Feijóo se alza con su cuarta mayoría absoluta. Ni el viento de cola del Gobierno de Sánchez ni la alianza del bloque de izquierdas y la entrada de sus competidores directos Ciudadanos y Vox pasaron factura al candidato del PP a la reelección, que en estos comicios -los primeros a los que los gallegos están llamados en verano- revalidó su victoria tras once años al frente de la Xunta. En una cita electoral marcada por la pandemia del coronavirus y un rebrote del Covid en la comarca de A Mariña que amenazó con un desplome de la participación, Feijóo revalidó su liderazgo empatando a victorias con Manuel Fraga ( 41 escaños), pero con la diferencia de que el fundador del PP gestionó la Xunta en la época de las vacas gordas mientras que al político de Os Peares le tocó lidiar con la crisis económica de 2008 y cuando Galicia empezaba a recuperarse estalló una crisis económica y sanitaria de dimensiones todavía desconocidas.

En el nuevo Parlamento gallego, solo habrá tres partidos. En su cuarto mandato y que, asegura será el último, Feijóo tendrá al frente al BNG de Ana Pontón, que liderará la oposición al triplicar los escaños alcanzados hace cuatro años, y al PSdeG, que no logró el objetivo de liderar el cambio en Galicia. Los socialistas, que se quedan como tercera fuerza, sufrieron un duro revés al sumar solo un diputado a sus 14 representantes pese a estrenar candidato, Gonzalo Caballero, y contar con la fuerza que da tener un presidente del Gobierno del mismo color político. Precisamente en la recta final del escrutinio había un acta en liza por Pontevedra entre populares y socialistas. Al 99,96% del recuento, el PP perdió un diputado (de 42 bajó a 41) en favor del PSdeG (que pasó de 14 a 15).

La coalición Galicia en Común, heredera de la marca En Marea, desaparece del mapa político al no obtener representación alguna frente a las 14 actas alcanzadas por la autodenominada izquierda rupturista en los comicios de 2016. Tampoco Marea Galeguista, Vox y Ciudadanos lograron votos suficientes -era necesario superar las barrera del 5%- para tener plaza en O Hórreo.

Imbatible

Hasta 42 escaños cosechó en estos comicios Feijóo, que durante la campaña del 12-J achicó las siglas del PP y apostó por situarse en el centro con un discurso basado en su experiencia de gestión y la estabilidad que ofrece frente al "mayor multipartito de España". Es un diputado más que los logrados en los comicios de 2016 -la mayoría absoluta en el hemiciclo gallego está en 38- acertando de lleno las encuestas que pronosticaban entre 41 y 43 asientos en la Cámara autonómica para los populares. Más de 620.000 gallegos eligieron ayer la papeleta del PP, que suponen casi la mitad de todos los votos.

Ni las elevadas temperaturas de la jornada, se rozaron los 40 grados en algunos puntos de la comunidad, ni las mascarillas y los geles higienizantes ahuyentaron a los electores. La participación superó a la de hace cuatro años: casi un 59%, cinco puntos más que en 2016.

A una semana de la cita con las urnas, las encuestas aventuraban la reedición de la mayoría absoluta del PP gallego -la única que el partido liderado por Pablo Casado tiene en toda España- dejando como incógnita de la noche el reparto de escaños entre las fuerzas de izquierda, con la pugna abierta entre Bloque y PSdeG por liderar la oposición.

Finalmente hubo sorpasso. El BNG se erigió como el gran vendedor de las elecciones de este domingo al convertirse en segunda fuerza con más del triple de diputados que hace cuatro años. El PSdeG, que aspiraba a convertirse en líder de la oposición, se tuvo que conformar con l5 diputados, uno más que hace cuatro años.

El gran perdedor de la noche fue Galicia en Común, la coalición de Podemos, Esquerda Unida y Anova, con la incorporación de mareas municipales. Después de haber sido una fuerza de referencia en la comunidad, la marca heredera de En Marea con un diputado muy activo en el Congreso al frente, el coruñés Antón Gómez Reino, desaparece del Parlamento. Los gallegos no perdonaron las disputas internas del espacio de la confluencia y le dejaron sin representación en el Parlamento.

El BNG de Pontón se había propuesto hacer historia en esta cita con las urnas y llevar a San Caetano a la primera mujer presidenta. Aunque esto último no lo logró, sí fue la gran sorpresa de esta cita electoral al capitalizar la práctica totalidad de los votos de los descontentos con el proyecto fallido En Marea, y superar al PSdeG.

La María Pita de la política gallega, como la eurodiputada Ana Miranda bautizó a Pontón durante el cierre de campaña en la emblemática plaza en honor a la heroína coruñesa, se hizo con 19 escaños, el triple que hace cuatro años, y casi el 24% de los votos en la comunidad.

En su segundo asalto a la Presidencia de la Xunta, Pontón ha devuelto al Bloque el peso que tuvo en pasadas legislaturas en O Hórreo tras quedarse en los comicios de 2016 con solo seis escaños. Pese a que los resultados de hace cuatro años fueron los peores, la formación frentista celebró esas actas como un triunfo porque las encuestas le dejaban por debajo de cinco y sin grupo parlamentario propio en la Cámara.

La "rapaza de aldea" que nunca aceptó un no por respuesta, como repitió en cada mitin en el que animaba a decir "sí al cambio" el 12-J, supera el máximo cosechado por el BNG de Xosé Manuel Beiras en 1997, que con 18 escaños logró arrebatar la segunda plaza al PSdeG.

En su estreno como candidato, Gonzalo Caballero no cumplió su sueño de doblegar al invicto Feijóo y liderar el cambio en Galicia. En los comicios autonómicos hace cuatro años, cuando cayó de 18 a 14, era el peor momento del PSOE a nivel nacional, una semana después dimitía Pedro Sánchez como secretario general forzado por el Comité Federal.

En la actualidad, los socialistas gallegos tenían el viento a favor del partido con el bastón de mando en el Gobierno central, junto con el bastón de mando de cinco de las siete grandes alcaldías de Galicia y de tres diputaciones. Pero ni con el tirón de Pedro Sánchez en Madrid ni su frescura al estrenarse como candidato permitieron a Caballero protagonizar un vuelco de siglas a la Cámara gallega.

Hubo un momento en que Gonzalo Caballero, el militante rebelde que en 2017 venció las primarias a la Secretaría Xeral del PSdeG contra el aparato del partido en Galicia y Madrid, pensó que tenía la Presidencia de la Xunta al alcance de su mano, que iba a ser él quien derrotara a Feijóo. Fue el 28 de abril de 2019, en las elecciones generales, cuando los socialistas obtuvieron en Galicia la primera victoria en 40 años. Por primera vez, se conviertieron en la fuerza más votada en la comunidad. Pero la repetición de los comicios les devolvió a la realidad: el PP recuperó el liderazgo.

Pese al ímpetu en sus mítines y los datos con los que se proponía tumbar la gestión de Feijóo en estos 11 años de Gobierno, Caballero no supo convencer a los votantes fugados de En Marea que apostaran por su candidatura en la cita del 12-J. Huyeron en masa hacia el Bloque. Con el estallido de la pandemia del coronavirus, Feijóó sumó puntos con su gestión y ensanchó la distancia con los socialistas.

La autodenominada izquierda rupturista llegó a las urnas dividida: por un lado, la coalición Galicia en Común, marca bajo la que se presentan Unidas Podemos, Anova (los nacionalistas de Xosé Manuel Beiras) y las mareas locales, y por otro Marea Galeguista, con los restos de los que renegaron del intento de control de Podemos de esta fuerza alternativa. La coalición liderada por el diputado coruñés en el Congreso Antón Gómez-Reino no logró heredar los votos de En Marea, que la pasada legislatura irrumpió el Parlamento como segunda fuerza más votada, empatada a escaños (14) con el PSdeG. Las sucesivas crisis internas del espacio de la confluencia la pasada legislatura acabaron pasando factura a su marca heredera en esos comicios, que desaparece del Parlamento gallego. Los pesos pesados de Unidas Podemos en Madrid, Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno y Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, no lograron insuflar votos a la coalición que se estrenaba este 12-J. El partido capitaneado por Gómez-Reino se coloca como cuarta fuerza con casi 51.000 votos, apenas el 4% del total de sufragios.

Marea Galeguista no llegó a los 3.000 votos, poco más del 0,2%.

Ciudadanos sigue sin calar en Galicia. En 2016, irrumpió en la carrera electoral a San Caetano de la mano de la periodista Cristina Losada, que se hizo con 48.103 votos, un 3,38%. En la cita de este domingo, con la también periodista Beatriz Pino, el partido naranja no llegó al 1% de los sufragios.

Sin estructura en Galicia, Cs depende de su fuerza a nivel estatal y, tras el descalabro de las últimas generales, incluida dimisión de Albert Rivera, no ha logrado remontar. Además, la nueva líder, Inés Arrimadas, ha dado un giro en su estrategia, pactando con el PSOE, lo que puede haber desconcertado a sus potenciales votantes. Mientras, en la campaña en Galicia prometía apuntalar al PP si perdía la mayoría absoluta.

El discurso de Vox no ha surtido efecto entre los electores gallegos. El tirón de Santigo Abascal en las elecciones generales no ha sido suficiente para lograr que los suyos entrasen en el Parlamento gallego. La tercera fuerza del Congreso solo recibió poco más de 26.000 papeletas en los comicios de 12-J, el 2% del total. Su discurso contra el gallego, el nacionalismo y el propio Castelao, junto con sus propuestas de recentralizar competencias no han convencido a la ciudadanía.