El coworking se está asentando en España. Sin ir más lejos, entre 2013 y 2017 el número de metros cuadrados contratados se incrementó en un 246% y se estima que para 2030 estos espacios de trabajo representarán el 30% del mercado de oficinas en el país, con una previsión de inversiones de más de 70 millones en los próximos años, según datos de Savills Aguirre Newman.

En este sentido, España cuenta ya con más de 800.000 metros cuadrados de espacios de coworking, concentrados sobre todo en los núcleos urbanos de Madrid y Barcelona pero que poco a poco se va extendiendo en las principales ciudades como Alicante, Valencia, Sevilla, Bilbao, Zaragoza o Málaga. “Nos hemos convertido en el 4º país del mundo más atractivo para trabajar en coworking”, destaca el David Vega CEO de Lexington.

Esta compañía, especializada en espacios de trabajo flexibles, cumple 40 años y fue la encargada de traer a España este modelo americano allá por 1981, año en el que abrió el primer espacio flexible en el Paseo de la Castellana de Madrid.

En aquella época, el nombre más extendido para este tipo de espacios era el de centros de negocios, entendido como una fórmula muy innovadora de contar con una oficina”, explica Vega. 

En concreto, era utilizado por compañías internacionales que desembarcaban en España para abrirse mercado por lo que se podría ver como una especie de hotel para empresas ya que las empresas españolas seguían teniendo el sentido de la propiedad muy arraigado. “Nadie pensaba que podría trabajar compartiendo una oficina o al equipo de recepción con otras entidades”, asegura el consejero delegado. 

No fue hasta la crisis financiera de 2008 cuando este modelo de negocio comenzó a coger impulso en España, sobre todo entre freelance, pymes y startups, quienes vieron en este tipo de espacios una oportunidad para tener su propio sitio donde trabajar.  

“A diferencia de entonces, los espacios flex hemos pasado de ser una fórmula temporal a una solución definitiva”, señala Vega quien añade que a lo largo de estos 40 años “el sector ha evolucionado, se ha profesionalizado y consolidado como una alternativa con garantías frente al alquiler tradicional”. 

Y es que es una fórmula, según Lexington, que ofrece una serie de ventajas “únicas” respecto a los modelos de alquiler de oficinas tradicionales, entre las que destacan la posibilidad de creación de sinergias con las empresas que comparten espacio, su ubicación “premium”, destaca Vega, en el centro financiero de las ciudades o la posibilidad de hacer uso de las herramientas tecnológicas que disponen los coworking. 

Beneficios para todo tipo de compañías

Además, reduce costes y riesgos ya que facilitan el pago por uso y cuentan con tarifas "todo incluido", donde los gastos de implantación u obras, mobiliario, consumos, entre otras, comenta el experto quien cree que es una de las opciones más seguras para rentabilizar el emprendimiento y optimizar los recursos de las compañías más consolidadas. 

Asimismo, el experto asegura que no solo pueden beneficiarse de ellos los autónomos, pymes o emprendedores, sino que acogen la demanda de compañías de todos los tamaños. Sin ir más lejos, Lexington está especializada en clientes corporativos. “Configuramos entornos totalmente personalizados según las necesidades de cada empresa”, añade su CEO. 

En este aspecto, Vega asegura que después del verano han notado un gran crecimiento de la demanda y las solicitudes se han incrementado un 57% respecto al primer semestre del año. “Los sectores que más están haciendo uso de nuestros espacios de coworking son el tecnológico, consultoría, actividades financieras y servicios sanitarios”, añade el consejero delegado de Lexington.