En el reciente debate electoral pudimos todos escuchar al representante de Vox decir que había que negarle el acceso a la sanidad a los inmigrantes ilegales. Confieso que cuando oí semejante barbaridad me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo. Esto es de una crueldad de tal calibre que cualquier espíritu sensible tiene que denunciar en voz alta y clara que estas actitudes no caben en las sociedades civilizadas. Sorprende además escucharlo de la boca de personajes que pretenden defender la cultura cristiana subyacente en Europa. Los sentimientos humanitarios no son de izquierdas ni de derechas, son simplemente de la gente decente. Nadie niega que el proceso de inmigración tiene que ser algo regulado, pero tampoco nadie puede negar que la mejor manera de resolver los problemas migratorios es mediante el apoyo decidido de los países ricos a los países pobres parar lograr un desarrollo más justo y un reparto más equitativo de los recursos del mundo. La justicia social no es algo de las izquierdas, es de todo el mundo y especialmente de los que basan sus normas éticas en la cultura cristiana. No soy yo una persona muy religiosa y como le digo con frecuencia a mi respetado amigo el obispo D. Luis yo pertenezco a ese grupo que probablemente solo irá al cielo de rebote, pero siempre he defendido que pocos textos contienen un código ético más completo y equilibrado que el Evangelio. Pues bien, a esos que se dicen cristianos y dicen que hay que dejar tirados a los inmigrantes sin papeles negándoles la asistencia sanitaria, les invito a una detallada lectura del Evangelio de San Lucas y en concreto la parábola del buen samaritano (10, 29 en adelante). Cuando le preguntan a Jesús quién es el prójimo, éste le contesta con la parábola de un hombre que es asaltado, robado y herido por unos ladrones y abandonado a su suerte; pasan por su lado un sacerdote y un levita y no le prestan ayuda y pasa un samaritano, es decir un ajeno a Judea, un extranjero, quien no solo le ayuda y lo cura sino que le paga la estancia en una pensión para que se restablezca completamente y todo a costa del samaritano. Jesús pregunta entonces que quién entendía que era de los tres el verdadero el prójimo, a lo que le respondió el que le había preguntado que sin duda lo era el samaritano. Pero lo importante es lo que Jesús le indica: "Pues ve tú y haz lo mismo". Y eso es lo que hay que hacer también en la asistencia sanitaria y seguir el mandato de Jesucristo y asistir sanitariamente a todos aunque sea a nuestra costa; este es el verdadero mensaje del Evangelio. Esperemos que los levitas que pretenden negar esta asistencia que reflexionen y no digan tamañas crueldades y barbaridades impropias de la ética judeocristiana y de las democracias occidentales: en la democracias no cabe el corazón de piedra de estos bárbaros y dejar tirados a nuestros hermanos aunque sean ilegales.