La viabilidad de En Marea como proyecto político quedó ayer comprometida con un batacazo que redujo a la condición de residual al partido liderado por Luís Villares, que se presentó en solitario a las generales tras romper con Podemos y Esquerda Unida, con los que competía por repartirse el granero común de votos. Los primeros perdieron y con poco más del 1% de votos en Galicia „17.522 al cierre de esta edición con el recuento al 99%„ se convirtieron en la séptima fuerza de la comunidad, superada por PSdeG, PP, En Común-Unidas Podemos, Ciudadanos, BNG y Vox. El escrutinio incluso los relegó al octavo puesto en Pontevedra y A Coruña, superados allí por los animalistas Pacma.

Villares justificó el resultado por el carácter estatal de los comicios. "La clave estatal nos acabó pasando factura", justificó antes de añadir que el intento de frenar un posible Gobierno de "las derechas" de PP, Ciudadanos y Vox redujo sus opciones. "El miedo hizo que se concentrase el voto en el PSOE", declaró el juez en excedencia, que ahora deberá lidiar con la ofensiva de sus exaliados ayer de Podemos y EU para romper con él en el Parlamento gallego, donde comparten un grupo de 14 diputados que lidera la oposición al PP de Núñez Feijóo.