Los hogares coruñeses que dependen de la pensión de un jubilado alcanzan cifras récord
El número de familias donde los ingresos de un pensionista suponen su principal sustento son ya el 33% del total | En más de 155.000, el cabeza de familia tiene más de 65 años

Varios pensionistas pasean por una calle. | Iñaki Osorio

Los pensionistas siguen siendo un apoyo clave para muchas familias en la provincia de A Coruña. Pese a la reducción de los niveles de paro en los últimos años, cada vez más hogares dependen de la pensión de un jubilado como principal fuente de ingresos. Esta tendencia creciente se explica por varios factores, entre los que destacan los bajos salarios, el incremento del coste de la vida, el elevado precio de la vivienda —tanto en propiedad como en alquiler—, las dificultades que tienen muchos jóvenes para emanciparse o la evolución demográfica, que ha generado un progresivo envejecimiento de la población.
Los jubilados son los cabeza de familia económicos en 155.875 hogares de la provincia de A Coruña, lo que representa el 33,5% del total, según los últimos datos del Instituto Galego de Estatística (IGE). Es el porcentaje más alto de la serie histórica que arranca en 2007. En comparación con hace una década, cuando la cifra era del 30,6%, se ha registrado un aumento de casi tres puntos. Dentro de estos 155.000 hogares coruñeses están aquellos en los que vive solo un jubilado; en los que vive una pareja de pensionistas y en los conviven con hijos y nietos y son los que más cobran de toda la unidad familiar.
Este fenómeno pone de manifiesto la creciente dependencia de las pensiones en la economía doméstica de muchos hogares coruñeses. A pesar de las mejoras en el empleo, los sueldos continúan siendo insuficientes para garantizar una estabilidad financiera a muchos trabajadores, lo que lleva a una situación en la que los jubilados sostienen, en gran medida, la economía familiar. En muchos casos, los pensionistas se han convertido en el pilar fundamental del hogar, al asumir gastos básicos como alimentación, suministros, educación y, en algunos casos, incluso hipotecas o alquileres.
Un aspecto relevante es la composición de estos hogares y la situación laboral de sus miembros. En 2016, según el IGE, un total de 181.217 coruñeses recibían algún tipo de prestación (jubilación, desempleo, invalidez…). En la actualidad, la cifra ha ascendido a 184.026. Este aumento refuerza la idea de que un porcentaje significativo de la población aún depende de ingresos no derivados del empleo activo.
El impacto de esta situación no solo se refleja en las estadísticas, sino también en la realidad cotidiana de muchas familias. La dificultad de los jóvenes para encontrar empleo estable y bien remunerado retrasa su independencia económica y, en consecuencia, prolonga la convivencia con sus progenitores o abuelos pensionistas. Esta dinámica también tiene implicaciones en la calidad de vida de los propios jubilados, que ven cómo su pensión se diluye al tener que compartirla con otros miembros de la familia.
Históricamente, ni siquiera en los momentos más duros de la recesión tras la crisis de 2008 se alcanzaron cifras tan elevadas de dependencia de los jubilados. En esos años, el porcentaje de hogares donde el pensionista era el sostén principal se situaba en el 27,2% en 2008; el 28,2% en 2009 o el 28,8% en 2010. Entre cuatro y cinco puntos menos que ahora. La actual coyuntura supera con creces esos registros, lo que evidencia la persistencia de una problemática estructural en la economía y en el mercado laboral.
El fenómeno no es exclusivo de A Coruña, sino que se enmarca dentro de una tendencia gallega y nacional que refleja un envejecimiento de la población combinado con un estancamiento en la mejora de las condiciones laborales para los más jóvenes. En este contexto, las pensiones desempeñan un papel esencial como red de seguridad social para muchas familias.
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