Sector bancario
Las once palabras que dan aire al Sabadell ante el deber de pasividad
La normativa española exige a las empresas someter las decisiones antiopa a la junta de accionistas

La sede del Banc Sabadell en Sant Cugat, en una imagen de archivo. / David Zorrakino / Europa Press
Albert Martín
“El deber de pasividad son los padres”. Con estas palabras se refiere una fuente financiera que pide el anonimato a la exigencia legal que rige la actividad de los gestores de empresas que son objeto de una opa. La cuestión ha vuelto a generar controversia en los últimos días a raíz de la decisión del Banco Sabadell de vender su filial británica, TSB. Con esta operación, el banco catalán regará de dividendos a sus accionistas para tratar de convencerles de decir no a la oferta de adquisición del BBVA y, por otra parte, dificulta la opa en tanto que redefine el perímetro de un banco que tiene el 19% de sus beneficios en el Reino Unido.
Lo cierto es que el Real Decreto 1066 de 2007, conocido como el 'Real Decreto de Opas', dedica su artículo 28 a enumerar las acciones que no puede llevar a cargo el consejo de administración de la sociedad que es objeto de una operación de estas características. El texto es específico y enumera un listado de prohibiciones; entre ellas se cuentan la de "efectuar o promover (...) operaciones sobre los valores a los que afecte" o "repartir dividendos extraordinarios".
Pero el decreto incluye una aclaración, once palabras, que dan oxígeno al Sabadell en la guerra bancaria más sonada que han vivido las finanzas españolas en mucho tiempo. Según dice el texto, los gestores “deberán obtener la autorización previa de la junta general de accionistas” para poder emprender cualquier actuación que pueda “impedir” el éxito de la oferta.
Y el Banco Sabadell, en efecto, someterá la decisión de vender TSB a su junta de accionistas y es por ello que ha explicado con toda naturalidad por qué se ha decidido a aceptar la oferta del Santander. “Si una operación está aprobada por la junta general de accionistas no hay vulneración del deber de pasividad”, ha explicado este mismo miércoles César González-Bueno, consejero delegado del Sabadell.
Fuentes de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), el regulador bursátil español, consultadas por El Periódico de Catalunya insistían en este punto: “El consejo de administración de la empresa objeto de una opa no puede entorpecer la operación y si lo hace tiene que pasar por la junta de accionistas, que es soberana”. Estas mismas fuentes recuerdan que el deber de pasividad es una figura jurídica creada para proteger los derechos de los accionistas de la empresa opada, en este caso, los del propio Sabadell, y no los de la empresa que lanza la oferta, en este caso el BBVA. El propio Rodrigo Buenaventura, presidente de la CNMV, se expresó en idénticos términos la pasada semana en las jornadas de la Asociación de Periodistas de Información Económica, patrocinadas por el mismo BBVA.
¿Por qué existe polémica en torno al deber de pasividad, pues? Hay dos explicaciones para ello. En primer lugar, hacía varias décadas que una entidad bancaria española no era objeto de una opa. Los últimos precedentes son el intento del Banco Bilbao sobre Banesto en 1987 y el de Santander sobre el propio Banesto una década después. Esta lejanía puede explicar que el pasado verano los servicios jurídicos de las entidades observaran la normativa en torno a las opas con un cierto desconocimiento. En las semanas que siguieron a la presentación de la opa del BBVA, que se produjo el 9 de mayo de 2024, los directivos del Sabadell se referían continuamente al deber de pasividad para explicar todo cuanto no podían hacer o decir al frente del banco. Un año después, la situación ha cambiado.
Adiós al 'fair play'
En segundo lugar, la deportividad inicial de que hicieron gala ambas entidades, en que sus presidentes y consejeros delegados presumen de tener buena relación, se ha ido deteriorando a lo largo de los meses. Tanto para Josep Oliu como para Carlos Torres, un fracaso en la opa podría suponer el fin de su carrera y ambas entidades han jugado cada vez más al límite. “Una opa hostil entre bancos no es el templo del ‘fair play’”, explica una fuente financiera a El Periódico de Catalunya.
Cabe recordar que la venta de TSB no es la primera acción de corte marcadamente defensivo ante la opa que ha llevado a cabo el Sabadell. En enero de este año, el banco que preside Oliu anunció el retorno de su sede social a Catalunya, en una decisión que aplaudió la junta general de accionistas.
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