El FMI prepara una bajada «notable» del crecimiento, pero sin recesión
Georgieva alerta de los riesgos de un mundo cada vez más fragmentado
sabina f. macedo
En un mundo cada vez más tensionado, «donde los intereses industriales pesan más que los servicios y los discursos extremistas condicionan las decisiones económicas», la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, ha vuelto a lanzar un mensaje de alerta, pero también de calma. En su intervención durante las Reuniones de Primavera del FMI y el Banco Mundial, Georgieva aseguró ayer que, pese a la escalada arancelaria liderada por Estados Unidos, no se espera una recesión global. Eso sí, el nuevo informe de Perspectivas Económicas Mundiales (WEO, por sus siglas en inglés) que se presentará la próxima semana incluirá «revisiones a la baja notables» en las previsiones de crecimiento del PIB. En paralelo, la inflación se revisará al alza en algunos países, sin precisar cuáles.
Sobre la economía española, el organismo elevó hace siete días al 2,5% la previsión del PIB, asegurando que el país ha mostrado «un sólido desempeño» en los últimos años y «se espera que el crecimiento se mantenga significativamente por encima de la media de la eurozona a corto plazo, antes de desacelerarse gradualmente a medida que sus factores impulsores recientes se normalicen y el envejecimiento demográfico se intensifique».
El discurso de Georgieva llega seis meses después de que, en el mismo foro, el FMI advirtiera de una «economía mundial fracturada» por las tensiones geopolíticas, el auge del proteccionismo y el desgaste de los pilares del comercio global. Entonces, hablaba de la necesidad de resiliencia. Hoy, esa palabra vuelve con más fuerza. «Vivimos una era de cambios», subrayó, al tiempo que señalaba que la autosuficiencia nacional está haciendo un retorno en un escenario donde importa más el origen de los bienes que su precio.
Para la directora del FMI, la coyuntura es el resultado de una erosión prolongada de la confianza entre países. Años de tensiones comerciales, deslocalizaciones y ruptura de cadenas de suministro han alimentado el desencanto con el sistema internacional. «La globalización ha llevado a la reducción de la pobreza y al desarrollo, pero también ha dejado unos perdedores. Son los mismos que hoy culpan al comercio global de sus problemas y piden más barreras». Pero las consecuencias de ese proteccionismo empiezan a notarse.
Sobre los aranceles, la directora alerta de que estos no solo penalizan a quien exporta, «también afectan al consumidor, encarecen productos y reducen márgenes». La fragmentación genera incertidumbre, volatilidad en los mercados financieros y una caída de la productividad. «El comercio es como el agua», advirtió, «cuando fluye, nutre la economía; cuando se estanca, ahoga la innovación».
La directora gerente del FMI subrayó que las economías más pequeñas son también las más expuestas a los vaivenes de los grandes bloques como EE UU o la UE. Si estos frenan sus importaciones, los efectos se propagan como una onda expansiva.
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