La pesca española remata su ‘macroajuste’ con la digestión de 750 millones en deudas

El plan de reestructuración que acaba de plantear Comercial Pernas (Coper), sujeto a votación de los acreedores hasta el 12 de mayo, es el último de un intenso y duro proceso de ajuste que arrancó a mediados de 2023 con las insolvencias de Grupo Fandicosta, Atunlo o Actemsa; una decena de compañías españolas de primer y segundo nivel en la industria pesquera acabarían en liquidación a lo largo de estos casi dos años. En suma, con los más de 58 millones de euros del perímetro de deuda de Pernas, el sector ha tenido que digerir en este periodo distintas reestructuraciones y concursos con un pasivo afectado superior a los 750 millones de euros, como ha podido constatar Faro, de Prensa Ibérica en fuentes de las propias empresas y del Registro Mercantil. Hasta la fecha, solo la mencionada Actemsa y Central Lomera Portuguesa (joint venture de Marfrío y Atunlo) han homologado sus rescates, sin contar con las refinanciaciones de pasivo firmadas por compañías como Frime. La reducción de márgenes, las estructuras internas de deuda y la onda expansiva de esta crisis están detrás de este carrusel de operaciones.

Si consideramos Grupo Fandicosta como un todo —con la propia factoría de Moaña y las filiales Casa Botas y Peixemar—, su insolvencia fue la más abultada en cuanto a la deuda afectada, con más de 176 millones de euros. El golpe a los acreedores fue por barrios, con una quita global del 77% para Fandicosta —ascendió al 50% para la clase financiera—, y otras condicionadas a las desinversiones para el caso de sus subsidiarias; acreedores comerciales tachan estas últimas de «salvaje». Si observamos empresas individuales, Atunes y Lomos (Atunlo) fue la más destacada, con agónicas negociaciones que no sirvieron para aprobar su propuesta de convenio; presentaba un pasivo afectado por casi 125 millones de euros, que quedarán mínimamente satisfechos durante la liquidación. El pleito de la administración concursal —avalado por el juzgado de lo Mercantil, que lo ha admitido a trámite— contra la dirección del grupo, acusada de desvío patrimonial, determinará hasta qué punto serán liquidables activos vinculados a esta compañía, otrora mayor comercializadora de túnidos del país.

Una de las operadoras que presumía un relevante potencial de crecimiento fue Videmar, constituida en 2009 y que llegó a contar con cuatro buques en Argentina y Namibia. Fue la primera pesquera en bajar la persiana en todo este periodo; llegó a facturar cerca de 80 millones de euros en su mejor ejercicio, el de 2020, antes de sucumbir ante la caída del consumo y el incremento de los costes financieros. En el grupo de liquidadas también figura Marpesca Europa, que se incorporó al proyecto Atunlo tras la salida de Pesquería Vasco Montañesa (Pevasa) y con la multinacional a un paso de la insolvencia. La viguesa Berete, la lucense Pescados Rubén y la murciana Proa Internacional han sido las últimas, con permiso de la propia Atunlo, en quebrar. En el sector aprecian un denominador común en alguno de estos casos malogrados: la falta de acceso directo a materia prima, lo que ha hecho a algunas operadoras dependientes en exceso de un mercado inflacionado y con pocos márgenes en la venta mayorista o trader.

Con fecha del 18 de marzo de este año consta registrado en un juzgado de Bilbao la notificación de la mencionada Pevasa del inicio de negociaciones con acreedores, aunque ya había abordado una reformulación de su mapa de deuda con la banca el pasado otoño, como divulgó este periódico. Pero la histórica armadora vasca ha entrado también en una rueda, la de las negociaciones, en la que camina ahora Bacalao Giraldo, proveedora de Mercadona. La portuguesa Brasmar —controlada por el private equity MCH— es la favorita para adquirirla, como publicó Activos, el suplemento económico de EPI, grupo editor de LA OPINIÓN.

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