El componente generacional influye cada vez más en el comportamiento del voto en España. Este puede ser el año del electorado joven. El 28% de los gallegos llamados a votar tiene entre 18 y 39 años, 40.000 no superan los 19, según el INE. La participación de la juventud en la política aumenta desde hace siete años, coincidiendo con el inicio de la crisis, y los sondeos vaticinan que el próximo día 20 su movilización sea la más alta de los últimos años.

Todo ha cambiado. La política, la economía o el Estado de Bienestar. Y con eso han crecido los llamados a votar por primera vez en unas elecciones generales. "Están preocupados por el escenario vital que tienen", explica el sociólogo Benxamín Porto. "Están más interesados en la cuestión política porque pasamos de una posición de bonanza a una de incertidumbre". Los jóvenes han visto como el pacto intergeneracional se rompía, ya no basta con estudiar y tener un trabajo para vivir bien. Hoy el 60% de los gallegos menores de 30 años está desempleado y de los ocupados, más de la mitad tienen un contrato temporal. "La crisis ha hecho que los jóvenes sean más conscientes de la realidad, pierden alienación y quieren tomar decisiones porque saben que afectan a su vida", valora Porto.

Esto es lo que tienen en cuenta los noveles en las urnas como Soraya González y Nerea Torres. Ambas tienen 18 años, estudian Traducción e Interpretación y van a emitir su primer voto. Apoyarán a Podemos. Ambas responden sin dudas. El mensaje de la formación morada cala más entre los jóvenes, pero los sondeos indican que aunque los simpatizantes de Podemos son en su mayoría menores de 30 años, los ciudadanos de esta franja de edad no escogen al grupo morado de manera mayoritaria, sino que se decantan por otros grupos como Ciudadanos o el PSOE.

Lo que les lleva a decidirse por un candidato u otro es lo que al resto de ciudadanos, una combinación entre ideología, líder y programa. "Tenemos un conocimiento muy limitado de la realidad, solo vemos lo que queremos ver y lo que nos es más fácil entender, una figura, un eslogan, la gente no hace un análisis profundo de los programas políticos, se quedan con unas frases que asocian a una figura y votan por ella", explica el sociólogo. En el caso de Pablo Iglesias lo que convence va más allá de la información que transmite en sus discursos. "Su imagen le da fuerza", "te da la impresión de que puedes encontrártelo en el bus, sientes que es alguien como tú", son los argumentos que esgrimen los chicos, incluso aquellos que no le irán a votar.

La ampliación del abanico de opciones políticas es un aliciente para la juventud. Todos coinciden en que la política "ha ganado" con la aparición de nuevos partidos, incluso los simpatizantes del bipartidismo. Alejandro Birgós, de 19 años y votante del PP, considera que es enriquecedor tener más posibilidades donde escoger: "Aunque a los partidos tradicionales les afecta por la reducción del voto, como al Partido Popular el de Ciudadanos o al PSOE el de Podemos, es interesante para los ciudadanos".

La posibilidad de obtener un resultado diferente, el cambio, les lleva a movilizarse. Isabel Álvarez ejemplifica la postura de la renovación. Tiene dudas entre Ciudadanos y Podemos, una vacilación que puede parecer contradictoria, pero al final su voto, sea cual sea, abogará por el cambio. Álvarez señala que los electores tienen una imagen general de las propuestas de cada uno, "pero en la letra pequeña todos se parecen mucho".

Coincide con Álvarez, Manuel Gómez. Tiene 19 años y no sabe si acudirá a las urnas. Es un ejemplo del joven "pasota", que no se moviliza porque cree que su opinión no cuenta. No se siente incluido en el proceso: "Un voto no tiene relevancia". Está desconectado de la política, y siente desconfianza hacia ella porque los candidatos "dan una impresión y después son una cosa totalmente distinta". Sus experiencias han convertido a la generación Y (los millennials), en adultos más críticos. El 46% de los jóvenes españoles desconfía de la política convencional, según el estudio del centro Reina Sofía sobre la adolescencia y la juventud. "Se amoldan para caerle bien a todos y que voten por ellos desde varios grupos".

A pesar de que cuestionan el sistema, se muestran tradicionales frente a los valores clásicos de honestidad o prudencia. De ahí que castiguen en su elección a aquellas formaciones con más titubeos en sus posturas, las que más trayectoria tienen en política. "Las fuerzas que no sepan adaptarse a las nuevas manera de relacionarse y hacer política están destinadas a morir", señala el sociólogo.

Los veinteañeros tienen posturas más abiertas que los electores de mayor edad. Creen en la necesidad de pactos. "Son fructíferos sobre todo para temas de vital importancia para nuestro país como la educación", defiende Birgós, aunque mantiene que debe gobernar la lista más votada. Hay una sensación de ganas de renovación, incluso entre los simpatizantes del PSOE y el PP. En ellos no calan los mensajes negativos como en los votantes de mayor edad, prefieren esloganes positivos y que sientan como auténticos.

La imagen de un presidente

Los partidos analizan la imagen de sus rivales. Pedro Sánchez llegó a afirmar que Iglesias no tiene "pinta de presidente". A Alberto Garzón, de Izquierda Unida, se le ha criticado la falta de corbata, igual que al líder de Podemos. A los representantes de derechas su rigidez. A González, la votante de Podemos, le parece "patético" que se juzgue a un político por su imagen física o su vestimenta: "¿La gente va a votar a Pedro Sánchez porque es guapo? Yo no quiero un modelo, quiero un presidente". Los jóvenes restan importancia a la apariencia, criticada en franjas de edad mayores. Pero cuanto más a la derecha esté el votante, más importancia le otorga. "Es una imagen distinta, pero quizá no la apropiada para un presidente", considera Birgós, simpatizante del PP.

La crisis económica ha originado una juventud no tan despreocupada como se la suele caracterizar. Estas elecciones podrían ser un punto de inflexión para ellos, un paso hacia su implicación en la realidad y en la legitimación de la democracia, un sistema del que hasta ahora no sentían como propio. El proceso ha creado nuevos y diferentes electores. Los resultados, sea quien sea el ganador, habrán marcado ya una nueva manera de hacer política.