Feijóo no llegó al hotel hasta pasadas las 23.00 horas, pero desde bastante tiempo antes, un centenar de militantes, cargos del partido y conselleiros ya le estaban esperando y calentando motores. Y aunque todos llevaban mascarilla, la distancia social poco se guardó. Porque las victorias sin abrazos parecen menos. Cuando apareció Feijóo, saludando desde el alto de una escalera, el auditorio estalló en gritos de "presidente, presidente". Es una liturgia que conoce perfectamente.

Y al bajar y mezclarse entre los suyos, a quien primeramente buscó para saludar fue a su madre, Sira, su hermana, Micaela, y su pareja, Eva Cárdenas. "Nunca aparece pero siempre está ahí", dijo de ella posteriormente. A toda su familia le agradeció que le apoyara cuando decidió quedarse en Galicia y apostar por un cuarto mandato.

La gente tenía gana de fiesta, pero más allá del acto organizado para recibir a Feijóo y escuchar su intervención, al aire libre y en un escenario muy cuidado, no había nada previsto.