"A la investidura se va a ser investido. ¿A qué vamos a ir a la investidura? La investidura sirve para investir". Mariano Rajoy recurrió ayer al "como su propio nombre indica" para dejar claro que tras las elecciones del próximo domingo transitará por la misma senda que después de las del 20 de diciembre pasado.

Hasta ahora había dejado claro que volverá a poner sobre la mesa la "gran coalición" entre PP, PSOE y Ciudadanos, pese a que sus dos potenciales socios la rechazan desde hace mese meses. En Barcelona, ayer, fue más allá al anticipar que, aunque sea el partido con más escaños, como anticipan todas las encuestas, no se someterá a un debate de investidura si antes no tiene garantizados los apoyos necesarios para ser elegido presidente.

Con unos resultados similares a los de diciembre y sin garantías "no tendría ningún sentido" tratar de conseguir la investidura, paso imprescindible para que comience a correr la legislatura. Anticipándose a posibles pactos que le impidan jugar su condición de líder del mayor grupo del Congreso, Rajoy califica de "viejo truco para no respetar las urnas" que sus rivales electorales hablen ya de que gobierne quien tenga más apoyo parlamentario frente a quien haya ganado los comicios.

Sobre el anunciado veto de Ciudadanos a su investidura, recordó que tras el 20-D "tampoco sus votos eran necesarios" para configurar un acuerdo de gobierno entre PP y PSOE. "Los vetos son la negación de la política", denunció Rajoy, que aun así no descartó añadir a Albert Rivera a la "gran coalición": "Si él quiere, es bueno sumar", aclaró. "Nos sentaremos todos y vamos a ver si somos todos razonables", afirmó Rajoy, convencido de que "sería un disparate volver a celebrar unas elecciones".

Decisión de Podemos

La necesidad de contar con el PSOE para alcanzar el Gobierno obliga a Unidos Podemos a buscar formas de entendimiento con los socialistas. Desde la dirección de Podemos se filtró ayer la disposición a aparcar la consulta catalana, el asunto que se convirtió en un obstáculo insalvable entre las dos formaciones en las negociaciones de la legislatura pasada.

Con el objetivo de que se constituya un nuevo Gobierno en agosto, Unidos Podemos propondrá crear una mesa de negociación paralela en Cataluña que aborde la cuestión territorial. La postura no supondría renunciar al reconocimiento del derecho a decidir en Cataluña ni a la celebración de un referéndum como la mejor salida para la situación catalana. La solución consistiría en separar el Gobierno de España de la cuestión de Cataluña y marcar tiempos distintos para cada uno de los dos asuntos. La negociación territorial requiere un plazo temporal más amplio y la implicación de las fuerzas catalanas. Por ello, Podemos propondría al PSOE segregar ese apartado de las conversaciones para un acuerdo de gobierno y que el diálogo catalán se desarrolle de manera paralela, sin esperar a que de esa mesa salga un acuerdo cerrado para sellar la formación de Ejecutivo. La secretaria de Análisis Político de Podemos, Carolina Bescansa, reconoció ayer en Segovia que la coalición está obligada "a llegar a un acuerdo con el PSOE para gobernar".

Rajoy, por su parte, cerró la puerta a autorizar un referéndum en Cataluña porque sería "una losa que quedaría en mi cabeza el resto de mis días". En declaraciones a 8TV, el candidato del PP alegó que un referéndum de autodeterminación en Cataluña sería "absolutamente ilegal" porque "liquidaría" la Constitución, que otorga la "soberanía nacional" al pueblo español.

Según Rajoy, "es imposible encontrar a un presidente de gobierno en el mundo que esté dispuesto a aceptar que su país se rompa". "A mí nadie me ha elegido presidente del Gobierno para eso y yo, francamente, no podría hacerlo de ninguna de las maneras, sería para mí una losa que quedaría en mi cabeza el resto de mis días", sostuvo.

Para subrayar que procesos como el Brexit o "la ruptura de algún país de la UE irían contra el signo de los tiempos", aportó una reflexión personal: "Es posible que dentro de muchísimos años el mundo sea un país".