Las etapas más duras de la travesía del desierto sufrida por el BNG desde el divorcio interno de la asamblea de Amio en 2012 han pasado y la formación afronta l nuevos tiempos de recuperación electoral con júbilo tras recuperar presencia en el Congreso, del que había quedado fuera desde 2015 tras casi dos décadas ininterrumpidas con hasta tres representantes. Sin embargo, todavía le resta terreno por recuperar para revivir sus mejores días.

Las encuestas y los primeros datos del recuento en la noche del domingo apuntaban a un duelo del Bloque con Vox por el último escaño en liza de A Coruña, una circunstancia inédita por el peso de una y otra formación en la política autonómica. Actor fundamental, la primera; desconocida, la segunda.

Finalmente, el Bloque superó en casi 8.000 votos a la ultraderecha y Néstor Rego llevará la voz del nacionalismo gallego a Madrid. El crecimiento de su formación fue de 2,39 puntos, pasando del 5,7% de votos en abril al 8,1% el 10-N.

El Bloque ganó 25.164 votos respecto a abril, aprovechándose no solo de la tendencia positiva de abril, cuando casi doblaron sus apoyos, sino también del hecho de ser la única formación nacionalista que concurría a los comicios, tras la negativa a participar de nuevo de Anova, incapaz de sellar un pacto con sus hasta entonces socios de Podemos y Esquerda Unida, y la renuncia de En Marea, que el 28-A no alcanzó siquiera los 18.000 apoyos, apenas un puñado más que los animalistas de Pacma.

Los restantes 8.000 sufragios ganados por la organización liderada por Ana Pontón previsiblemente procederían de decepcionados del PSOE y, sobre todo, del sector nacionalista que se había aliado con Unidas Podemos en anteriores citas, procedentes muchos de ellos de la escisión del BNG en 2012 comandada por el histórico Xosé Manuel Beiras.

El júbilo de un Bloque que atravesó una crisis de siete años que lo obligó a despedir trabajadores y adoptar un modo supervivencia es comprensible tras afrontar las autonómicas de 2016 con el pavor de no resistir el auge de En Marea y perder incluso el grupo propio en el Parlamento gallego. Entonces apenas perdió un diputado y se quedó con seis, lo que celebró como una victoria pese a caer al 8,3% de votos en una caída al vacío -25% en 1997, 23% en 2001, 19% en 2005, 16% en 2009 y 10% en 2012- que el 10-N parece dar por terminada.

Sin embargo, al BNG le queda terreno por recuperar. Entre 1996 y 2011 se celebraron cinco elecciones generales y el frentismo consiguió dos representantes en cuatro de ellas y tres en la del año 2000. De media, obtuvo el 13,2% de votos en la comunidad, cinco puntos más que el 8,1% logrado el pasado domingo. En 2015 se desplomó al 4,3% (70.464 votos)..

De 1996 a 2015

En sus casi dos décadas gloriosas, el Bloque promedió 226.000 papeletas en unas generales, horizonte lejano de momento de los 120.000 recibidos el domingo. La recuperación, por tanto, es suficiente para retornar al Congreso en un momento clave del debate territorial para resolver el conflicto catalán y multiplica por más de tres el desastre de 45.252 papeletas de 2016.