La pérdida de población frena el bum del empleo en el noroeste del país

El Consello de la Xunta aprobó el actual Plan Estratéxico 2022-2030 el 10 de marzo de 2022. Inicialmente la hoja de ruta para diseñar «el país que imaxinas» arrancaba en 2021 , pero su elaboración se topó de lleno con el estallido de la pandemia. La última gran reunión con los expertos consultados para analizar el reto demográfico, la transición energética, la mejora de la competitividad, la cohesión social y la gobernanza se celebró en diciembre de 2019. Solo tres meses después, el escenario era otro bien distinto por el estallido de la pandemia. «Galicia se presenta ante uno de esos momentos que marcan el rumbo de una comunidad durante lustros», reconoce el documento en sus primeras líneas, todavía con la resaca de la crisis del coronavirus y el freno que esta provocó en la cicatrización de las heridas pendientes todavía desde la grave recesión financiera de 2009. «Estos dos eventos críticos —admite el plan— dejaron su huella en la estructura socioeconómica de la comunidad».

En ese momento, Galicia ya había recuperado con creces los niveles de empleo previos al COVID-19. Tenía 1,028 millones de afiliaciones a la Seguridad Social. El despliegue de los ERTE, las prestaciones por cese para los autónomos, las multimillonarias inyecciones de liquidez a las empresas y las medidas directas para los sectores más afectados por las restricciones blindaron lo máximo posible el tejido productivo. Fue el pistoletazo de salida a otra fase expansiva de la economía, alimentada por el acelerón de la digitalización y la transición energética y el maná de fondos europeos de los Next Generation.

«El aprovechamiento de estos recursos dará lugar a una Galicia más competitiva y sostenible en 2030», pronostica el plan estratégico, con el objetivo de exportar el 45% de su Producto Interior Bruto (PIB), rebajar la tasa de paro al 8% y llevar el porcentaje de actividad emprendedora al 10%. En el desafío de alcanzar «un nivel de empleo elevado y de calidad, que garantice el equilibrio entre la vida profesional y la privada», el análisis de la Xunta esgrime las «muchas posibilidades de creación» de empresas y puestos de trabajo «ligados al medio ambiente, energías renovables, producciones sostenibles en el rural...», sacar partido a la innovación en el sector de los cuidados, el potencial de la silver economy y los «niveles elevados de cualificación en los perfiles de la población activa», entre otras fortalezas y oportunidades. También hay debilidades y amenazas. Entre ellas, «la rapidez con la que la economía expulsa empleos en etapas recesivas y la dificultad para retornar a los niveles previos».

El ejemplo más claro viene, precisamente, de la evolución del mercado laboral autonómico. Galicia es una de las tres comunidades que a estas alturas aún sigue por debajo de los máximos de ocupación registrados durante la fase final de la burbuja inmobiliaria. La media de cotizantes a lo largo del pasado 2024 fue de 1,076 millones, unos 1.700 menos que en 2008. Los últimos datos de febrero de 2025 mantienen el diferencial: 1,071 millones de altas en la Seguridad Social frente a los 1,076 millones del mismo mes de hace 16 años.

Las otras dos autonomías que están en la misma posición que Galicia son Asturias y Castilla-León, con 20.600 y 3.000 ocupados menos que en 2008. Su variación contrasta con el incremento del 10% (más de dos millones de afiliaciones) en el conjunto del país. A la cabeza del ascenso figuran Baleares, donde el número de ocupados supera en un 25% a los que había antes del estallido de la burbuja del ladrillo. El alza en Madrid es del 21,8%; el 18,1% en Canarias; un 13,1% en Murcia; el 11% en Cataluña; el 10,7% en Comunidad Valenciana; y el 10,5% en Andalucía.

Las tres comunidades en números rojos, epicentro del noroeste peninsular, comparten los males del invierno demográfico. Pierden población, envejecen y el sustancial incremento de la entrada de extranjeros no basta para garantizar el relevo generacional. Galicia alcanzó los 1.262.300 activos en 2024. Son personas en edad de trabajar que están en un puesto ya o quieren tenerlo. A pesar del incremento de los últimos cuatro ejercicios (41.000 más), la población activa en la comunidad mermó el 4,3% (57.000 menos) desde 2008 y cerca del 50% en el caso de los menores de 25 años (pasaron de 112.000 a 67.000).

Viendo el comportamiento por sectores, salta a la vista otra de las principales razones de por qué a Galicia se le resiste batir el máximo de ocupación. Desde 2008, los afiliados en la agricultura y la ganadería se desplomaron casi el 40%. Se perdieron 24.600 trabajadores en agricultura y ganadería; 7.500 en la pesca; y la silvicultura y explotación forestal ganó 1.600.

El Plan Estratéxico de Galicia 2022-2030 apunta también «al reducido tamaño de la mayoría de empresas empleadoras» como hándicap para exprimir el ciclo expansivo de la economía. «Se traduce en su escasa capacidad formadora, bajo interés en la capacitación y de incorporación de la tecnología», señala. La mitad de las pymes gallegas (tanto societarias como con negocios en manos de una persona) carecía de empleados en 2023, según las últimas estadísticas de la Agencia Tributaria.

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