El gran triunfador de ayer en Euskadi, Íñigo Urkullu (Alonsotegui, Vizcaya, 1961), será con toda seguridad reelegido lendakari por segunda vez. Si agota la legislatura completará doce años al frente del Gobierno vasco y estará a dos de igualar la marca de José Antonio Ardanza.

Urkullu, como demuestran unos resultados que devuelven al PNV la hegemonía de inicios de los años 80, es, para los que le votan masivamente, el hombre ideal en el lugar justo en el momento actual. Este momento que vive Euskadi, de resaca de la pesadilla terrorista, de agotamiento del debate territorial y de acumulación de crisis globales, la de 2008 y la actual por la pandemia. Alguien al que casi todo el mundo reconoce su capacidad de gestión y la de alcanzar acuerdos. Metiéndose, incluso, entre los gobiernos español y catalán, con la intención de mediar. Y es, sobre todo, el triunfo de la manera de hacer las cosas en el PNV. Es el hombre del partido por antonomasia, el que ingresó en las juventudes jeltzales (SEGI) e incluso interviniendo como telonero en un Alderdi Eguna con 22 años.

Tres años después entró en la ejecutiva de Vizcaya, el territorio vasco con mayor importancia en número de afiliados. Llegó a la presidencia del Bizkai Buru Batzar con 29 años y, con 36, en 2007, fue elegido presidente del PNV cuando su mentor, Josu Jon Imaz, abandonó la política.

La bicefalia forma parte del PNV desde sus estructuras locales. Los candidatos a alcaldes nunca son los presidentes de las agrupaciones. Y así hasta llegar al Euzkadi Buru Batzar -la ejecutiva nacionalista- y a Ajuria Enea -la sede del Parlamento vasco- Urkullu fue las dos cabezas de la bicefalia. Con Juan José Ibarretxe como lendakari, hasta 2009, y con Andoni Ortuzar como presidente del partido cuando él dio el paso para ser lendakari.

En el plano institucional se inició en el Parlamento vasco en la etapa Ardanza, más afín a su forma de proceder que Ibarretxe. Puede decirse, pues, que el éxito del 12-J lo sembró él mismo de 2007 a 2012, reordenando un partido que se había escorado hacia el soberanismo y cuyo electorado, al menos una parte, no obedeció. Todo eso, tras la pugna entre Joseba Egibar, el hombre de Xabier Arzalluz, e Imaz por las riendas del partido.

Quien le conoce, por ejemplo algún político catalán, lo define como "muy disciplinado, riguroso, afectuoso y amable". Es diplomado en Magisterio y enseñó euskera en una ikastola, "lo que le ha acostumbrado a hablar con la gente joven", apunta esta voz. Y añade: "Le gusta trabajar en equipo y lo que tiene más claro es que, por encima de todo, está el partido, el PNV" .