El Sabadell triunfa sobre el BBVA, que solo logra un apoyo del 25,5% a la opa
La oferta del banco vasco «queda sin efecto» al no llegar ni siquiera al 30 por ciento de aceptación y pierde la opción de presentar un segundo intento de compra
Pablo Allendesalazar
El Sabadell vence contra la mayoría de los pronósticos y de forma clara al BBVA en la oferta de compra (opa) más polémica de las últimas dos décadas. El grado de aceptación de la operación entre los accionistas de la entidad catalana se ha quedado en apenas el 25,33% del capital social y el 25,47% de los derechos de voto (el capital social menos la autocartera), con lo que la transacción decae, según adelantó anoche la edición digital de El Periódico, de Prensa Ibérica, y confirmó posteriormente la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). La entidad catalana, así, ha sobrevivido a la amenaza existencial que le ha atenazado durante los últimos 17 meses. Con el resultado final, el banco de origen vasco ni siquiera ha podido lanzar una segunda opa, una opción legal que solo habría tenido de haberse quedado entre el 30% y el 50%, como esperaba el mercado.
«La oferta pública ha tenido resultado negativo al no haber sido alcanzado el límite mínimo fijado por el oferente para la validez de la misma (50%) y, atendiendo a lo previsto en el folleto de la oferta, al no poder renunciar a este mínimo en la medida en que el número de acciones de Banco de Sabadell, S.A. que han aceptado la oferta supone un porcentaje inferior al 30% de sus derechos de voto, excluyendo la autocartera. Por lo que, según lo previsto en el artículo 33.3 del referido Real Decreto, la oferta queda sin efecto», constató el organismo supervisor.
El Sabadell, fundado en 1881, segunda entidad financiera catalana y una de sus empresas más influyentes de la región, podrá seguir su trayectoria en solitario tras una dura pugna con el BBVA en que los accionistas han dictado sentencia: al precio ofrecido, no quieren la opa. El desenlace final de la operación supone un éxito sin paliativos para la estrategia de defensa numantina desplegada desde mayo del año pasado por la entidad, con su presidente, Josep Oliu, y muy especialmente su consejero delegado, César González-Bueno, a la cabeza. Prueba de ello es que solo el 9% de los analistas esperaban que la aceptación estuviese por debajo del 30%, según una encuesta reciente de Citi.
El banco catalán, así, logró movilizar desde el primer momento una ola de oposición empresarial, sindical y política a la opa sin precedentes, con golpes de efecto como el retorno de su sede social de Alicante a Sabadell. Fue clave para que las condiciones impuestas a la transacción por parte del Gobierno la entorpeciesen al retrasar sus sinergias con la condición de que no pudieran fusionarse en entre tres y cinco años. La buena evolución de su negocio y la venta de su filial británica al Santander, además, han permitido al banco ir incrementando hasta niveles récord la remuneración presente y futura a sus accionistas. Y con los propietarios minoritarios claramente de su parte, el golpe final a la opa ha sido su capacidad de convencer a los accionistas institucionales de que la opa «infravaloraba significativamente» el banco o de que era más interesante esperar a una posible segunda oferta.
Golpe para el BBVA
En sentido contrario, el rechazo de la operación supone un mazazo para el BBVA, que fracasa en su intento de hacerse con el Sabadell por tercera vez en apenas un lustro. Ya intentó acordar una fusión amistosa a finales de 2020, pero el precio que ofreció fue rechazado por la entidad catalana. Volvió a probar suerte en abril del año pasado, pero el consejo del banco catalán volvió a rechazar una unión pactada al precio propuesto por su rival. Aquel nuevo no fue el que llevó al BBVA a plantear una opa hostil sin precedentes en la banca desde 1987 (Banco de Bilbao sobre Banesto). El resultado ha sido el mismo que entonces, confirmando lo que siempre se ha afirmado en el sector bancario: solo las fusiones amistosas salen adelante.
Por todo ello, el desenlace de la opa es especialmente duro para la cúpula del banco con sede en Bilbao, sobre todo para su presidente, Carlos Torres, que desde el primer momento ha aclarado que no tenía intención de dimitir si la operación no salía adelante. El banco convocó ayer una rueda de prensa hoy para explicar sus planes de futuro, pero el banquero reaccionó anoche mediante un comunicado. «Quiero agradecer a los accionistas de Banco Sabadell que han mostrado su apoyo al proyecto de unión, a los accionistas de BBVA por su respaldo constante, y al equipo del banco por el gran trabajo realizado a lo largo de todo el proceso. Mirando al futuro, nuestro plan estratégico y objetivos financieros para el periodo 2025-2028 nos mantendrán a la cabeza de la banca europea en crecimiento y rentabilidad», dijo.
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