Un día de 1994, Daniel Varela tenía una cita en Santiago. En una de las tascas que salpican el cinturón rural de la ciudad le esperaban Manuel Fraga y parte de su equipo en el PP. El encuentro tenía un propósito: Varela iba a ser proclamado candidato a las elecciones europeas de ese año, así que Fraga decidió someterlo a una pequeña prueba electoral. "Tenemos aquí a un europarlamentario que les va a dirigir la palabra", apeló a los parroquianos que apuraban unas cuncas de vino en el local. Acto seguido, endosó a Varela un megáfono. El aspirante „hoy diputado autonómico„ improvisó un discurso. Y fue pragmático: captó la atención del público cuando les dijo que la calidad de ese vino que bebían dependía no de Galicia, ni de Madrid, sino de Bruselas. "Entonces dejaron de tomarlo", asegura Varela. El ejemplo ilustra hasta qué punto la importancia de la UE en la vida diaria de los gallegos no era correspondida en la misma medida por su interés. Veinticinco años y miles de millones después, cuando faltan dos semanas para las octavas elecciones europeas que se celebran en España, la situación no parece haber cambiado sustancialmente.

El último Eurobarómetro hecho público esta primavera señala que solo el 28% de los españoles sabe que en mayo se celebran los comicios comunitarios. Es decir: siete de cada diez electores que acudan a votar en las municipales el 26-M podrían llegar al colegio electoral sin saber que también podrán elegir papeleta para la Eurocámara. De los más de 1.000 encuestados, un 51% declaró que su participación en la jornada era entre "poco" y "nada" probable.

"Hay un cortocircuito", asegura Carlos Teijo, director del Centro de Estudios de Documentación europeos de la USC. "La Unión cada vez tiene un mayor nivel de competencias, pero la participación en las elecciones es menor", explica.

Basta con echar la vista atrás para comprobar que, en 1987, año de las primeras europeas, acudieron a las urnas un 57% de los gallegos, mientras el resto de españoles lo hacían en un 68%. Después, la tendencia siguió a la baja. En 1999 se registró un pico de convocatoria del 60%, pero entonces la jornada coincidía, como en este 2019, con los comicios municipales y autonómicos. En 2014, la implicación apenas alcanzó el 45%. La media de todas no llega al 50%.

Lo que ahora es la Europa de los Erasmus, la libre circulación o la moneda única, y que un día en Galicia también fue la de las autopistas o las depuradoras, no conecta políticamente con los electores. "No se vive el día a día de la agenda comunitaria a pesar de que el 80% de las normativas encaja con el marco de Bruselas", confirma el socialista Antolín Sánchez Presedo, parlamentario en Bruselas desde 2004 hasta 2014.

Y eso que Galicia ha sido una de las grandes beneficiarias del maná de fondos procedentes del club europeo. Más de 25.000 millones, según cifras de la Xunta. En fondos estructurales y de cohesión, desde 1989, Galicia se ha beneficiado de más de 12.900 millones, según los datos del Ministerio de Hacienda, la Consellería de Facenda y el estudio Galicia en la UE, de Miguel Moltó, exdirector de la representación de la Comisión Europea en España. Solo en el actual periodo presupuestario 2014-2020 están comprometidos 2.086 millones.

Forman parte de los fondos Feader, Femp, Fse o Feader. Nombres „o una lluvia fina de recursos„ que suelen figurar en una esquina de las vallas que anuncian autopistas, vías de tren, programas de empleo o las ayudas a la pesca „uno de los sectores más tutelados por la Unión„. Algunos de los proyectos fueron reivindicados por los gobiernos nacionales y autonómicos, pero sin destacar de dónde procedía la financiación. El problema es conocido, asegura Teijo. "Cuando algo es malo lo impone Bruselas y cuando es bueno lo hacemos nosotros", apunta. "En el último debate de los candidatos, la UE no se citó ni una vez", agrega.

Presedo recuerda esa indolencia de su época en activo. "En diez años tuve una entrevista casual con un representante de la comunidad y en el Parlamento gallego nunca fui invitado". En cambio, sí acudió a las Cámaras catalana o extremeña para valorar asuntos de interés.

"El proyecto europeo no es sencillo", expone Varela, impulsor de la primera Comisión de Pesca. El parlamentario explica que muchas veces la política comunitaria consiste no tanto "en los goles que metes" como en "los que paras" de terceros países que también buscan influir.

Para poner fin a la desconexión, las tres voces reclaman hacer mucha pedagogía "con lo que la gente ve". "En los mayores es más sencillo: nuestros abuelos recuerdan que si aquella Galicia pobre y aislada se ha subsanado ha sido en buena medida gracias a la financiación europea", sintetiza el docente de la USC. Presedo, por ejemplo, pide reforzar la sociedad civil (universidades, sindicatos, organizaciones, con la ayuda de los medios) para no dejar que Europa sea solo pasto de "las grandes multinacionales".

Varela, por su parte, propone que los diputados gallegos hagan frente común en Bruselas y empiecen a aplicar la frase del coruñés Salvador de Madariaga: "Europa no será una realidad hasta que lo sea en la conciencia de los ciudadanos".