OPINIÓN

La letra pequeña del 28-M en A Coruña

Inés Rey, con los brazos abiertos, aplaudida por futuros concejales en la Casa del Pueblo. |   // VÍCTOR ECHAVE

Inés Rey, con los brazos abiertos, aplaudida por futuros concejales en la Casa del Pueblo. | // VÍCTOR ECHAVE / R. D. Rodríguez

Marcos Mosquera

Marcos Mosquera

Las elecciones municipales del 28 de mayo se han construido en A Coruña a partir de una victoria agria, una derrota dulce, un ascenso previsible, una hecatombe peor de lo predecible y una debacle esperada. El mandato 2023-2027, con el resultado de las urnas, evocará al de 2007-2011, con un acuerdo entre PSOE y BNG, del que ahora queda por dilucidar si los nacionalistas entrarán en el Gobierno de Inés Rey, y con el Partido Popular en solitario en la oposición. Enterradas quedan Marea Atlántica, su escisión de Por Coruña y Ciudadanos. El tablero vuelve a la casilla de hace ocho años, con solo tres fuerzas en la Corporación municipal.

Al PP, en la práctica, no le ha servido de mucho obtener su segundo mejor resultado en unas municipales en A Coruña. Sin patas en las que apoyarse en la Corporación, con Vox y Ciudadanos fuera, los 42.181 votos obtenidos por Miguel Lorenzo, solo superados por Carlos Negreira en 2011, apenas le llegan para liderar la oposición frente a, según Lorenzo, un “gobierno de perdedores”, a buen seguro su mantra para los próximos cuatro años. El PP gana las elecciones con claridad en A Coruña, con 4.200 votos más que en 2019 y 6.000 por encima del PSOE, y mira con optimismo 2027, aunque cuatro años sean muchos en política. Su baza, que Carlos Negreira dio el salto a la mayoría absoluta desde diez concejales en la oposición.

La felicidad desbordante del PSOE y su candidata, Inés Rey, surge de su crecimiento en concejales respecto a 2019, de nueve a once, y de que el apoyo del BNG le garantiza la Alcaldía otros cuatro años. Su derrota ante el PP se convierte en victoria en el pleno porque retiene el Gobierno de A Coruña, algo de lo que no pueden presumir otros líderes locales socialistas en España, Pero el PSOE coruñés cae en votos, 1.340 menos que hace cuatro años. Del empate técnico con el PP, del que solo le separaron 410 sufragios en 2019, empeora hasta distanciarse en 6.000. Solo la mayor abstención le permite compensar la pérdida de votos y ganar concejales. El domingo, votaron 10.141 coruñeses menos que en 2019. Esa abstención abarató los sufragios necesarios para obtener edil y fraguó el crecimiento socialista.

El PSOE no logró captar, al menos de forma significativa, el descalabro de Marea Atlántica y de Por Coruña, la marca con la que Unidas Podemos concurrió a las urnas tras escindirse de la primera. La división pasó tal factura a este espacio de la izquierda que el electorado lo deja fuera de María Pita y le obliga a reconfigurarse. El escrutinio barrió del mapa político de la Corporación a Marea Atlántica, que preveía una caída, pero no su salida de la Corporación. De los 25.290 votos de 2019, cuando cayó de diez a seis ediles, la formación que gobernó A Coruña se desploma a 5.627, por debajo del umbral del 5% (4,87%) necesario para obtener representación. En 2003, Francisco Vázquez salvó la mayoría absoluta por menos de 200 votos. El domingo, Marea perdió su representación en el Ayuntamiento por 144 votos, calculados sobre los realmente emitidos y a falta del escrutinio del censo de residentes permanentes en el extranjero (CERA). 144 votos que marcan la diferencia entre la irrelevancia política y el acta de concejal. Peor le fue a Por Coruña, con apenas 4.804 sufragios, el 4,16% del total. Juntos, Marea y Por Coruña habrían obtenido dos concejales, aunque no es arriesgado sostener que, bajo el paraguas de una única marca electoral, habrían convencido a parte de los votantes que el domingo decidieron quedarse en casa.

Marea Atlántica se nutrió en su mejor momento de parte del electorado del BNG. Los nacionalistas sustentan su subida en estas elecciones, en parte, en la recuperación de aquellos votos perdidos. De 8.950 apoyos en las urnas crece a 15.754, duplica sus concejales —de dos a cuatro— y dispone de argumentos de sobra para reclamar, si así lo decide, su entrada en el Gobierno local de Inés Rey. En 2019, sin ser imprescindible, apoyó la designación de la socialista como alcaldesa y firmó un pacto de investidura con diferentes acuerdos que el Gobierno del PSOE incumplió en los cuatro años siguientes. El líder nacionalista en María Pita, Francisco Jorquera, prometió la noche del domingo “responsabilidad” para garantizar la gobernabilidad del Ayuntamiento, esto es, para la investidura de Rey, pero no a cualquier precio, y advirtió de que formulará “máxima exigencia” para ello. Quedan días de negociaciones entre socialistas y nacionalistas, pero no es descabellado pensar en un gobierno de coalición. Influirá también el tablero gallego. No solo A Coruña está en juego, sino otras Alcaldías. Un desencuentro en la ciudad, por su peso y valor político, enturbiaría las conversaciones de PSdeG y BNG en otros concellos.

La debacle esperada de Ciudadanos se confirmó. De 7.245 votos y un edil en 2019 a 477 sufragios. Casi sin estructura en la ciudad, y con una marca residual en Galicia y en declive en España, la aventura naranja terminó en A Coruña.