En Galicia se reparten 23 escaños, de los que 8 pertenecen a A Coruña, 7 a Pontevedra, 4 a Lugo y 4 a Ourense. El CIS vaticina que el PP perdería cinco asientos y el PSdeG uno o ninguno, mientras la Marea lograría 5 o 6 y Ciudadanos 2.

Lo novedoso es que la lista afín a Podemos rascaría un escaño en cada una de las provincias del interior, hasta ahora bastiones de los dos grandes partidos, fundamentalmente el PP. Ahí, de nuevo, un puñado de votos puede resultar decisivo.

El voto, con este sistema, no vale lo mismo. Por ejemplo, el BNG logró con un 12% y 66.970 papeletas un representante en Pontevedra, mientras en Ourense el PP se hizo con su tercer asiento con 38.000, mil menos de lo que le costó en Lugo. En A Coruña, sin embargo, el precio del último escaño fue de 68.000 votos. Se lo quedó el PP. La Galicia interior ha sido territorio vedado incluso para el mejor BNG, que en 2000 logró el 16% de votos, insuficiente para rascar un escaño. De hecho, desde 1982 cuando lo hizo la UCD en Lugo, y desde 1986 con Coalición Galega en Ourense, el bipartidismo no ha tenido rival en el interior.

Los partidos cree que los escaños estarán más baratos que en anteriores citas porque PP y PSdeG perderán apoyos. ¿Cuánto? Esa es la incógnita de la cita y la clave para medir el grado de resistencia del bipartidismo.