Llevo días pensando si aprovecho mi visita al distrito seis para dejarme caer por el mercado de As Conchiñas. Tengo dudas porque siento cierta debilidad por las plazas de abastos, lo admito. Me gusta su ritmo, cómo se refleja la personalidad de cada vendedor en los puestos, me hacen gracia las respuestas con retranca a los clientes y me entretiene el rifirrafe que siempre existe entre los gobiernos locales y los placeros. Para justificar mi elección he encontrado un argumento infalible: seguro que en la campaña algún candidato se da un paseo por los mercados, así que yo también. Y aquí estoy, en plena calle Barcelona para conocer las aspiraciones de diez vendedores.

Por el puesto de pan de Beni Godoy no deja de pasar gente, tenemos que interrumpir la charla cuatro veces para que pueda vender tres trozos de bollo, un pan de centeno y una bolsa de galletas a granel. Beni demanda una ciudad con trabajo y que apoye más al pequeño comercio. "No tiene sentido tener cuatro o cinco centros comerciales impresionantes y motivar que todo se vaya para allí. La ciudad necesita las tiendas pequeñas, con calidad y buena atención, porque son las que dan empleo y vida a los barrios", defiende. La vendedora reclama políticas que atiendan las necesidades reales de la gente y con más sentido común para evitar que pase como con la nueva plaza de As Conchiñas donde se reservó una zona muy pequeña para los juegos infantiles cuando, en su opinión, "la mitad debería de ser para los niños, para que vengan las familias y dar vida al parque". Siente que las municipales cambiarán poco el actual panorama, que se necesita más tiempo porque "entre unos y otros han dejado España arruinada y para poner esto un poco mejor se necesita un cambio de mentalidad y que venga gente nueva, con ideas nuevas, para que desarrollen la ciudad como queremos todos los ciudadanos y no solo unos pocos". La claridad de sus palabras tendrá continuidad en su voto. Piensa que "los partidos mayoritarios se han quedado obsoletos" y se decantará por otras opciones.

La frutería de Lucinia Loureiro da color a una de las esquinas que se ve nada más subir a la primera plan del mercado. La mañana está siendo movida, así que me atiende sin dejar de ordenar la mercancía para soñar con "una ciudad más humana, con menos diferencias entre barrios, con más industria que genere puestos de trabajo y con medidas que motiven la apertura de pequeños negocios en la calle". "A mí no me dan las cuentas -continúa- porque cuando vinieron las grandes superficies dijeron que crearían 4.000 puestos cada una, así que con todas las que hay no sé cómo hay paro. También dijeron que atraerían a muchos clientes de fuera pero no se les ve porque vienen en coche, se meten en los centros comerciales y se van sin pasar por la ciudad". Loureiro piensa que las municipales no van a traer grandes cambios. "Antes la gente tiene que cambiar de mentalidad y entender que los políticos están al servicio del ciudadano y no nosotros al servicio de ellos como parece últimamente". No se cree las promesas electorales porque cuando llega la cita con las urnas "aquí no falta un político, todos vienen y dicen que atenderán nuestras peticiones, pero no vuelven a aparecer y no se acuerdan de nosotros para nada durante los siguientes cuatro años". Lucinia irá a votar en mayo porque siempre lo hace, aunque sea en blanco, pero en esta ocasión admite que tiene muchas dudas y que necesita pensarlo bien.

En la esquina opuesta, tanto por ubicación en la plaza como por parecer, Ramón García Aldao vigila que se mezcle bien la zorza en una amasadora que no para de dar vueltas. Lleva cuarenta años en el mercado, su familia ya tenía puesto en el que estaba en Santa Margarita, y cree que la prioridad de la ciudad debe ser el trabajo. "Con empleo se activa la economía y aumentan las ventas, lo que se necesita para que la siguiente generación siga con el negocio", dice mirando a su hija. García respalda la gestión de María Pita en el último mandato porque "al menos se nota que están, que hacen cosas por mejorar la zona como la remodelación de la plaza". Sin valorar si las municipales pueden o no dar una ciudad con más empleo, el vendedor apunta que irá a votar y que lo hará por su partido de siempre.

De la carne paso a la charcutería de Margarita Díaz que quiere "igualdad de oportunidades para todos, mejor calidad de vida y servicios que funcionen bien, sobre todo, en educación y sanidad". Margarita cuenta que la ilusión de mejorar es lo que le motiva para ir a votar, pero "las cosas tampoco cambian con un chasquido de dedos, hay que trabajar y hacerlo bien". Tal vez sea esta visión la que le ha llevado a vender quesos por internet. Díaz sirve a domicilio a través de www.unpaisdequeixo.com a los clientes cuyos horarios no casan con los del mercado, que solo abre hasta las 15.00 horas.

Marisol Castiñeira Casal está de estreno. Aunque trabaja desde hace dos años en la plaza se acaba de trasladar de puesto y el cambio le ha permitido aumentar su oferta de productos, ha pasado de vender quesos a regentar toda una charcutería. Su compañera Mónica Lorenzo Fresco, que tiene una carnicería a tres puestos, le echa una mano para poner puntillas en los cantos de las estanterías y así darle un toque femenino el nuevo punto de venta. Por cómo se hablan se nota que son amigas y gracias a la ayuda de Mónica consigo abrir el debate. La carnicera quiere una ciudad "más verde, con más empleo para que aumenten las ventas y que se fomenten las plazas de abastos para que no se mueran". Marisol se suma a la petición y cree que las urnas de mayo no servirán para conseguir la ciudad ideal de las dos. "Antes tiene que cambiar todo mucho, hay que cambiar de mentalidad y a la gente que está porque se necesita limpiar y renovar las instituciones", argumenta. Mientras habla Marisol, Mónica se escapa para pedirle a Rafa Alonso Gómez que también responda a mis preguntas. Así da gusto, me la voy a llevar de ruta por el resto de distritos porque con su ayuda seguro que no me pasaría horas deambulando. El frutero se muestra reacio a conversar porque hasta ahora nunca se había planteado qué Coruña quiere: "Vives al día y no piensas más". Pero en dos minutos se da cuenta de que quiere "un cambio en positivo, que mejore todo a nivel laboral para que la gente sea más feliz". Alonso no confía en las municipales para conseguir este viraje, "pasamos de izquierda a derecha y todo sigue igual, no se notan cambios porque en el fondo son iguales, todos prometen mil cosas pero a la hora de la verdad hacen poco". Cuando concluyo la conversación con Alonso, cada uno vuelve a su puesto. Detrás de sus mostradores, Marisol y Mónica alzan las manos para despedirse de mí a distancia y desearme suerte, por esto me gustan las plazas de abastos.

Dejo para el final el pescado, no por elección sino porque hasta última hora no me pueden atender por la afluencia de clientes. Desde la primera vez que me acerqué al puesto de Antonio Martínez hasta que conseguimos hablar ha vendido todas las pescadillas y ahora quita las cabezas a los últimos kilos de jurel. El vendedor quiere "una ciudad más cuidada, que inviertan más en mantenerla en buen estado y que aumente la vigilancia para luchar contra el vandalismo". En su lista de deseos también entran los partidos políticos porque "ya es hora de que miren por la gente y no tanto por sus amigos ricos". El tono de Antonio sube al reconocer que está harto de que "la clase política y la justicia se rían de la gente porque ves que los que tienen pasta no van a la cárcel y, si van, parece que están de vacaciones". "Hay que cambiar, los que están no merecen volver a ganar porque nos han engañado a todos. Yo no les voté, pero esperaba más de ellos". Antonio se ha levantado a las 04.30 horas, no ha parado en toda la mañana; he visto cómo abría varias pescadillas con precisión de cirujano y cómo buscaba sin poner mala cara el género que por peso se adaptaba al presupuesto de sus clientes. Al despedirnos, resume sus peticiones: "Ya está bien de que se rían de nosotros, solo necesitamos que nos dejen vivir".

Ya es hora de recoger cuando Marco Antonio Rodríguez hace el esfuerzo de pensar en lo que le falta a la ciudad para saber qué le gustaría tener para el futuro. "Se necesitan más colegios y plazas en las guarderías, más espacios verdes y, sobre todo, más trabajo", peticiones que cree difíciles de conseguir en las municipales porque las políticas estatales no dan mucho margen y "los dirigentes tampoco se preocupan por estos temas". Desde su punto de vista ha llegado el momento de apostar por "un cambio radical porque esto así no va, si los que mandan no han hecho nada hasta ahora significa que ya no lo van a hacer, así que hay que probar con gente nueva y no tener miedo porque peor no vamos a estar".

El vendedor José Castiñeira también empieza por lo que no le gusta para llegar a lo que quiere. "No me gusta A Coruña que tenemos porque parece más hecha para pasear que para vivir, hace falta una ciudad más pegada a la realidad, dejarse de tanto paseo marítimo y tanta Marina y preocuparse más por la gente". Castiñeira cree que la plaza vive su peor época porque "no hay dinero, no hay consumo y no hay gente". Le digo que, sin embargo, yo he visto mucho movimiento y que me ha costado hablar con él. Me rebate con sus libros de cuentas. Antes compraba mil euros en mercancía y ahora con suerte invierte quinientos, antes se preocupaba más comprar y ahora más por vender, y antes a las once de la mañana había atendido a tantos clientes como en todo un día de ahora. "Llevamos siete años remando y esto no hace más que empeorar, vamos a peor porque a la gente no le da lo que gana", resume. Tras treinta años de trayectoria y tras asistir a muchas visitas electorales al mercado, considera que "no hay cambio posible porque cuando llegan al poder no hay ni izquierdas ni derechas, todos son parecidos".

Entre los comentarios con mucha miga, las peticiones de temporada y los sueños al corte tengo la sensación de no hablar con placeros. A sus habituales peticiones como comerciantes hoy se han sumado otras como ciudadanos que no había oído antes. Bajar las nuevas escaleras de chapa de As Conchiñas con el eco de conceptos como conciencia ciudadana, equidad o cambio de mentalidad me da una nueva perspectiva del mercado y hace que, quizá, me gusten aún más.

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