La solidaridad también funciona en los partidos políticos. Las campañas electorales se nutren, en gran medida, de ciudadanos que ofrecen su tiempo a cambio de nada. Ensobrar papeletas, repartir folletos, pegar carteles o difundir mensajes en redes sociales son algunos de los trabajos que se ofrecen y, como contrapartida, se puede vivir la política desde dentro durante quince días. Hay muchos voluntarios que repiten, incluso que llevan mas campañas a sus espaldas que muchos candidatos, y otros que se estrenan, que prueban, y que aseguran que repetirán.

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La ilusión de ser partícipe de una victoria electoral, del crecimiento en número de votos o de que entre un concejal en la corporación son algunas de las motivaciones, pero, al margen de personas concretas, a estos trabajadores les mueve la ideología del partido. Quieren que las ideas que comparten con la formación se conozcan y saben que, para ello, aunque los medios de comunicación se prestan, el boca-oreja es fundamental. Todos coinciden en que les gusta el contacto con la gente, poder escucharles y, sobre todo, poder ayudarles. Una tarea inicial, la pequeña charla en la calle con un panfleto en la calle, que se puede convertir en un voto más en las urnas el próximo día 26.

Los candidatos hablan en los mítines, hacen entrevistas, salen en carteles y fotografías, pero, detrás, hay muchas personas que gestionan para que los aspirantes puedan centrarse en la campaña más dura mientras la logística recae sobre sus hombros. Muchas veces de manera literal.

Xulio, Beatriz, Inés, Francisco y Mónica tienen un gran equipo alrededor. Y algunos lo saben bien y agradecen la labor de los voluntarios cada vez que hablan en un acto de campaña. Saben que, sin no fuera por ellos, habría menos papeletas con sus nombres en las urnas.