Las estadísticas laborales miden tantos aspectos del empleo y desde puntos de vista tan variados que es relativamente sencillo para los partidos encontrar un dato que encaje con el mensaje que quieran lanzar, aun a riesgo de que la fotografía se quede corta o peque de parcialidad. Esta fue, sin duda, la legislatura propicia para hacerlo ante el deterioro del mercado de trabajo y porque además los populares hipotecaron casi toda su gestión a que el retorno a Moncloa se saldara con mejores cifras que las que encontraron a finales de 2011. ¿Objetivo conseguido? Sí... y no. España acumula hoy menos desempleados, pero tiene también menos población activa y menos personas trabajando. En paralelo a las cifras que avalan el freno a la destrucción de empleo que el país padecía desde el tercer trimestre de 2007 viven la creciente temporalidad y la consolidación de las jornadas parciales, muchas veces como única opción para ocuparse.

"Es difícil que en un año o dos hagamos el camino de vuelta de siete años -asegura Venancio Salcines, presidente de la Escuela de Finanzas-. El mercado laboral ha empezado a cicatrizar sus heridas, camina a un ritmo moderado, pero el trecho que le queda es muy largo".

Cuando arrancó la legislatura, en España había 18,153 millones de personas trabajando. A estas alturas son 104.000 menos. El número de parados cayó, sin embargo, en 436.500, hasta 4,85 millones, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). La tasa de desempleo cerró el tercer trimestre de este 2015 en el 21,2% frente al 22,5% de hace cuatro años. ¿Cómo es posible que a la vez haya menos empleo y menos paro? Por la reducción de los ciudadanos que están en edad de trabajar y realmente quieren hacerlo. La llamada población activa. El paro refleja qué porcentaje de ellos no cuenta con un puesto de trabajo, por lo que si la población activa cae, también baja la tasa de paro. Y el descenso de los activos entre diciembre de 2011 y septiembre de 2015 roza los 541.000, el 2,3%. De hecho, la Seguridad Social tiene 25.000 afiliados menos que en noviembre de 2011.

Detrás de la pérdida de activos hay principalmente dos razones. El envejecimiento y la pérdida de confianza en conseguir una oportunidad, lo que provoca que parte de esos activos dejen de serlo -y, por ejemplo, vuelvan a los estudios- o emigren, incluidos los que en su día fueron inmigrantes. En total, 1,5 millones de residentes hicieron las maletas en los últimos cuatro años, de los que alrededor de 240.000 tienen nacionalidad española. Cuatro de cada diez son jóvenes de entre 20 y 34 años.

"Cuesta mucho dinero al erario público formar un tecnólogo o un licenciado en ciencias. Si una vez formados una gran parte emigra por falta de oportunidades de empleo, el país no podrá realizar la apuesta por la innovación y el cambio tecnológico imprescindible para reposicionar España y, por lo tanto, se verá obligada a seguir compitiendo en precios, expuesta a la concurrencia de países del tercer mundo", avisa Ramón Yáñez, doctor en Ciencias Económicas y profesor honorario en la Universidad de A Coruña. Un círculo muy peligroso porque ante las cada vez mayores rebajas en estas regiones para colocar sus productos, el país "tendría, forzosamente, que seguir con nuevos ajustes y devaluaciones internas, rebajando salarios y recortando gasto público, lo que acabaría afectando gravemente a la demanda interna".

Como ya sucedió. Entre 2011 y 2014, el salario medio en España se recortó en cerca de 700 euros anuales, hasta los 18.420, según el informe sobre el mercado de trabajo y pensiones elaborado por la Agencia Tributaria. El 21% de los empleados del país está por debajo del salario mínimo interprofesional, alrededor de 750 euros al mes. Son casi 3,7 millones de españoles, 229.174 más que cuatro años atrás. El gasto de las empresas en sueldos se desplomó en más de 28.500 millones de euros. "España no debe encontrar su lugar en el mundo a través de la devaluación competitiva o salarial. Es necesario empezar a visualizar incrementos salariales por encima de la inflación, aunque no deben ser impuestos porque todavía muchas empresas sufren la crisis", reclama Salcines.

La alternativa a la peligrosa competencia en precios viene de la diferenciación, "que requiere innovación en diseño, en nuevos materiales, en medios para controlar y simplificar procesos...", indica Ramón Yáñez. "Se necesitan tecnólogos en las empresas, fundamentalmente ingenieros -continúa-, y del apoyo de un sistema de I+D+i externo potente desde unidades de investigación, universitarios, departamentos y centros tecnológicos".

El profesor destaca la necesidad de "parar la sangría" de la emigración de ingenieros y científicos "por medio de contratos acordes con su cualificación en empresas e instituciones públicas", para luego acometer la eternamente esperada reforma del sistema educativo porque el actual "no permite dotar al país de gente preparada ni en el área laboral por medio de la FP, ni desde la Universidad". Él habla de dos fases: la retención del talento, "en un plazo menor a tres años"; y un pacto de todas las fuerzas para todas las fases de la enseñanza. "Comenzaría a dar frutos entre diez y quince años, pero es imprescindible e inaplazable", afirma.

Por el momento, y posiblemente por el protagonismo de la discusión sobre las grandes cifras del mercado laboral, la reflexión sobre el futuro del modelo económico y sus lazos con la educación queda en un discreto segundo plano. "En este campo poco o nada se ha hecho -apunta Salcines-. Hablar de un cambio de nuestro modelo llevaría a abordar otros debates, como el papel de las administraciones públicas, la prestación de bienes públicos o las transferencias de tecnología o I+D desde la universidad". Cuestiones, teme el también profesor de Mercados Financieros, que "prácticamente ningún partido desea abrir". "Es mucho más electoral -apostilla Yáñez- invertir en cemento y asfalto".

El 10 de febrero de 2012 el Consejo de Ministros aprobó el real decreto de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral que incidía en los cambios que el Ejecutivo socialista anterior aplicó desde septiembre de 2010. La existencia de "probadas razones económicas, técnicas, organizativas o de producción" permite a las empresas bajar los sueldos o alterar las condiciones laborales. La compensación por despido se abarató de 45 a 33 días por años trabajado. Y nacieron los famosos contratos para emprendedores, con 12 meses de prueba sin derecho a indemnización. El Gobierno apeló a la necesidad de flexibilizar el mercado laboral y que la reforma fue clave en la vuelta a la creación de empleo. Los sindicatos le replican con la generalización de los contratos precarios. Efectivamente son los que más crecen desde 2011. Un 4,1% los empleos temporales y un 12,1% las jornadas parciales, frente al descenso de un 3% de los indefinidos y del 2,6% en las jornadas completas, según el INE.

"Lo que más me preocupa del mercado laboral es el coste laboral, los costes de despidos los veo aceptables, aunque me gustaría profundizar en la mochila austriaca, como mínimo debatir sobre ella como una alternativa sólida a nuestro marco actual", apunta Venancio Salcines, en referencia al sistema de indemnización por despido a modo de fondo de inversión que se va nutriendo de una aportación mensual de la empresa y que se mantiene con el cambio de trabajo.

Lo que Yáñez cambiaría es la complejidad de los contratos. "Crear figuras específicas de contratos en prácticas reales con duración definida para jóvenes procedentes de la FP y titulados universitarios, además de acabar con la discriminación por sexos y proteger los derechos de las mujeres gestantes", señala.

Ninguno de los dos cree que el contrato único sea la solución . "Despedir es muy fácil y barato, sobre todo en las empresas de la nueva economía", dice el doctor en Ciencias Económicas y ambos coinciden en aplaudir la bonificación a los indefinidos. "Mejor que incentivar contratos de sustitución para los primeros contratos de jóvenes", señala Yáñez. "El trabajador fijo debe costar menos que el temporal, es una política de incentivos que observo positiva -añade Salcines-, pero no para crear más empleo, sino para transformar el temporal en fijo".

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