Por si unas elecciones generales cada dos años no fueran suficientes, las encuestas alimentan la ficción de que el Gobierno puede ser descabalgado o confirmado a diario. El barómetro del CIS que dinamita al PP es tan hipotético como un cálculo de barra de bar. Sin embargo, el solo hecho de que pueda plantearse que los socialistas doblen en diputados a los populares, plantea un dominio del tablero sin precedentes desde González. Con la notable diferencia de que el bipartidismo ha sido roído en sus entrañas por los emergentes.

Al margen de los resultados, el CIS concreta que PSOE y Vox son los protagonistas absolutos del panorama electoral, uno por consolidación y otro por irrupción. La reducción del PP a la mitad de sus resultados consecutivos de 2015 y 2016, o a una tercera parte de la hegemonía que saboreó en 2011, ofrece pasto a los carroñeros. En especial si se recuerda que hace un año gobernaba Rajoy, con una mayoría hasta tal punto confortable que se permitía felicitar al PSOE en el Congreso por su lealtad institucional.

Sánchez no se ha limitado por tanto a heredar el trono de Rajoy y sus 137 diputados, también le ha robado sus resultados en las encuestas del CIS. Por tanto, la situación actual solo puede ser encajada en la normalidad por quienes en abril de 2018 presagiaran la vorágine en curso. La continuidad dinástica, entre el Centro gobernado ayer por Soraya y hoy por Tezanos, se transmite a las coaliciones posibles. Tanto en 2015 como en 2016, se pronosticaba una mayoría absoluta de PP y Ciudadanos que no se materializó. La suma mágica del número 176 sigue recurriendo a Rivera, pero ahora junto al PSOE. El lector deberá decidir las probabilidades de acierto, desde la influyente coincidencia de que esa coalición sea auspiciada por el Ibex.

El CIS desahucia al PP, pero tal vez ha puesto un excesivo énfasis en el enterramiento. Sobre todo, al no potenciar proporcionalmente a sus socios de Ciudadanos y Vox. La progresión de Rivera sigue quedándose por debajo de las expectativas, y la entrada de Vox bajo palio no sustenta una mayoría suficiente de derechas. La suma de los tres partidos se sitúa por debajo de los 150 diputados. Este listón desentona de la evolución de las fuerzas conservadoras durante la década y de los resultados de Andalucía, todavía sin cicatrizar para la izquierda. A alguien se le ha ido la mano, menos de 160 escaños es absurdo para el pacto andaluz.

El exiguo resultado de los populares en Cataluña, así como la avalancha independentista, deberán ser explicados por quienes insisten en una sociedad oprimida por una minoría. No en las encuestas, desde luego.