Un estudio científico identifica el rape como especie vulnerable en las zonas de la eólica marina

Un informe encargado por la Comisión Europea recoge el impacto, sobre todo negativo, de los parques ‘offshore’ en la pesca

Un pesquero navegando cerca de un parque eólico.

Un pesquero navegando cerca de un parque eólico. / Equinor

Adrián Amoedo

A Coruña

La expansión de la eólica marina es una realidad en el norte de Europa y en breve lo será también en el sur, tanto en España como en Portugal. En ambos casos, el sector pesquero muestra su reticencia, alegando que su actividad se vería seriamente afectada. Para intentar aclarar lo máximo la situación, la Comisión Europea encargó un estudio en profundidad a los científicos del Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES), cuyos resultados acaban de ser publicados. Entre los hallazgos realizados, los investigadores analizaron la situación de 34 especies en zonas donde ya está desplegada la eólica marina. De ellas, identificaron tres como las más «vulnerables», una de ellas el rape, vital para la flota gallega, y en general, detectaron que existen más informes sobre los «impactos negativos» en la actividad pesquera y los recursos, que positivos.

El estudio fue realizado por el Wkcompore, siglas en inglés para «taller para recopilar evidencias sobre los impactos de las energías renovables marinas en la pesca y los ecosistemas marinos». En él participaron más de un centenar de investigadores, entre ellos Sebastián Villasante, de la Universidade de Santiago de Compostela.

El extenso informe, de casi 300 páginas, se centró en la evidencia existente en la materia, es decir, en los datos y métodos para evaluar los impactos, considerando también la planificación espacial marina. Aborda aspectos de los impactos económicos, sociales, ecológicos y acumulativos de los parques eólicos marinos, flotantes o no, que hay en el mar Báltico, Céltico y en el Mar del Norte.

Así, el ICES indica que hay «más estudios que informaron sobre impactos negativos en la pesca que estudios que informaron sobre impactos positivos». En este sentido, resumen que los estudios «han demostrado» que los parques eólicos marinos «pueden afectar negativamente a los ingresos, los caladeros, las posibilidades de captura y los costes de explotación».

En cuanto a los «impactos ecológicos», el estudio apunta a que «se evaluaron un total de 34 especies comerciales» de las tres zonas analizas. «El arenque, la vieira y el rape son las especies más vulnerables en las tres regiones», alertan los investigadores, que identifican el movimiento de los sedimentos marinos como «probablemente el cambio de estado más impactante» para los peces. «Las interacciones tróficas y la supervivencia del reclutamiento de los recursos pesqueros son especialmente vulnerables a las presiones ejercidas por los parques eólicos marinos operativos», indican.

En lo que respecta a las especies pelágicas, el estudio apunta que los cables instalados para los parques eólicos «pueden afectar debido a emisiones directas de energía, efectos físicos y/o efectos ecológicos indirectos». En la otra cara de la moneda, «es probable» que las estructuras flotantes «alberguen especies no autóctonas y faciliten su propagación a través del transporte de turbinas entre puertos y parques eólicos». Sobre toda esta situación, el ICES explica que algunos pescadores «podrían continuar con sus prácticas tradicionales», mientras que otros «podrían alterar las zonas o técnicas de pesca y algunos podrían enfrentarse al cese de sus operaciones debido a limitaciones económicas».

El Wkcompore alude a que es importante distinguir en función de si se analiza el período de instalación de los molinos o el posterior y concluye que «es necesario centrarse más en la exploración de series temporales largas de datos pesqueros y medioambientales» para un análisis más profundo, de al menos diez años.

El Wkcompore alude a que es importante distinguir en función de si se analiza el período de instalación de los molinos o el posterior y concluye que «es necesario centrarse más en la exploración de series temporales largas de datos pesqueros y medioambientales» para un análisis más profundo, de al menos diez años.

Por último, el grupo de trabajo aborda también las medidas de mitigación, como encargó Bruselas. En este caso, los expertos solo hacen referencia a la correcta aplicación de la planificación espacial marítima, apuntando a la «participación» y el «diseño colaborativo» de los mismos con las partes interesadas.

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