La empresa familiar gallega duplica su valor en 10 años con 600.000 empleos

De Inditex a Hijos de Rivera se esboza una larga lista que incluye a Gadisa, Profand, Pérez Rumbao, Jealsa, Nogar, Lence, Ceamsa, Adolfo Domínguez, Cortizo, Zendal, Freire… Son más de 60.500 empresas familiares las que integran el tejido productivo gallego y su alcance no entiende de límites, llega a todos los sectores, y por ello desde hace tiempo algo tan excepcional como ser líderes a nivel nacional se ha vuelto habitual. Galicia lo es: es la comunidad donde las compañías con raíces que han logrado diferenciarse y garantizar su relevo más aportan a su Producto Interior Bruto (PIB), y por lo tanto se configuran sí o sí como un agente dinamizador fundamental para el crecimiento económico y social del territorio. De ahí que pese a haber disminuido en número a lo largo de los últimos 10 años, un leve 3,7%, las firmas que van más allá de su primera generación superen con todo los 40.800 millones de euros de Valor Agregado Bruto (VAB) en la autonomía, un 130% más que en 2015. Representan ya el 85,6% de la riqueza generada y además rebasan los 600.000 empleos, que han crecido más de un 50% en una década. Así se desprende del informe Relevancia y Supervivencia de la Empresa Familiar, que acaba de publicar el Instituto de la Empresa Familiar y su Red de Cátedras. El estudio da cuenta de la importancia de esta clase de sociedades a nivel regional y también nacional, donde la diferencia en términos de aportación parece insalvable.

Si el 85,6% de la riqueza generada en Galicia corre a cargo de las empresas familiares, en España este porcentaje se reduce al 57,8%, primera prueba del ADN empresarial gallego. Lo mismo ocurre aunque de forma menos pronunciada con el empleo privado creado: el 82% de los puestos de trabajo de la comunidad nacen de la mano de empresas familiares en comparación al 70% del conjunto del país. Y todo ello con casi el mismo peso respecto al total: en el caso del territorio gallego, las empresas familiares suponen el 94,3%; en el cómputo del estado, el 92,4%.

¿Qué sucede entonces? Que el músculo económico de Galicia es gallego en su práctica totalidad y de largo recorrido. Presumiblemente más comprometido y más resiliente por sus raíces y el conocimiento heredado entre generaciones con el cambio de relevo. Así lo remarca el estudio, de hecho, que desgrana cómo la tasa de extinción de las empresas gallegas no familiares dobla a la que sí lo son (del 16,8% para las primeras, del 7,8% para las segundas). Pasa lo contrario con la tasa de supervivencia (74,1% frente a 79,3%).

Desde la Asociación Gallega de la Empresa Familiar apuntan que el peso cada vez mayor de las empresas familiares en la economía gallega «es resultado del esfuerzo de nuestros empresarios, que siguen apostando por el desarrollo de Galicia». «Es un éxito basado en unos modelos cada vez más profesionalizados de gobernanza, en el arraigo al territorio, la visión a largo plazo, la internacionalización del negocio, la digitalización y la innovación. Todo ello permite que el legado familiar se transmita de generación en generación y que las empresas familiares sean cada vez más importantes para Galicia», resaltan desde de la asociación.

Fuentes de AGEF indican no obstante que las empresas familiares todavía precisan eliminar trabas burocráticas y agilizar los procesos administrativos: «Necesitamos ser ágiles para poder anticiparnos a futuros riesgos en este momento de incertidumbre geopolítica». «Otra buena media, por ejemplo, sería la de reducir la presión fiscal para compensar las subidas arancelarias», sentencian.

En cuanto a la caracterización de las empresas familiares, el informe incide en la atomización de esta clase de compañías en Galicia, teniendo en cuenta que dos tercios del global son microempresas, aquellas con menos de 10 trabajadores y cuya facturación o activos no superan los dos millones de euros. Representan exactamente el 67,4%, el porcentaje más alto para esta clase de sociedades en España, donde las microempresas abarcan el 57,7% del conjunto. El resto de las empresas gallegas familiares se reparte entre pequeñas compañías (el 26,9%), medianas (el 4,8%) y grandes (el 0,9%). 

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