España puede permitirse la decepción de Podemos, porque el mercado electoral aumentará la oferta para compensar la desilusión ante el partido que acabó con Juan Carlos I, con Mariano Rajoy y con el independentismo catalán. El PSOE es el único sector de la población que debería preocuparse por el retroceso de sus socios. Sin embargo, el partido antaño hegemónico de la izquierda tiende a los viejos errores que le costaron la supremacía, y sus dirigentes exhiben un maldisimulado regocijo ante las tribulaciones de Pablo Iglesias.

Los socialistas incluso se permitieron despreciar la alianza con Podemos, a través del hiperministro Ábalos. El titular de Fomento volvió a requebrar a Ciudadanos, montado sobre las encuestas que señalan una mayoría absoluta de PSOE con las fuerzas de Rivera. Se trata de los mismos sondeos que avanzaban más de 175 diputados para el PP y su marca naranja, en las generales de 2015 y 2016. En efecto, la suma mayoritaria nunca se produjo, y Rajoy acabó siendo víctima de esta ensoñación. Pedro Sánchez puede caer víctima de idéntico maleficio pronosticador.

Se alegará que el PSOE saldrá beneficiado del desánimo entre los votantes de Podemos. Este razonamiento implica un error de cálculo. No se necesita un sondeo para concluir que uno de cada dos votos que pierden los morados acaba en el morral de los socialistas. El otro sufragio se va a la abstención, en la mejor de las hipótesis para la izquierda. Por tanto, Sánchez pierde capacidad de maniobra conforme se debilita su vecino a siniestra. Expresado en términos más dolorosos para los inquilinos de La Moncloa, la desafección hacia Iglesias agiganta la viabilidad del pacto entre Vox, PP y Ciudadanos. Por lo visto, hay gente dispuesta a no aprender nada de lo ocurrido en Andalucía.

Al margen de los números, un Podemos castigado por las urnas no será un aliado más dócil, según pretenden los socialistas. La derrota vaticinada por las encuestas, siempre especialmente inmisericordes con las tropas de Iglesias, puede implicar un endurecimiento de sus posturas.

En especial, si implican el descabezamiento de su líder. En lugar de perseguir desaforadamente el castigo de partidos a quienes necesitarán inexcusablemente, PP y PSOE deberían preocuparse de las facturas que tendrán que abonar para garantizarse una fidelidad de pago. El 28A se liquidará la etapa de los pactos sin cargos incluidos. Populares y socialistas se han malacostumbrado a incorporarse cuarenta o setenta diputados ajenos, gratis total. A partir de ahora, los aliados exigirán cuotas de Gobierno. Iglesias y Rivera no pueden esperar más..