En la presentación del programa electoral el 4 de mayo, el candidato de Marea Atlántica, Xulio Ferreiro, admitía, con la voz quebrada por la emoción, que el mandato había estado lleno de "primeras veces". Con solo un lustro de vida y tras entrar con fuerza en María Pita en 2015, la formación afronta ahora una necesaria reconstrucción tras el varapalo de perder 11.552 votantes y cuatro concejales. "Es la primera vez que nos presentamos a las elecciones, pero llevamos haciendo política en la calle muchos años", exclamaba el profesor universitario en marzo de 2015. Tras cuatro años de gobierno, toca otra primera vez: la de la derrota.

Ferreiro advertía la noche del domingo que a lo largo de esta semana toca analizar "con calma" los resultados y tomar nota. Él mismo fue el primero en hacer autocrítica. "Asumo la responsabilidad de los resultados y lamento la decepción", reconocía, apenado, frente a decenas de militantes llorosos. Y es que lo que nació como un espacio abierto, amplio y acogedor se convirtió en solo cuatro años en un proyecto centrado en quien ha sido alcalde cuatro años como llave para el triunfo. Y no funcionó. Con el futuro de Ferreiro en el aire, Marea Atlántica debe hacer frente a su redefinición.

Origen

En verano de 2014 comenzaba a configurarse Marea Atlántica con la mente puesta en las elecciones de 2015. Un proceso que también se daba en otros municipios pero que en A Coruña parecía hacerlo de manera más equilibrada entre fuerzas políticas por la fuerte presencia y esencia de un núcleo duro de aspirantes sin vinculación partidista. El manifiesto que daba arranque al camino que acabaría en María Pita aglutinaba más de 3.400 firmas y, tras las votaciones de primarias, quedaba claro que los simpatizantes preferían un grupo sin filiaciones. Casi la mitad de los puestos de la lista las ocupaban los integrantes de la candidatura Ciudadanía en Común mientras el 55% correspondía a distintos partidos políticos, entre los que se contaba Esquerda Unida, Podemos, Anova o Equo. "Formamos una candidatura fuerte, plural y regeneradora, dispuesta para gobernar", afirmaba Ferreiro.

Tras cuatro años y con una imagen institucional forjada a base de sosiego, firmeza y cercanía, ha sido el alcalde el protagonista absoluto de la campaña electoral de este año. En el propio cartel, en la página web, en todo lo que hiciera referencia a la candidatura de Marea Atlántica, la palabra "Xulio" era la clave. Una clave que, al final, no funcionó para revalidar el Gobierno local.

La Rede decide el voto

A falta de despejar dudas sobre el futuro de Ferreiro y de reflexionar sobre su camino como formación política, Marea Atlántica arrancará en breve conversaciones con el PSOE y se abren distintas opciones de acuerdo entre ambas fuerzas. Todas pasan, según su código interno, por la Rede „la asamblea general de la formación„, que debe dar su visto bueno tanto a la propia negociación, a un posible acuerdo y a unas condiciones específicas sobre el mismo. La reunión de las bases también tiene potestad para elegir a las personas que negociarán con los socialistas.

El documento que rige el funcionamiento de la formación explica que tanto integrar en el Gobierno local ediles de otras formaciones como integrar a los de Marea en un Ejecutivo de otro color "será responsabilidad de una comisión designada por la Rede". Se trataría de un número impar de personas entre las que estarían concejales electos y otras, "en número no superior", de las bases. Los criterios de elección serían, añade el documento, "paridad, talante conciliador y representación de la diversidad y la pluralidad de Marea Atlántica". El documento final que saliera de esta negociación también deberán ser aprobados por la asamblea.

En caso de que la negociación no implicara un bipartito o tripartito, habría una convocatoria de Rede ya que, confirman fuentes internas de la formación, antes de la investidura, el 15 de junio, se tiene que decidir el sentido del voto.

En Marea Atlántica, según fuentes consultadas por esta redacción, conviven dos corrientes sobre cómo articular la nueva relación con los socialistas: los que apostaban por buscar la máxima confrontación con el PSOE, devolviendo las traiciones que denunciaron durante el mandato, y los que apuestan por buscar acuerdos que faciliten un gobierno de progreso como mal menor en la derrota.