Los sectores afectados piden un escudo a la Xunta contra el golpe arancelario

El Igape adapta una línea para circulante de 50 millones ampliable | Alimentación, metal o vino avisan del impacto en las cadenas internacionales y las exportaciones indirectas

Los cuatro conselleiros y los representantes de las 24 organizaciones empresariales, ayer, en el CES. |  Xoán Álvarez

Los cuatro conselleiros y los representantes de las 24 organizaciones empresariales, ayer, en el CES. | Xoán Álvarez

Julio pérez

A Coruña

Los 90 días de tregua que EE UU y la UE se han dado mientras negocian la desescalada de la guerra comercial saben a poco en los sectores más afectados en Galicia. Cuesta acostumbrarse a los vaivenes de la administración liderada por Donald Trump, sin garantías de que las conversaciones lleguen a buen puerto y que el recargo del 10% ya impuesto no se multiplique más pronto que tarde. «La incertidumbre, que es la palabra estrella», resume Andrés Rodríguez, presidente del Clúster Alimentario de Galicia (Clusaga). El mercado ha saltado por los aires. «Hay compradores que lo paralizan todo por miedo y otros que aceleran para sacar el producto a toda velocidad estos días, sin apenas contenedores disponibles y los que quedan son más caros —añade el también consejero delegado de Viña Costeira—. Estamos en un escenario totalmente opuesto al que necesita la economía».

Clusaga fue una de las 24 organizaciones y entidades que ayer acudieron a la cumbre de la Xunta para analizar la encrucijada de las exportaciones. En la sede del Consello Económico e Social se dieron cita también otros representantes de la potente industria alimentaria (Conxemar, los consellos reguladores del Ribeiro, Rías Baixas, Valdeorras, Monterrei, Anfaco, Mexillón de Galicia y la patronal de los piensos), de las renovables, la eólica, el metal, áridos, la madera, el textil, la salud, las TIC, el naval, la minería, Ceaga, la logística, la construcción, la pizarra y el granito. Pusieron sobre la mesa la necesidad de estrechar «la colaboración público-privada» y desplegar algún tipo de escudo que permita afrontar el golpe, al menos, a corto plazo.

EE UU capta solo el 2,6% de las ventas internacionales de las empresas de la comunidad —803 millones de euros en 2024, una cantidad muy estable durante los últimos años—, pero la batalla de los aranceles salta en un momento en el que la buena racha del negocio exterior compensa en parte la debilidad de la demanda interna en el Producto Interior Bruto (PIB) regional por la caída del gasto de los hogares y porque, además, hay sectores y compañías en concreto muy expuestos al país.

Es el caso de la cadena mar-industria. La facturación en EE UU de las firmas españolas del sector se acercó a los 300 millones de euros el pasado año. «Es un mercado de gran crecimiento con incrementos superiores al 10% en volumen respecto a 2023, un mercado natural de exportación y prioritario fuera de la UE», relata Roberto Alonso, secretario general de Anfaco-Cecopesca. Se caracteriza por las ventas de productos de alto valor (pulpo, sepia, calamares, mejillones, atún o bonito del norte). Aunque el flujo hacia el país no llega ni al 3% del saldo total del sector, «existen empresas muy afectadas porque el 40% de su exportación va para allí». «La reunión de hoy [por ayer] era necesaria —valora Alonso— ante una situación de anomalía económica y arancelaria».

Mientras se celebraba el encuentro con los conselleiros de Economía e Industria, María Jesús Lorenzana; el de Facenda, Miguel Corgos; la de Medio Rural, María José Gómez; y el de Mar, Alfonso Villares, el presidente Alfonso Rueda adelantó en su comparecencia posterior al Consello de la Xunta de esta semana la puesta en marcha de una línea de circulante «para intentar minimizar el impacto de la reducción de las ventas al exterior» en caso de que EE UU recupere sus planes iniciales de gravar las exportaciones europeas con un 20% adicional. La administración autonómica ofrece también un servicio de asistencia técnica para ayudar a la diversificación de mercados en las empresas con mayor concentración en el país. «La situación no es sencilla, es muy cambiante», reconoció Rueda.

Esa línea de préstamos, según concretó después Lorenzana, será la adaptación de otra que ahora mismo tiene el Igape «con condiciones específicas para dar cobertura a esta problemática». El importe de 50 millones es «ampliable, absolutamente». El tope por solicitud es de un millón de euros con cuatro años de carencia, el doble de lo habitual, «marcado por la temporalidad del mandato de Trump», subrayó la conselleira de Economía.

El servicio de asesoramiento se prestará en contacto con la antena que el Igape tiene en Miami. Después de la Semana Santa empezarán seminarios específicos para cada sector para evaluar las oportunidades abiertas con la línea de 14.000 millones de euros en avales, ayudas no reembolsables y el fondo de internacionalización incluidos en el real decreto del Gobierno central de medidas urgentes de respuesta a la amenaza arancelaria y de relanzamiento comercial.

El metal aglutina algo más de un tercio de todas las exportaciones gallegas a EE UU, pero en el sector preocupa todavía más la exportación indirecta. «Muchas empresas gallegas trabajan para otras de ámbito estatal y europeo, que a su vez exportan a EE UU. No es una cifra fácil de medir, pero probablemente es más relevante», explica Justo Sierra, presidente de Asime. «Por ejemplo, fabricantes de piezas para automóviles de Alemania, que exporta el 64% de los coches de la UE a EE UU», señala.

Dadas las posibles dificultades financieras a las que se enfrentan desde ya algunas firmas, Sierra reivindica la importancia de las ayudas vinculadas a la financiación del circulante y los avales, o los seguros de crédito da la exportación que el propio CESCE «está diversificando hacia otros países para que las empresas puedan también diversificar sus exportaciones». «Hay una cosa que es muy importante», enfatiza. «Esto está teniendo mucho impacto en la confianza de inversores y consumidores y debemos incidir en medidas que generen alivio y tranquilidad», pide. A más largo plazo, «hay que reforzar la confianza en nuestro sistema económico».

Roberto Alonso llama la atención igualmente de los efectos colaterales de la guerra comercial. No solo de exportaciones desde otros países como Portugal o Holanda que puedan ser originarias de España, sino también de la «posición competitiva muy grande» que los productores del sudeste asiático podrían provocar si buscan el mercado europeo como alternativa a EE UU por sus elevadísimos aranceles. «Habrá que ver cómo se alteran las cadenas internacionales, pero, como dije el primer día, esto va a ser una negociación diaria», afirma.

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