Sin suspense y fiel a la música que esbozaron las encuestas previas, pero con cambios de letra, el PNV ganó ayer las elecciones al Parlamento vasco logrando uno de sus mayores resultados tras la restauración democrática, a un solo escaño ( y 2,5 puntos menos) de los que obtuvo Carlos Garaikoetxea, en 1984. Un ascenso, respecto a 2016, de tres actas que, complementado con el del PSE, que pasó de nueve a 10, garantizan a Iñigo Urkullu una plácida legislatura con el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara de Vitoria.

Si el bipartito sumaba 37 asientos, uno menos de esa mayoría, ahora se irán a los 41. El gran protagonista, con todo, fue la abstención. Mínimo histórico de participación y 15 puntos menos que en 2016. Eso permitió que Vox entrara en la Cámara, por Álava, con apenas 4.500 votos, 17.000 en el conjunto de la comunidad autónoma. En 2012, Ciudadanos, con un resultado parecido en ese territorio foral se quedó fuera del Parlamento.

Ese auge de las fuerzas del Gobierno no supone un descenso del principal partido de la oposición. EH Bildu alcanzó su mejor resultado histórico, pasando de los 18 a los 21, igualando los logrados en 2012, pero con tres puntos más de porcentaje de voto, hasta el 27,8%. Un ascenso que no fue plenamente detectado por las encuestas y que supone un espaldarazo a la nueva vía abierta por los independentistas vascos de pactar en Madrid con el Gobierno del PSOE. Las cifras de ayer sitúan a los bildutarras como viga maestra de una posible, y futura, alternativa de izquierdas al PNV. De momento, la suma con PSE y Elkarrekin Podemos no alcanza los 38. Ello sin contar que no sería la apuesta actual de los socialistas vascos.

Elkarrekin Podemos y la alianza entre el PP y Ciudadanos sufrieron un serio batacazo. El partido de Pablo Iglesias casi perdió la mitad de sus representantes al pasar de 11 a solo cinco y casi seis puntos del 14% logrado en el 2016. La coalición entre el PP y Ciudadanos, que sumaban nueve (todos de los populares) perdieron tres, situándose en seis. El PP, en solitario, logró hace cuatro años el 10,11% de los sufragios, cuatro puntos más que ayer, en alianza con la fuerza de Inés Arrimadas.

Vox consigue entrar en el Parlamento vasco con un único escaño por Álava, obtenido a costa del PP, a quien no benefició su alianza electoral con Ciudadanos. Los populares pierden cuatro escaños y miles de votos con respecto a las elecciones autonómicas de 2016, lo que constituye un severo revés para la estrategia impuesta por Pablo Casado.

La suma del PP y Ciudadanos consiguió hace cuatro años un 12,18% de los votos en el conjunto del País Vasco. Ahora con una candidatura unitaria se quedan en el 8,68%, tres puntos y medio menos.

Votar en la pandemia

Una parte de esa caída puede explicarse por la irrupción de Vox, que obtiene casi un 2 por ciento de los sufragios, aunque la coalición PP+Cs pierde otro punto y medio adicional con respecto a los resultados que obtuvieron los populares en solitario hace cuatro años.

La ley electoral vasca concede 25 escaños a cada uno de los tres territorios forales, con independencia de su población. El censo en Álava es de 250.000 electores, frente a los 910.000 (casi cuatro veces más) de Vizcaya y los 550.000 de Guipúzcoa.

La pandemia obligó a imponer excepcionales condiciones para los electores. Ordizia, donde se registra uno de los rebrotes, el Ayuntamiento habilitó un carril especial para que los ciudadanos en situación de riesgo pudieran acceder con facilidad a los colegios electorales.