CASTELEIRO/ROLLER AGENCIA / Manolo Rodríguez

Manolo Rodríguez

Manolo Rodríguez

De los casi 300 trabajadores que fueron despedidos hace casi un año de Alu Ibérica, una gran mayoría pasa de los 50 años. Llevan más de media vida sacando aluminio de la planta de Agrela. Es el caso de Carlos, 42 años en la empresa; César, 33 o Francisco y José Luis, 32 cada uno. Ante ellos se presenta un horizonte oscuro. “¿Qué futuro tengo yo con 55 años”, se queja José Luis Lorenzo delante de la puerta de la fábrica por la que entró durante las últimas tres décadas.

La plantilla de Alu Ibérica dio a principios de abril del año pasado su conformidad al acuerdo con Alcoa, por el que aceptaron renunciar a la vía judicial contra la compañía a cambio de que la multinacional abonase las indemnizaciones para el conjunto de los trabajadores.

El acuerdo recoge una indemnización para cada uno de los 295 operarios de 60 días por año trabajado sin límite de años hasta julio de 2021 y 10.000 euros para cada uno Pero el conflicto se ha enquistado, está parado en el Tribunal Supremo por la denuncia de 17 compañeros y aún no han visto el dinero que acordaron. Además, el paro se les acaba en noviembre. De los dos años que les corresponden, ya han consumido 16 meses porque desde noviembre de 2021 a mayo de 2022 —mes en el que fueron despedidos— estuvieron en ERTE. No ven salida a su situación y aseguran estar en un limbo.

“Hay familias de mis compañeros que lo están pasando muy mal”

Carlos Bieito es uno de los trabajadores que más tiempo ha estado en Alu Ibérica: 42 años. “Toda una vida viviendo de todo. Lo que pasa es que ahora, al final, lo que vemos es que, como siempre, en todas las empresas, los trabajadores, somos lo último que hay”, apunta Bieito, quien insiste en que “todos son trampas, todos son caramelos que te doy, caramelos que te quito. Todo es una trampa. Desde los políticos, desde arriba hasta abajo. Es un engaño total”. Carlos Bieito tiene 63 años y, como reconoce, está en “una situación privilegiada” con respecto a muchos de sus compañeros. “Hay familias de mis compañeros que lo están pasando muy mal. Se ven en el paro con una familia que mantener y no dan”, alerta. Sobre el interés de Resonac por comprar la aluminera, el trabajador explica que “ahora la fábrica está en un proceso de venta y no se vende tampoco por 45 millones, lo cual quiere decir que ahora la fábrica de al lado [por Resonac] va a querer pagar un euro o dos por la planta y los trabajadores nos vamos a quedar con una mano delante y otra detrás. Visto lo visto no vamos a cobrar ni un duro. Al final estamos engañados por todos”.

“En noviembre se nos acaba el paro y no sabemos qué vamos a hacer”

Más de tres décadas, 32 años, ha trabajado Francisco Abuin en la planta coruñesa. “Casi toda una vida. Empezó mi padre y yo soy la segunda generación”, asegura a las puertas de la planta. Fue despedido, como el resto de sus compañeros, en mayo del año pasado. “Tenemos paro hasta noviembre. Y a partir de ahí acabamos y nos quedamos en un limbo”, se lamenta. Sobre la posibilidad de que el problema se solucione no lo tiene claro. “En julio dijeron que ya estaba todo y al final nada. Las cosas de la Justicia van despacio”, reconoce. “Yo por mi edad lo tengo más o menos claro lo que voy a hacer. Pero hay mucha gente de 45 o 50 años que esa sí que está en un limbo y lo tiene un poco más duro”, afirma. Al igual que con el pago de sus indemnizaciones, la posibilidad de que Resonac (Showa Denko) compre la planta tampoco lo ve claro. “Yo ya no me creo nada. Aquí ya vino Feijóo en su momento y nos prometió que se iba a arreglar. Después vino Rueda y dijo lo mismo. Y aquí seguimos igual”, asegura Abuin. Sobre el interés de Resonac es claro: “Se cansan de medir. Tienen la fábrica medida por todos los lados, por arriba, por abajo, por dentro... Hay gente ya metida ahí de Alu Ibérica, el que estaba aquí en Jefatura. Lo tienen todo controlado”.

“Tengo 55 años. ¿Qué futuro tengo yo con esta edad? ¿A dónde voy?

“Llevo 32 años en la empresa y esto es un cachondeo porque en su día las administraciones avalaron la venta delante de nuestros representantes sindicales y al final nos han dejado en la estacada”. José Luis Lorenzo está indignado con la situación que vive él y sus casi 300 compañeros. No cobran las indemnizaciones pactadas y el paro se les acaba. “Tengo 55 años, estoy en el paro, me quedan seis meses y no sé lo que va a pasar. ¿Qué futuro tengo yo con 55 años? ¿A dónde voy?”, se pregunta. Además de las administraciones, Lorenzo también tiene palabras muy duras para el administrador concursal. “Nos hemos enterado que ha habido empresas que han ofertado dinero por Alu Ibérica y les ha dicho que no. Ahora ya estamos en la última fase en la se puede trocear la empresa y nosotros estamos viendo que esto es una especulación gravísima. Tampoco ha hecho nada por el futuro de la empresa. Y cobra 600.000 euros al año. Y aquí los únicos sufridores de esta situación somos los trabajadores que vamos a cumplir ya pronto dos años en el paro y no hemos recibido ni la indemnización, ni el despido, ni nada. Nos encontramos con una mano delante y otra detrás sin puesto de trabajo y sin dinero”, se queja.

“Después de 33 años en Alu Ibérica es difícil conseguir otros empleos”

Al igual que sus compañeros, César Llera también está en el paro después de ser despedido en mayo pasado tras 33 años en la empresa. Y su futuro laboral lo ve complicado. “Es difícil ahora mismo encontrar trabajo cuando no tienes una especialización. Después de 33 años aquí es difícil conseguir otros empleos. Y la situación tampoco es que sea de que haya mucho empleo”, afirma. Sus primeras críticas sobre la situación que vive son para las administraciones: “Nos sentimos abandonados por las administraciones. Ha habido políticos que se han puesto detrás de nuestra pancarta, nos han pasado el brazo por encima del hombro, nos dijeron “tenéis todo nuestro apoyo”, pero a nivel general, no quiero personalizar en ninguno, nos han abandonado. En el Ayuntamiento recibimos el apoyo de todas las fuerzas políticas que después no se trasladó a la realidad”. También se queja de Alcoa. “Desde el minuto uno parece que nos quisieron engañar. Entiendo que si en su momento no tenía intención de vender, que su idea era liquidar, hubiese sido mucho más honrado decir “señores, no encontramos una empresa solvente. Vamos a dar las indemnizaciones que se pactaron en su momento y aquí paz y después gloria’, pero no fue así”, reconoce.

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