En 1875 cuando el ferrocarril llegó a A Coruña los gallegos ya consumían conservas Albo. Esta empresa familiar creada por Carlos Albo Kay empezó a producir de forma artesanal en 1869 en su primera fábrica en Santoña. Ya han pasado150 años pero conserva su tradición y una imagen reconocida en el mercado por primar siempre la calidad del producto.

A principios del siglo XX llegó a tener11 factorías en el Atlántico y el Cantábrico, una en A Coruña donde se envasaban sardinas. Desde ese lugar fue testigo de cómo la ciudad coruñesa se convirtió en capital de la vanguardia arquitectónica gallega con la construcción de un ensanche con edificios modernistas.

En los años 30 Albo se transformó en sociedad anónima y trabajaba en un macrocomplejo productivo en Vigo. La conservera crecía al mismo tiempo que lo hizo la ciudad. Con Alfonso Molina en la Alcaldía, A Coruña vio desde 1947 nacer la avenida que hoy lleva su nombre y las principales vías que comunican la urbe. Además se iniciaba la Ciudad Escolar. Albo también fue testigo en los 60 del inicio de las obras del aeropuerto de Alvedro. Mientras, en la conservera las nuevas tecnologías permitieron reorganizar la producción, reduciendo el número de fábricas. La empresa se mantuvo en su primer siglo de vida siempre entre los diez primeros fabricantes españoles. Su expansión continuó en los siguientes 50 años. En la actualidad elaboran hasta un centenar de referencias (bonito, atún claro, sardina y sardinilla, anchoa, caballa, pulpo, calamar, mejillón zamburiña...). Todos los productos cumplen exigentes controles de calidad que permitieron a la empresa obtener certificaciones. La alta calidad de sus conservas también se debe al uso de las mejores materias primas. En este último medio siglo en el que continuó el crecimiento de Albo se produjo la expansión urbanística en A Coruña. En ese periodo se creó su paseo marítimo, sus tres museos científicos, el Palacio de la Ópera, el Coliseum, o el entorno de la Torre de Hércules. El faro romano es desde hace una década Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

El sueño de Hijos de Carlos Albo de llevar los mejores productos del mar a la mesa se conserva 150 años después y la compañía quiere que la marca multiplique su producción. Para ello necesitan nuevas instalaciones, y en esa estrategia se enmarca una macroplanta en Galicia de 70.000 metros cuadrados en la Plataforma Logística de Salvaterra-As Neves (Plisan). La conservera cerró 2018 por encima de los 92 millones de negocio y cuenta con 240 trabajadores.