Una parte del pastel institucional de las elecciones locales se jugó también en las diputaciones. En la madrugada de ayer, los partidos todavía hacían cábalas sobre el reparto de los diputados por partidos judiciales y hacían pronósticos que coincidían en situar al PSOE al frente del poder provincial en A Coruña, Lugo y Pontevedra, al igual que en los últimos cuatro años, y en situar la gran incógnita sobre Ourense, donde su actual presidente, el popular Manuel Baltar, compareció a medianoche abriendo la puerta a una posible derrota inédita.

Al cierre de esta edición y a la espera de los datos oficiales, el alcalde de As Pontes, Valentín González Formoso, es el mejor situado para repetir al frente de la Diputación de A Coruña. La institución coruñesa es la que más escaños reparte. En 2015, el PP, en aquel momento con Diego Calvo al frente, cedió el poder al PSOE. Sus 13 diputados no fueron suficientes frente a los ocho socialistas, los cinco obtenidos por el BNG, y la suma formada por los tres asientos de Marea Atlántica y el diputado de Compostela Aberta. Hace cuatro años, Alternativa dos Veciños también consiguió representación.

En la actualidad, la victoria de Inés Rey en A Coruña y de Sánchez Bugallo en Santiago, sumada a la mejoría en Ferrol con Ángel Mato y al descalabro de las mareas en las tres ciudades atlánticas hace que las cábalas de PP y PSOE den por segura la reedición de un ejecutivo con Formoso. En toda la provincia, la diferencia entre ambos es de 25.000 votos.

Un balance similar se produciría en el organismo provincial de Pontevedra, donde los socialistas seguirían controlando el gobierno provincial, con Carmela Silva al frente. El resultado histórico de Caballero en Vigo „que ya fue determinante para arrebatar a Louzán la diputación en 2015„ y el descenso de 40.000 votos del PP en el cómputo total de la provincia conceden buena parte de las papeletas para la continuidad de Silva. Fuentes tanto del PP como del PSOE daban por hecha esa posibilidad, a falta de cifras detalladas. Hace cuatro años, los populares se alzaron con un triunfo insuficiente de 12 escaños, sobre los 10 del PSOE, los del BNG y el diputado logrado entonces por las mareas.

Mientras, en Lugo, el color del ente también se inclina hacia el rojo. Los vaticinios que se manejaban ayer apuntaban a que la corporación provincial mantendría el mismo reparto que en la pasada legislatura. Así, el PSOE se llevaría 12 diputados, por los 10 del PP, y los dos del BNG. En el partido judicial de Lugo, el más numeroso, el resultado concedería seis a los socialistas, cuatro a los populares. Los dos escaños nacionalistas procederían del entorno de la ciudad.

La gran incógnita, no obstante, es Ourense. Feudo histórico del PP gallego y uno de sus principales graneros de votos en todas las convocatorias electorales, fue el propio Manuel Baltar, actual presidente, quien otorgó papeletas a una derrota llegada desde el partido de Xinzo y de la capital. "El reparto está entre tener uno más y bajar en Ourense, Estamos luchando con el PSOE para tener nosotros siete". Al cierre de esta edición, el escrutinio todavía no se había finalizado en la circunscripción ourensana. La batalla, en definitiva, dilucida si Baltar logra sellar los 13 diputados que le mantendrían con mayoría frente a PSdeG, Democracia Ourensana y el BNG, o si por el contrario, una posible entrada de Ciudadanos en la corporación podría darle posibilidades, como no se atrevían a descartar en el PP.