Quince comarcas tienen más pensiones que nóminas pese al récord del empleo
El tirón del mercado laboral choca con la falta de servicios y pasa de largo del interior de la comunidad: solo A Paradanta, en Pontevedra, ha salido de este listado durante 2024

Varios jubilados pasean por una calle. | Iñaki Osorio
Lara Graña
El techo a superar estaba en la siguiente cifra: 1.090.752. Eran las personas afiliadas a la Seguridad Social en Galicia a cierre del mes de julio de 2008, en los estertores de una crisis compleja y extensísima que llegó para cambiarlo todo. Un volumen de empleo que la comunidad no había sido capaz de rebasar hasta este pasado mes de mayo, cuando el contador quedó en los 1.096.790 afiliados, de acuerdo a los datos oficiales desglosados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Aunque la recuperación del mercado laboral en Galicia no ha dejado de ir por barrios, pasando de largo —como casi siempre— por las comarcas del interior, que penalizan la dispersión o la carestía de servicios básicos o de cercanía. Así es que en 15 de las 53 que existen en la comunidad continúa habiendo más pensionistas que cotizantes en alta laboral, como constatan los registros de la Seguridad Social. Las de Muros y Ortegal son las dos de A Coruña en este listado. Ninguna está en la provincia de Pontevedra: A Paradanta, que sí formaba parte de este club, cerró el ejercicio 2024 con 3.833 pensionistas frente a 3.841 afiliados.
El grueso de estas comarcas están en la provincia de Ourense. En la de Verín, por ejemplo, conviven 8.181 perceptores de una pensión —a cierre de ejercicio, que son los últimos datos estadísticos disponibles— frente a 6.674 trabajadores. Es una diferencia muy extensa, similar cualitativamente a la de Terra de Celanova, A Limia, O Ribeiro o Baixa Limia. Más ajustada es la proporción en O Carballiño, con escasos 53 pensionistas más que afiliados; la comarca de Meira, en Lugo, quedó a pre en 2024, con la misma cantidad de personas perceptoras de una prestación como pensionistas que de nóminas. En suma, Galicia cerró el año pasado con 682.886 pensionistas y 1.005.494 afiliados al sistema, por cuenta propia y ajena.
Lo cierto es que el envejecimiento de la población y el éxodo continuo del interior de Galicia no solo se nota en el ámbito laboral, o en cómo el récord del empleo ignora sistemáticamente el rural. También es evidente en el descenso de los padrones de decenas de municipios y, por extensión, en la pérdida de pensionistas. Salvo en el año 2020 (año COVID), la cifra de perceptores de una paga ha ido medrando año tras año en el conjunto de la comunidad. Pero no de manera lineal en todas las provincias. Ourense tiene 655 pensionistas menos que hace una década; Lugo computaba cerca de 100.000 en el año 2011, frente a los 95.947 de la actualidad. De modo que, en extensas áreas gallegas, no hay relevo de población activa —en edad de trabajar—, pero tampoco de la que se ha retirado de la vida laboral o percibe una prestación de viudedad o incapacidad permanente. Toda la recuperación escora a babor, hacia la fachada atlántica, inexorable y progresivamente.
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