Comunicar es la segunda tarea que más frecuentemente hacemos en la vida. La primera es respirar. A ambas, a respirar y a comunicar, le dedicamos poca atención. Probablemente porque son tareas fáciles de hacer, las hacemos sin pensar, con inercia. Sin embargo, respirar conscientemente es fuente de bienestar y felicidad. Lo mismo ocurre con la comunicación. La comunicación consciente nos puede ayudar a solucionar la mayoría (no todos) de los problemas de relación que tenemos con los demás, incluidos nuestros hijos.

Educar necesita de la habilidad de comunicar para poder transmitir, emocionar, convencer, escuchar… para poder hacer de nuestras intenciones una realidad tangible, comprensible para nuestros hijos. Y sí, he dicho escuchar. Muchas veces el verbo comunicar no se conjuga con el verbo escuchar. Hablamos para soltar lo que tenemos que decir y, a menudo, se nos olvida que enfrente tenemos a otra persona que tiene también algo que decir. La comunicación sólo es tal si se comparte. Por tanto, requiere de grandes dosis de escucha. De escucha activa.

Además, de forma frecuente, cometemos otros errores al comunicarnos con los demás, quizá por esto que decía al principio, que comunicamos por inercia, sin pensar cómo hacerlo. Por un lado, cometemos errores en el mensaje (a menudo son repetitivos, vacíos, exentos de emoción, con falta de humor...), también erramos en el canal (no elegimos bien el medio a través del cual decimos según qué cosas) y erramos en el contexto (hay que buscar el momento adecuado, siempre).

Que la comunicación sea cada vez más importante en todos los órdenes de la vida es un síntoma de progreso. La calidad y la sofisticación de la comunicación son dos características que nos distinguen a los seres humanos del resto de seres vivos.

Aprovechemos esta cualidad, usémosla de forma inteligente. Pongámosla a nuestro servicio y ayudemos a nuestros hijos a utilizarla como herramienta que les permita tener mejores relaciones con los demás y con ellos mismos.

Las claves para conseguirlo nos las dieron los diferentes expertos que participaron en el programa:

Establecer una buena conversación interna con uno mismo

“No es posible tener una buena conversación con los demás (con empatía, con voluntad de escucha, desde el respeto...) si no tenemos previamente ese tipo de conversación con nosotros mismos. Lo que ocurre dentro de mi, se proyecta fuera de mi. Por tanto, enseñemos a nuestros hijos a ser empáticos, compasivos con ellos mismos, a perdonar sus flaquezas, sus debilidades…. Solo así podrán hacerlo con los demás”, Mario Alonso Puig (médico, conferenciante y escritor).

Fuera gritos

“Existe la creencia de que hasta que no gritamos, nuestros hijos no nos hacen caso. Esto es así porque nosotros hemos creado este patrón de comportamiento en nuestros hogares. Pero si, por ejemplo, utilizamos el juego para acercarnos y comunicarnos con nuestros hijos, conseguiremos muchas cosas de ellos sin la necesidad de crear un mal clima en casa”, Amaya de Miguel (Mentora de familias, fundadora de ‘Relájate y educa’).

 Practiquemos la escucha activa

“Debido a las prisas con las que vivimos, cada vez escuchamos menos a los demás, también a nuestros hijos. Los dispositivos tecnológicos tampoco ayudan. Estar con tu hijo y que continuamente te están llegando notificaciones al móvil nos distrae. Poner el móvil en modo avión cuando estamos con nuestros hijos es una buena estrategia”, Cristina Gutiérrez Lestón (Educadora emocional y fundadora de la ‘La Granja’).

Asertividad

“La asertividad es un potente recurso comunicativo, nos permite expresar lo que sentimos, lo que pensamos sin agredir ni ser agredidos. Lo contrario a la asertividad es la agresividad, pero también la pasividad. Las personas agresivas expresan sus necesidades, opiniones sin importarles las necesidades y opiniones de los demás. Y las personas pasivas nunca expresan sus necesidades por miedo a ser rechazadas, cediendo siempre a las necesidades de los demás. Las personas asertivas se expresan de forma respetuosa, respetándose también a sí mismas”, Eva Bach (maestra, pedagoga y escritora).

 Sin conexión no hay comunicación

“La empatía es un acercamiento a la realidad de los demás. Empaticemos con nuestros hijos, con sus realidades, con lo que están sintiendo. Y así, a través de la empatía, la conexión, podremos comunicarnos realmente con ellos y ellos aprenderán a comunicarse con los demás” , Marina Escalona (Educadora y escritora).

 Los cuentos como nexo comunicativo con nuestros hijos

A veces hay cosas que nos cuesta explicar a nuestros hijos. Los cuentos son una potente herramienta que nos pueden ayudar en esta tarea. Hay un cuento para cada situación (duelo, celos entre hermanos, separación…), solo hay que buscarlo”, Miriam Tirado (periodista especializada en crianza y escritora de cuentos infantiles).

NO TE PIERDAS EL PRÓXIMO CAPÍTULO

La educación importa para reconocer y estimular el papel de los docentes

Fecha: 10 de junio

Hora: 22.00 hora peninsular

Inscripción gratuita

www.laeducacionimporta.com