Una noche electoral es también una noche de calibrar cuántos votos son necesarios son necesarios para ganar un diputado. Así, los resultados del 28 de abril reflejan una pelea en la izquierda, entre el PSOE y En Común-Unidas Podemos, y menos opciones para Ciudadanos, el PP o el BNG, que hasta el final mantuvo en vilo la esperanza de entrar en el Congreso. Precisamente los populares y los nacionalistas protagonizaron la pugna en la provincia de A Coruña. Al final, el PP se llevó el gato al agua: consiguió el octavo diputado por un margen de 12.261 votos respecto al Bloque, según los datos del Ministerio de Interior.

La pugna fue clave, no solo por la posibilidad de que el BNG entrara en el radar del reparto, sino porque los coruñeses consiguieron aguantar el tercer asiento pese a dejarse por el camino 15 puntos y casi 90.000 papeletas.

En la circunscripción de Pontevedra, el duelo lo libraron el socialismo y el espacio de confluencia, con triunfo de los primeros. En este caso la ventaja fue la más abultada de entre todas las provincias, con 23.086 votos de distancia. Prácticamente el PSdeG nunca vio peligrar su tercer escaño, que ocupará Ángeles Marra. Más ajustada fue la batalla en Lugo, en donde también el PSdeG y En Común-Unidas Podemos intentaron hasta el final luchar por el cuarto parlamentario. También se lo llevaron los socialistas, aunque por un margen mucho más reducido: 12.800 votos en total.

Por último, la novedad se registró en Ourense, no con una pugna entre el bipartidismo, las formaciones de izquierda o las marcas de la derecha, sino entre el PSdeG y Ciudadanos, que se quedó a 10.900 sufragios de sumar a su balance un tercer diputado, además de los sellados por A Coruña y Pontevedra.

En España, la herramienta de reparto de representantes recogida en la ley electoral es la fórmula D'Hont, uno de los responsables del bipartidismo imperfecto que rige en España. También resulta llamativo otro dato surgido de estas generales. Se trata del "coste" de cada diputado: es decir, del número de votos que necesitan las formaciones para verse traducidos en parlamentarios. Tomando como referencia Galicia, y pese a aventajar en más de 77.000 votos al PP gallego, los socialistas requirieron 52.400 apoyos más que su rival por cada uno de sus 10 escaños. En cambio, los populares, con nueve, necesitaron 49.700. Casi 3.000 votos de diferencia.

En un sistema que otorga ventaja al bipartidismo en las circunscripciones más pequeñas, muchos de los apoyos a terceras y cuartas formaciones suelen quedarse sin representación. Esa consecuencia se vio en En Común-Unidas Podemos o en Ciudadanos. En el espacio de confluencia, emplearon 118.000 votos por cada uno de los dos diputados logrados, mientras que los naranjas tuvieron dos escaños y 91.000 votos de "coste" en cada uno. El BNG, con más de 93.000 papeletas, y Vox, con 86.000, tampoco pudieron conseguir ningún acta.