La decisión del presidente. El derrumbe histórico del PP con Pablo Casado al frente puede precipitar la decisión de Alberto Núñez Feijóo sobre su futuro. El 18 de junio del año pasado anunciaba que no podía ni quería "fallar a los gallegos" y renunciaba a liderar el PP a nivel nacional, pues su compromiso como presidente de la Xunta le ataba hasta 2020. Su decisión, que sorprendió a muchos, pues siempre se dejó querer por Madrid, apagó el debate en torno al futuro de Feijóo. Sin sucesor claro en Galicia, aquí los suyos le pidieron que optara a un cuarto mandato y amarrase otra mayoría absoluta. Y ahí quedó todo. Sin despejar la incógnita de si repetiría, una vez que se había autodescartado en Madrid. La debacle del PP, que pierde la mitad de su electorado y ve como Ciudadanos le supera en Madrid, Cataluña, Andalucía, Aragón y Baleares, resucita el nombre de Feijóo como sucesor de Casado. Las tertulias la misma noche electoral y ayer otra vez volvían a rescatar su perfil para el reto titánico de salvar los muebles del partido que se tambalea como referente del centroderecha en España. ¿Por qué? Porque aunque en Galicia el PP pierde la posición de liderazgo, lo cierto es que es la comunidad donde resiste mejor ante el avance de Albert Rivera y Santiago Abascal. Es la comunidad con más porcentaje de voto y dos de las cuatro provincias donde el PP se mantiene como la fuerza más votada son gallegas (Ourense y Lugo). La sustitución de Casado, de haberla, se demorará. Al cabeza de cartel del 28-A le queda comerse el marrón de las elecciones municipales, autonómicas y europeas de mayo. Feijóo es el referente porque siempre marcó distancias con la estrategia de derechización de Pablo Casado. Avaló el pacto con la extremaderecha en Andalucía, solo tras asegurarse que no se firmaba un cheque en blanco y con concesiones inadmisibles para un político de centro reformista. Ya entonces no tuvo problemas en declarar: "Me indignan las propuestas de Vox sobre mujeres y autonomías". También remarcaba siempre que podía que "el PP es de centro reformista, con un espectro desde la derecha hasta centro izquierda, y así gana elecciones". La misma noche electoral a Feijóo ya le preguntaron si haría las maletas para ir a socorrer a su partido. El líder del PP gallego se atuvo al guión. No hay vacante en Génova y él tiene un compromiso en Galicia hasta 2020. Pero la tentación vuelve a rondarle y Feijóo tiene pendiente una decisión, al menos hacerla pública. ¿Repite como candidato en Galicia, se marcha a la empresa privada o intenta reproducir el éxito que tuvo aquí en la escena estatal? En septiembre el titular de la Xunta cumplirá 58 años, si ahora da un paso adelante y se va a Madrid tendrá por delante cuatro años de travesía del desierto para reconstruir el partido y si no hay adelanto electoral llegaría a la cita con las urnas con 62 años y con Pedro Sánchez, que tendría 51 años, como potencial rival. No es diputado en el Congreso para ser el azote del presidente del Gobierno, papel que le dejaría a Rivera, y el grupo parlamentario está repleto de fieles casadistas. Son factores a tener en cuenta, pero "el partido te necesita", le susurrará más de uno. Si se queda, intentará emular a Fraga y lograr una cuarta mayoría absoluta, y redoblar su victoria porque las mayorías absolutas en este país ya parecen más propias del pleistoceno o de los neardentales. También se arriesga a cerrar su carrera política con una derrota, como le sucedió a Fraga. O podría dar un giro a su vida, marcharse invictus, renovarse y buscar nuevas expectativas y alicientes en la esfera privada, desoyendo a los suyos que le ven como el único garante de la permanencia en San Caetano. La decisión es suya, es vital, y sumamente difícil. Desde el domingo vuelve a tener tres opciones, y el fracaso de Casado aumenta la presión sobre Feijóo. Tiene que tomar una decisión. Por lo de pronto, no acudirá a la reunión de la Junta Directiva Nacional que analizará los resultados del 28-A. La razón, tiene sesión de control en el Parlamento gallego.

"Campaña errática". "Con 200.000 votos y tres escaños menos en Galicia, y 71 diputados menos en España y Ciudadanos acercándose a nosotros peligrosamente, no podemos decir que la estrategia fue un acierto. Las encuestas advertían de una fuga de votos hacia la derecha y nos lanzamos a por ellos y descuidamos el centro y lo hemos pagado". Esta es una de las valoraciones más light, que ayer se podían escuchar en el PP gallego. "Hay que recomponer el partido desde el centroderecha", "no somos Vox, nunca lo hemos sido, ni los vamos a ser", "la campaña fue errática", "nos metimos en charcos en los que no teníamos nada que ganar y mucho que perder, por ejemplo, el aborto", "Génova se equivocó al pensar que toda España es cómo el barrio de Salamanca", en caliente y en tono confidencial dirigentes del PP gallego digerían ayer todavía el resultado y el dedo acusador apuntaba a Madrid. Se llevan las manos a la cabeza porque el PP gallego resistió como primera fuerza a la crisis y los recortes impuestos, al accidente del Prestige, a la crisis de las vacas locas, y cede el liderazgo al PSdeG por primera vez en la historia por "abandonar el centro". En 2016 Mariano Rajoy apuntaló su victoria apelando al voto al miedo a Pablo Iglesias, y Pedro Sánchez copió la táctica con el voto al miedo a Vox. Y funcionó, admiten los populares. "Hubo un voto en defensa propia, un voto al PSOE para que no gobernara el PP con Vox", analizan en el PP gallego. También admiten fuga de votos al PSOE, de electores de centro que se asustaron ante un eventual Gobierno con ministros nombrados por Abascal. ¿Debe irse Casado? A esta pregunta evitan contestar y prefieren remarcar que falta menos de un mes para los comicios locales y no es el momento de abrir una crisis interna. "Eso se lo dejamos a En Marea y Unidas Podemos", comentan. Pero en el PP gallego no dan todo por perdido. Han sufrido un duro correctivo en las urnas, no obstante piensan que en las elecciones de mayo habrá "un repunte" y que es mucho más probable que ellos retengan el poder autonómico que el PSdeG se lo arrebate. "El voto de cabreo, de castigo se moderará y la ciudadanía observará que con su papeleta han ayudado a Sánchez a seguir en La Moncloa, el 26-M se lo pensarán mejor al elegir alcalde" , vaticinan. Los populares recuerdan que en las elecciones municipales de 2015 el PP gallego ya salió tocado, y José Ramón Gómez Besteiro ya se veía como presidente en San Caetano, y un año después, tras "renovar ideas y equipos", Feijóo repetía mayoría absoluta, y el PSdeG sumido en una crisis de liderazgo. La cuestión es que ahora el líder del PP gallego ya remodeló el Gobierno para los comicios locales y por primera vez en el caladero de centroderecha tiene competidores. ¿Cuál será el revulsivo en esta ocasión?