En solo seis meses, En Marea ha pasado de la euforia a la "tristeza". Del sorpasso al PSdeG en votos y el empate a seis escaños, a quedar de tercera fuerza en Galicia por detrás de los socialistas, perder un representante en Ourense y quedarse con cinco actas en total. En un ambiente de evidente decepción, los representantes de la coalición de Podemos, Anova y Esquerda Unida trataron de lanzar un mensaje de tranquilidad ante un cambio "que llegará", aunque "aún no sea su momento", y reconocieron la necesidad de "repensar" el espacio rupturista, cuyas grietas parecen haber lastrado su resultado. "No es la celebración que esperábamos. Aspirábamos a más. Es una mala noticia para el cambio en el Estado español", reconoció Antón Gómez-Reino, diputado electo por A Coruña. Se habían fijado como meta ocho diputados.

En Marea perdió 68.000 votos en solo seis meses y casi tres puntos hasta lograr el 22,1%, que le valió dos escaños por A Coruña, dos por Pontevedra y uno por Lugo. El que había ostentado David Bruzos por Ourense le fue arrebatado por el PP. Casi la mitad de los sufragios que En Marea se dejó pertenecen a A Coruña -32.000 papeletas y un 3,27%-, paradójicamente la provincia donde más presencia simbólica e institucional ostentaba gracias a los alcaldes de A Coruña, Ferrol y Santiago, presentes ayer en la valoración de resultados. En Pontevedra se mantuvo como segunda fuerza con 24.000 votos menos y una caída de 2,8 puntos, mientras en Lugo se dejó 7.000 -2,3 puntos menos- y en Ourense, 6.000, otros 2,3 menos. Pese a este primer retroceso respecto a la ola constante de crecimiento desde el nacimiento de este espacio, Alexandra Fernández, diputada electa por Pontevedra y militante de Anova, abogó por "repensar" su configuración -desde el peso del nacionalismo en su discurso a la configuración de una fórmula para las autonómicas-, pero mantuvo que sigue siendo el "termómetro del hartazgo de las políticas del PP". "Seguimos siendo la alternativa al PP y estamos en un empate técnico con el PSOE", añadió sobre el que vuelve a ser principal referente de la izquierda en la comunidad. A pesar de todo, Fernández destacó la "confluencia" como el camino a seguir para fijar un nuevo rumbo y arrebatar "la hegemonía al PP". "La lucha es larga", vaticinó.

Por su parte, Gómez-Reino, miembro de Podemos, también destacó la necesidad de "sumar más gente" a la izquierda rupturista para abordar el desafío de las elecciones autonómicas previstas para octubre después de que destacase como novedad de los comicios que "el bloque conservador se reordena", en alusión al trasvase de apoyos desde Ciudadanos al PP, tanto a nivel estatal como gallego. También pidió al PSOE que no dé "un cheque en blanco" a los populares para que sigan gobernando.

El 26-J supone para En Marea algo así como apagar la música y las luces de colores en medio de una fiesta. Del júbilo del 20-D se pasa a la resaca tras un resultado que, además, ya no la sitúa como la referencia de la alternativa al PP en San Caetano.

Sobre este asunto se posicionó con un mensaje triunfalista Yolanda Díaz, en contraste con los datos de la noche electoral, en la que los populares recuperaron la mayoría absoluta de escaños en el Congreso repartidos en Galicia con 12 de 23. "No hay posibilidad real de que gobierne el PP tras las autonómicas", descartó la diputada electa por A Coruña y líder de Esquerda Unida. "Vamos a por él", añadió sobre Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta.

Díaz se mostró decepcionada por las consecuencias del resultado. "Tenemos cierta tristeza por las pérdidas con estos resultados para las clases populares. Van a sufrir más", deslizó, en un reconocimiento implícito de que será Mariano Rajoy y el PP quienes mantengan el poder. El resultado del 26-J también impedirá que En Marea cuente con grupo parlamentario propio ante el voto negativo de PP y PSOE.