Durante años, la Xunta, el Gobierno central y también la UE han puesto el punto de mira en el declive demográfico de Europa, más evidente todavía en comunidades como la gallega, con un continuo envejecimiento de la población y la tasa de natalidad más baja desde 1941. Solo la llegada de inmigrantes permite un incremento del censo, que se consiguió en 2019 tras una caída constante en los ocho años anteriores.

Pese a los avisos de las instituciones y a las dificultades para garantizar el relevo generacional y equilibrar entre la población activa y los pensionistas, la demografía apenas preocupa a los gallegos.

Solo el 4,4%, según la encuesta de Gesop la ve como el primer problema de Galicia. Y además, con una percepción muy desigual en función de la provincia. En la de Pontevedra solo lo considera una preocupación el 2,4%, que sube al 3,3% en A Coruña. En Lugo, en cambio, llega al 7,5% y en Ourense al 11%.