Alberto Núñez Feijóo experimentó ayer el primer trago electoral amargo desde que se hiciese con las riendas del PP gallego. La ola de cambio urbano provocó que el PP se dejase casi diez puntos respecto a las municipales de 2011 y perdiese las alcaldías de Santiago y A Coruña, símbolos de su victoria hace cuatro años. A pesar de ello, el presidente de los populares reivindicó la victoria de su partido como fuerza más votada en la comunidad. "Ganamos las elecciones, pero no logramos las mayorías con la amplitud que nos gustaría", proclamó pasada la medianoche en la sede de su partido. "La gente nos exige más y nosotros nos exigiremos más", vaticinó para tratar de recuperar aliento a unos meses de las generales y a un año de las elecciones autonómicas.

El PP mantuvo la hegemonía como la lista más votada en 203 de los 314 concellos de la comunidad, pero se dejó casi diez puntos de apoyo respecto a los comicios de hace cuatro años con un 35,7%. El golpe resultó duro en las ciudades, que se sumaron al voto a favor del cambio registrado en puntos como Barcelona o Madrid. De hecho, Feijóo vinculó con el escenario estatal el descenso de apoyos de su formación y la "irrupción de un partido, Podemos, con diferentes denominaciones en las comunidades -se celebraron también comicios autonómicos para configurar 13 parlamentos- y en las ciudades".

En las ciudades gallegas, el PP sufrió un varapalo cuando cuatro años antes había salido como el partido más votado en todas. En Santiago, Martiño Noriega, de la nueva formación Compostela Aberta, superó a Agustín Hernández, alcalde tras dejar el puesto de conselleiro y una de las figuras más cercanas a Feijóo. En A Coruña, Carlos Negreira, también muy vinculado al presidente del partido, perdía su mayoría absoluta y empataba con 10 ediles con Marea Atlántica, que al cierre de esta edición era la lista más votada. Además, las autonominadas "candidaturas unitarias" abrían la posibilidad de arrebatar el bastón de mando al popular José Manuel Rey en Ferrol a través de pactos.

La pérdida de mayorías absolutas -el PP pasa de 188 en 2011 a 148- abre un escenario de incertidumbre, argumento que explotó el PP durante la campaña y que ayer mantuvo Feijóo. "Se abre una situación de incertidumbre y difícil gobernabilidad en Galicia y en España", avanzó antes de prever días de negociaciones en las que su partido trabajará "por la estabilidad".

Su comparecencia se retrasó para poder conocer si el PP también perdía la condición de más votado en A Coruña, pero el recuente no finalizó. A pesar de ello, reivindicó su deseo de que gobierne la lista más votada. "Donde ganamos, nos gustaría gobernar", expresó como deseo, aunque el pinchazo de Ciudadanos -logró presencia en Ferrol, Lugo y Pontevedra, quedando fuera de otras plazas donde las encuestas le aseguraban un sillón, como A Coruña o Santiago- lo deja con pocas opciones.

La legislación electoral ofrece ahora 20 días para que un alcalde logre la mayoría absoluta en un pleno municipal. En caso de que no se logre, la elección del regidor no quedaría bloqueada, como sucede en el caso de Andalucía con su presidenta, que se arriesga a tener que convocar comicios de nuevo. En el ámbito local transcurrido el citado plazo, el número 1 de la lista más votada recibe el bastón de mando. A partir de entonces, la gobernabilidad ya sí dependerá de apoyos.

En la cúpula del PP daban por descontado un desgaste de sus siglas debido a los recortes aplicados durante la crisis o los escándalos de corrupción a nivel estatal, aunque no preveían un revés de este calibre, que podría suponer también la pérdida de las diputaciones de A Coruña y Pontevedra y dejar a Jesús Vázquez como único regidor urbano de su marca. En el resto de ayuntamientos, el tradicional asentamiento del PP funcionó como parapeto.

A esos datos se agarró Feijóo, que insistió en que el PP había obtenido nueve puntos más de apoyo que a nivel estatal y que la diferencia con el PSdeG, segunda fuerza, alcanzaba los 10 puntos y con el BNG, tercera, los 20.