Sector financiero
¿Por qué se va de CaixaBank José Ignacio Goirigolzarri?
Uno de los argumentos que explican personas que conocen a Goirigolzarri, un prestigioso y curtido ejecutivo de la banca surgido del antiguo Banco Bilbao y luego puntal en el BBVA, es el de "fin de etapa" o de ciclo tras consumarse con éxito la absorción de Bankia
Agustí Sala
Uno de los argumentos que se maneja sobre la dimisión de José Ignacio Goirigolzarri como presidente de CaixaBank tiene que ver con que el Banco Central Europeo (BCE) rechaza las presidencias ejecutivas en los bancos, pero en medios financieros se apuntan otros motivos que podrían estar tras esta sorprendente decisión un día antes de la presentación de los resultados del tercer trimestre en una València que se despierta en medio de los ecos de los estragos causados por la DANA y también antes de difundir en noviembre el nuevo plan estratégico de la entidad.
Uno de los argumentos que explican personas que conocen a Goirigolzarri, un prestigioso y curtido ejecutivo de la banca surgido del antiguo Banco Bilbao y luego puntal en el BBVA, es el de "fin de etapa" o de ciclo tras consumarse con éxito la absorción de Bankia, de la que Goirigolzarri (Bilbao, 4 de febrero de 1954) era el presidente desde el 9 de mayo de 2012, así como de su principal accionista, BFA. De hecho, en su día este experimentado directivo, más acostumbrado a la gestión que a ejercer solo funciones de representación, fue captado cuando ya no mantenía presencia activa en la banca tras dejar el BBVA para sanear la Bankia que había dejado el exvicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato.
Goirigolzarri cuenta con atribuciones ejecutivas delimitadas al frente de la entidad surgida de una fusión que comenzó en septiembre de 2020. Una vez iniciada la integración pasó a ocupar la presidencia de la nueva entidad en marzo de 2021, de la que la Fundació La Caixa, a través de su brazo inversor, Criteria, es el principal accionista (30,012%); seguido por el Estado (16,117%) que es el segundo. Las funciones quedaron bien definidas en el proyecto de fusión, con un consejero delegado, Gonzalo Gortázar, procedente de CaixaBank, como número dos y como principal gestor. En el acuerdo de fusión se estableció que Gorigolzarri se ocupaba de las funciones ejecutivas en las áreas de comunicación, relaciones institucionales, auditoría interna y gestión de los órganos de gobierno (lo que significa básicamente el consejo de administración), mientras que Gortázar asumiría el resto de poderes de gestión del banco.
Más peso de La Caixa
La marcha de Goirigolarri allana el camino para que el control de la entidad esté totalmente en manos de su principal accionista, La Caixa. De ahí que su relevo sea Tomàs Muniesa, el único vicepresidente con el que cuenta en la actualidad el consejo de administración de CaixaBank y "un hombre de la casa", del núcleo próximo a Isidro Fainé, presidente del principal accionista del banco, la fundació La Caixa, a través de Criteria. Además Muniesa ejercerá ya de entrada el cargo con funciones no ejecutivas, lo que da más protagonismo al consejero delegado. El consejero deleegado, Gonzalo Gortázar, alabado por Fainé en más de una ocasión en público como directivo de banca, gana peso y poder en la gestión del grupo.
El argumento del BCE tropieza además con la cúpula de los otros dos grandes bancos españoles que cuentan con presidentes con elevadas atribuciones ejecutivas, como es el caso el Santander (Ana Botín); o de BBVA (Carlos Torres Vila), que se encuentra en pleno proceso de oferta de compra (opa) hostil de Banc Sabadell. Tanto el primero, con Héctor Grisi; como el segundo; con Onur Genç, cuentan con consejeros delegados, pero con presidencias con mucho poder ejecutivo. El BCE prefiere presidencias de representación institucional y que el poder ejecutivo recaiga en el consejero delegada. El Sabadell es el que más se ajusta a los criterios del banco central, después de que el presidente, Josep Oliu, cediera funciones ejecutivas al consejero delegado, César González-Bueno en 2021.
Existen además otras variables en el mundo de las torres negras (cuartel general de La Caixa, aunque la sede social se trasladó con el referéndum independentista de 2017 a València, en el caso de CaixaBank; y a Palma de Mallorca, en el de Criteria y la fundació). Estos cambios se producen meses después del desembarco de Àngel Simón, exvicepresidente de Veolia y expresidente de Aigües de Barcelona, como consejero delegado de Criteria. Simón, uno de los hombres de máxima confianza de Isidro Fainé, presidente de este hólding inversor y de su propietaria, la Fundació, ha resucitado el papel de esta compañía, que llevaba unos años adormecida.
Y como brazo inversor del grupo ha diseñado un plan estratégico que pretende elevar el valor de los activos que posee Criteria de los 27.000 millones actuales a los 40.000 millones en 2030. Desde la llegada de Simón, la sociedad inversora ha irrumpido en el capital de Colonial, como primer accionista; en el de ACS, como segundo y como socio de referencia con el Gobierno en Telefónica para paliar los efectos del desembarco de los saudís de STC en el capital de la operadora con el 9,9%, entre otras decisiones. CaixaBank forma parte de las joyas de la corona en esta nueva etapa en la que Criteria no se conforma solo con poseer participaciones sino con tenerlas significativas y además participar en la gestión, pero esta entidad financiera "tiene vida propia", según fuentes conocedoras de las interioridades del grupo.
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