Toda la plantilla de Sargadelos retorna al trabajo en Cervo

Representantes de los trabajadores ponen el foco ahora en la aplicación de las medidas de protección de la salud laboral

Trabajadores, en el exterior de la fabrica de Cervo. |  Carlos Castro

Trabajadores, en el exterior de la fabrica de Cervo. | Carlos Castro

A Coruña

Toda la plantilla de producción accedió ayer miércoles a la fábrica de Sargadelos en Cervo, una semana después de que estallara el conflicto por el pulso que el administrador único, Segismundo García, mantuvo con la Inspección de Trabajo, que le requería mejoras en materia de salud laboral tras constatar que dos empleadas han desarrollado silicosis en esta emblemática planta de cerámica.

A la hora de comienzo del turno de la jornada, sobre las 7,15 horas, entraron a la factoría en primer lugar los trabajadores que ya accedieron el martes y el lunes, es decir, los que habían firmado un documento según el cual entraban «bajo su responsabilidad». Junto a ellos pasaron ayer los que también lo hicieron el martes, esto es, los que aceptaron adelantar vacaciones, como les planteó el jefe. Después pasaron los que llevaban desde el jueves pasado a las puertas de Sargadelos remarcando que lo único que querían era «trabajar»: primero un grupo más grande y por último 12 empleados restantes.

En un primer momento, el representante de CCOO José Antonio Zan habló de «persecución» por la «lección» que parecía que el dueño de la compañía iba a dar a estos últimos trabajadores. Sin embargo, finalmente indicó que no se produjo esa «charla». En cualquier caso, y como censuró el portavoz de la CIG Xorxe Caldeiro, esta docena de empleados «estuvieron dos horas fuera esperando la llegada» de Segismundo García «y cuando llegó no les dio esa charla y finalmente les dijeron que accedieran, sin más explicaciones».

Eso sí, «no sin antes someterlas a una última reprimenda o escarnio público en el sentido de hacerles que estuvieran dos horas fuera sin saber muy bien por qué», criticó.

Fue el propietario de la factoría el que el miércoles pasado decidió cerrar la fábrica a la plantilla de producción alegando que buscaba protegerlos de problemas para su salud laboral. Frente a esto, los empleados subrayaron en todo momento que ellos «solo» quieren «trabajar» y que la Inspección de Trabajo precisó que sus requerimientos no exigen en ningún momento el cierre, sino mejoras en un plazo de tiempo que la Xunta, por su parte, pidió que fuera «flexible».

Una vez alcanzada esta «aparente normalidad», representantes sindicales ponen el foco en la aplicación de las medidas de protección de la salud y el respeto de los derechos de la plantilla.

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