El bipartidismo se relamía con el sueño de aprovechar el desplome que las encuestas vaticinaban para Ciudadanos, cuyo batacazo se confirmó el domingo provocando incluso la dimisión de su líder, Albert Rivera. Sin embargo, en Galicia fue la abstención el principal beneficiado de la pérdida de 120.000 votos sufrida por la formación naranja, que le costó los dos diputados por la comunidad que había conseguido el pasado mes de abril. PP y Vox pescaron el 38% de esos votantes, pero los socialistas fracasaron en su estrategia de capitalizar su giro discursivo al centro político, pues no cazaron ni una papeleta. Porcentualmente, cayeron 0,8 puntos, si bien se dejaron casi 68.000 apoyos. No solo no convencieron a decepcionados con Rivera, sino que no motivaron a los suyos para retornar a las urnas.

El fracaso de Ciudadanos constituye, sin duda, uno de los titulares evidentes de la jornada electoral del domingo. A nivel estatal, pasaron de 57 diputados en el Congreso a 10 en menos de siete meses. En Galicia, no solo perdieron sus representantes por Pontevedra y A Coruña, sino que se quedaron lejos de mantener ambas.

El 10-N dejó a Ciudadanos con un 6,86% menos de apoyos electorales respecto al 28-A: del 11,18% al 4,32%. De 184.045 papeletas cayó a 63.571. A nivel cualitativo se diluyó su aspiración a conseguir un hueco en la escena política gallega que le permitiese afrontar el año que resta antes de los comicios autonómicos con unos resultados que avalasen sus opciones de sentar a algún diputado en O Hórreo tras la irrelevancia padecida en 2016. Entonces, sumó apenas 48.103 votos, el 3,38%, lejos del 5% mínimo exigido para sentarse en el hemiciclo gallego tras el endurecimiento de requisitos impuesto por el PP de Manuel Fraga en 1992.

Como un espejismo en el desierto, a Ciudadanos se le diluye el gran resultado del pasado 28-A y pasa a ser la sexta fuerza en la comunidad en medio de una crisis total a nivel estatal y la pérdida de su fundador y líder.

El centroderecha del PP y la ultraderecha de Vox fueron los beneficiados del pinchazo naranja, pero solo se repartieron el 38% de sus 120.000 votos perdidos.

El líder de los populares gallegos, Alberto Núñez Feijóo, insistió en campaña en aglutinar los apoyos de quienes quería relevar al socialista Pedro Sánchez como presidente del Gobierno en torno a su partido, alertando del beneficio para el PSOE de la fragmentación de la derecha. Su organización recuperó el puesto de lista más votada en Galicia perdido por primera vez en abril en beneficio de los socialistas, pero ambos se encuentran en un empate técnico.

El PP creció 18.741 votos el domingo, solo el 15,5% de la caída de Ciudadanos. Fue Vox el gran beneficiado con un incremento de 2,5 puntos, si bien sus 114.834 apoyos no se tradujeron en representación parlamentaria.

El desplome naranja y la resistencia de Galicia a Vox tornan quimera la posibilidad de que el PP pueda tener un socio para retener la Xunta en caso de perder la mayoría absoluta en las autonómicas.