El precio de los alimentos sube otro 1,8% en 2024, y el coste de la vivienda, un 7,4%

Respiran optimistas los analistas macroeconómicos al ver que la inflación vuelve a cotas más estables. La mayoría de instituciones que se la juegan proyectando el futuro creen que esto es un elemento que ayuda, sin duda, a que el español medio siga consumiendo, y el consumo es uno de los factores que más está haciendo crecer la economía española. La cuestión es que esta estabilidad tiene trampa: la vida se ha encarecido un 2,8% en el último año, un porcentaje que parece discreto pero que se suma a tres años consecutivos de subidas. Es decir, que la vida está casi un 20% más cara que a cierre de 2020.

Así lo refleja el dato definitivo del índice de precios de consumo (IPC) que publica mensualmente el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que, este miércoles, corresponde a diciembre. Hace unas semanas, este organismo estadístico ya anticipó una inflación del 2,8% en el último mes de 2024 (y una inflación subyacente, aquella que no tiene en cuenta los elementos que suelen ser más volátiles como la alimentación o la energía, del 2,6%). Ahora confirma el dato, pero también lo pormenoriza.

Es así que podemos saber que los dos elementos que más influyen en una inflación que vuelve a ir al alza (suma cuatro décimas al dato de noviembre) son el precio del transporte (un +0,6%, especialmente por los carburantes, que el año pasado se abarataban) y el universo del ocio y la cultura (+3,2%). También que los gastos relacionados con la vivienda (alquiler, agua, electricidad, gas...) han subido un 7,4% en el último año y que la cesta de la compra lo ha hecho otro 1,8%.

El primero de estos dos incrementos es el más abultado de toda la lista y se relaciona con la subida de los precios de la electricidad, aunque el INE apunta que hay cierto efecto estadístico, puesto que es un indicador que bajaba hace justo un año.

El segundo tiene de bueno que confirma que la crisis inflacionista está controlada en terreno alimentario –el sector llevaba desde 2021 cerrando el ejercicio con encarecimientos inauditos, del 5%, 15,7% y 7,3%, respectivamente, cuando lo habitual antes era no sobrepasar el 1%–, pero significa, también, que el coste de la cesta de la compra sigue subiendo.

Lo hace un 1,8% entre enero y diciembre, es decir, repuntando incluso en una décima el mismo dato presentado en noviembre (+1,7%). Esto significa, al mismo tiempo, que llenar la despensa sale casi un 40% más caro que hace una década, aproximadamente. Por ponerlo gráficamente: una compra que hace diez años costaba 100 euros, ahora son ya 140 euros.

Bajada del aceite... con matices

En cualquier caso, el Ministerio de Economía se queda con la lectura optimista. "La inflación de los alimentos se ha mantenido contenida en los últimos meses y cierra el año en el 1,8%, un punto por debajo de la inflación general –valoran fuentes de este departamento–. Hay que destacar que la inflación de los alimentos se ha desacelerado de forma notable en 2024, cerrando 5,5 puntos por debajo de la registrada en diciembre de 2023. En esta moderación es especialmente relevante la bajada del precio del aceite de oliva, que se redujo un 12,3% en el último año".

Ciertamente, lo es, pues se trata de un producto esencial en la dieta mediterránea que había más que duplicado su precio en comparación con el escenario postpandemia. Que su precio baje ese 12% es buena señal, aunque ahí también hay matices: el primero, que este -12% está lejos de compensar el +120% que acumulaba en octubre, última vez que su precio subió (según el IPC). El segundo, que el producto ha empezado el año con subidas en origen.

En función de los datos de cierre de año, los productos que más suben de precio son, por este orden –y con bastante diferencia respecto al resto–, el chocolate (+23,9%), los zumos de frutas y vegetales (+10,6%) y el pescado fresco (+10%); luego están el cacao (+8,6%), la patata (+7,4%) la carne de vacuno (+7,3%), la carne de ovino y caprino (+7,2) y el café (+7,2%); y cierran esta especie de 'top 10', los aceites que no son de oliva (+5,7%) y los despojos comestibles (+4,4%). En el otro lado de la balanza brillan el azúcar (-13,9%), el aceite de oliva (-12,3%), las legumbres y hortalizas frescas (-3,7%), las salsas y condimentos (-3,4%), y la leche desnatada (-2,3%).