Costes de producción y mala cosecha lastran el impacto de la rebaja del IVA

La medida del Gobierno para mitigar el efecto de la inflación de los alimentos llega al ecuador sin haber alcanzado su objetivo | El IPC se situó en el 15,5% en enero y el 16,7% en febrero

Costes de producción y mala cosecha lastran el impacto de la rebaja del IVA

Costes de producción y mala cosecha lastran el impacto de la rebaja del IVA / paula Clemente

Paula Clemente

“El Gobierno va a asegurar, como ya hicimos con la energía y también con las subvenciones a los combustibles, que las rebajas del IVA y las ayudas a los agricultores se trasladan de forma directa e inmediata en los precios de los alimentos”. Es 27 de diciembre y el presidente, Pedro Sánchez, comunica que va a dejar sin IVA (tipo del 0%) todos los alimentos de primera necesidad gravados al 4% y que bajará el de la pasta y el aceite, del 10% al 5%. La medida está pensada para durar seis meses o hasta que la tasa interanual de la inflación subyacente (excluye los elementos más volátiles como la energía y los alimentos no elaborados) baje del 5,5%; pero, tres meses después, justo a mitad de camino, todavía parece lejos de lograr su objetivo.

Como primera muestra, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que sitúan el encarecimiento de precios de la alimentación en un 15,5% en enero y en un 16,7% en febrero. La cifra de marzo aún no es pública, pero el dato avanzado del Índice de Precios al Consumo (IPC) desvelaba el jueves que la inflación general ha avanzado un 0,4% en comparación con el mes previo, un incremento que, aunque menor, no augura buenísimas noticias. La inflación subyacente sigue elevada, tras bajar del 7,6% al 7,5%, lejos del 5,5% que provocaría que se levantaran las medidas. El último análisis de la evolución de precios elaborado por Kantar y presentado esta semana en el Observatorio de la cadena alimentaria, corrobora esta previsión negativa. En la primera quincena de marzo, de una treintena de alimentos y bebidas, solo se abaratan el aceite de girasol y, muy ligeramente, los cafés e infusiones. De acuerdo con estos datos, siguen disparados de precio los huevos, la carne, los lácteos, la bollería, el aceite de oliva, la fruta, las hortalizas, la cerveza y los zumos, unos incrementos que, de media, sitúan el alza de precios en el 16,1%.

También el centro de políticas económicas de Esade publicó el jueves un análisis que identifica que el grupo de alimentos afectados por la rebaja del IVA bajó de precio la semana posterior a la entrada en vigor de la medida, pero que este indicador ha ido recuperándose hasta situarse prácticamente al mismo nivel que a finales de 2022. Los economistas del informe van más allá y acusan al Gobierno de destinar indirectamente más dinero público a las familias de más renta con esta decisión.

“El Gobierno empezó con medidas inadecuadas: topar el precio de los alimentos estaba fuera de lugar, poner impuestos a las grandes superficies, también, porque cuando el problema es de costes, hay que ir a los costes, no castigar a los productores o vendedores”, articula el presidente de la Comisión de Economía Agroalimentaria del Colegio de Economistas de Cataluña, Francesc Reguant. “Las segundas [la bajada del IVA y el bono para los hogares con rentas bajas] están más orientadas al problema, lo que ocurre es que al dejar fuera la carne y el pescado ha faltado intensidad”, opina el experto, en referencia a que todo esto tiene un impacto directo en las arcas públicas.

En cambio, en el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación está convencido de que es una cuestión de tiempo. “La previsión es que el esperado descenso de los precios será de una forma paulatina: por las peculiaridades del funcionamiento de la cadena del valor alimentaria, las variaciones en los precios de la energía y de costes de producción se producen a lo largo del tiempo”, profundizan.

A su juicio, hay razones para pensar que los precios irán bajando: ya han comenzado a bajar los costes de la energía, los piensos y los fertilizantes (juntos suponen el 70% de los costes de producción agraria); o que los índices de precios de los alimentos de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) están descendiendo en los últimos meses.

Además, atribuye el repunte inflacionista de febrero a las adversidades climáticas. “El frío de finales de enero y principios de febrero hizo que hubiera una menor producción de frutas, hortalizas y legumbres; de hecho, el aumento del IPC se debe principalmente al incremento de los productos frescos”, sostienen fuentes del departamento, que suman que hubo más demanda de Europa por tener Holanda (segundo gran suministrador de frutas y hortalizas en el continente) menguada sus producciones en los invernaderos por el coste del gas.

Reguant coincide en que el escenario es mucho más complejo, y que no va solo de enfrentar los problemas derivados de la pandemia y la guerra en Ucrania, sino también de la gripe aviar, del cambio climático o de la lucha por la sostenibilidad.

[object Object]

La tasa de ahorro de los hogares cayó con fuerza en 2022. La inflación restó capacidad de ahorro a las familias y el final de las restricciones que impuso la pandemia devolvió impulso a determinados gastos de las familias (como en turismo y ocio). Así, el ahorro de las familias cayó en 2022 al 7,2% de la renta disponible bruta anual de los hogares, 6,6 puntos por debajo de la tasa del 13,8% de 2021 y muy alejada del inusual porcentaje del 17,7% alcanzado en 2020, año del confinamiento. Según la estadística de las cuentas trimestrales no financieras de los sectores institucionales publicada ayer por el INE, la renta disponible de las familias logró crecer el 3,57% hasta alcanzar los 817.536 millones de euros. De esta cantidad total, los hogares destinaron a consumo un total de 756.862 millones de euros, el 11,5% más que el año anterior, en un contexto de elevada inflación y del final de las restricciones derivadas de la pandemia. La cantidad destinada al ahorro se limitó a 58.457 millones de euros, apenas la mitad que el año anterior (el 54% respecto al ahorro de 2021) y bastante menos de la mitad que lo ahorrado en 2020, cuando el confinamiento llevó esta cifra a un máximo histórico de 134.543 millones de euros. La estadística del INE desvela que el ahorro global de las familias no fue suficiente para financiar su inversión (vivienda o activos financieros) por primera vez en la última década. Así los hogares registraron una necesidad de financiación de 1.753 millones de euros, que pudo ser cubierta tirando de ahorro acumulado en años anteriores o pidiendo el dinero prestado. La tasa de ahorro de los hogares correspondiente a 2022 (el 7,2% de su renta disponible) no solo se situó lejos de las correspondientes a 2021 y 2020. También resultó por debajo de la del 8,2% de 2019. Si se echa la mirada hacia más atrás, sin embargo, la tasa del 7,2% está en línea con la media del resto de los últimos diez años.

Suscríbete para seguir leyendo