Galicia es vieja y su edad pesa, y mucho, en las elecciones del próximo 20-D. Los mayores de 65 años constituyen el grueso del electorado en la comunidad gallega, el 36,6%. En su mayoría representan un voto conservador, con tendencia hacia el Partido Popular, que responde a la necesidad de mantener el estatus quo. Su intención de voto es casi inmutable a lo largo del tiempo; sin embargo los cambios sociales y económicos que se han producido en los últimos años les han afectado y las nuevas fuerzas políticas logran arañar algunos apoyos entre este sector de la población.

José Antonio Monteiro (70 años) responde al perfil del votante clásico. No confía en los partidos emergentes porque "los nuevos prometen mucho, pero mucho ruido". Para él el bipartidismo sigue vigente porque no concede importancia ni a Ciudadanos ni a Podemos, a pesar de las encuestas. No tiene base experimental sobre ninguno, de ahí la falta de credibilidad que les adjudica: "No sé de dónde van a sacar tanto dinero como dicen que van a dar; no convencen a nadie, si acaso, a los jóvenes, porque les prometen algo que seguramente no van a cumplir, pero los jóvenes mantienen la esperanza".

Su rechazo a los cambios "está muy vinculado a su estilo de vida, en la medida en que dependen de un sistema de pensiones y de que se han sociabilizado en un entorno muy patriarcal y autoritario donde el orden y la estabilidad de un Gobierno fuerte han marcado su juventud, sus vidas y su manera de entender las cosas", explica el sociólogo Xesús Lage. Esa es la baza que juegan PP y PSOE, ambos se postulan como las únicas opciones firmes frente a la inexperiencia en gobernabilidad de los emergentes. Siguiendo esta línea de inamovibles está también Julio, de 72 años, que confiesa que "siempre vota al PSOE" porque le gusta "la tendencia socialista". La aparición de más jugadores en la partida política le parece excesiva. "No debería haber tantos", enfatiza. Entiende, sin embargo que el juego está entre cuatro y que entre ellos se produzcan pactos "Si tienen las mismas tendencias es normal que quieran tomar parte del Gobierno". El 60% de los mayores de 60 años está a favor del entendimiento entre partidos, según una encuesta de Kantar, una consultora de mercados.

Las opciones tradicionales saben que en esta franja de edad tienen a sus electores más fieles, por eso se esfuerzan en cuidarlos. No hay candidato a la presidencia que recoja en su programa electoral la bajada de las pensiones, a pesar de que el sistema es insostenible. La hucha de la jubilación se vacía, la legislatura del PP ha consumido prácticamente la mitad de los 66.815 millones que había en 2011. La renta de los jubilados superó este año, y por primera vez en la historia, a la de los ocupados: frente a los 20.220 euros al año que cobra un asalariado, los pensionistas reciben 20.720. Este dato les otorga el mayor poder adquisitivo de la población.

Abuelos de la crisis

A pesar de que el bolsillo de este sector sea estable, también acusan la crisis. El 80% de los abuelos ayuda a sus hijos y nietos económicamente. "En Galicia esa idea de un voto conservador está muy presente, pero no siempre es así, muchos de los jubilados fueron los jóvenes que participaron en la Transición y en su momento fueron estratégicos para impulsar el cambio social", recuerda el sociólogo, quien añade que aún así "quieren orden y les preocupa mantener el bienestar social". María José Ínsua, está a las puertas de la jubilación, pero el próximo domingo no votará pensando en su futuro, sino en el de sus hijos: "Tengo en cuenta que lo que han hecho ahora no me gusta, y que los jóvenes tienen que luchar para poder salir adelante". No está conforme con la imagen "dictatorial" que transmiten algunos líderes y considera indispensable ejercer su derecho al voto porque "sino después no se puede protestar".

Ínsua quiere un cambio en el país porque no confía en el actual Gobierno. Las instituciones políticas están en crisis. La ética pública está en entredicho y eso afecta directamente a los valores clásicos de los más mayores, de ahí que algunos electores rompan la tendencia y apuesten por nuevas fórmulas. Como Delia Rodríguez, de 80 años, que acudirá a las urnas para apoyar "a Podemos". Emigró con su marido a Venezuela para "trabajar en lo que saliera, pero sobre todo vendía dulces por las calle". Su voto es para la formación morada porque "al menos ellos no robaron dinero". Es el llamado "voto del castigo", como lo describe el sociólogo Lage. Los casos de corrupción pesan a la hora de tomar una decisión. "Los mayores también se cuestionan la partitocracia, el hecho de que los partidos defiendan sus propios intereses por encima de los de la población", explica Lage. Este voto es resultado del malestar ciudadano que planteó el movimiento del 15 -M, del mismo del que nace Podemos y donde muchos encuentran una opción para dejar de hacer seguidismo a los partidos que los llevaron a esta situación de rechazo institucional.