Las urbes en realidad nunca duermen, pero sí descansan. Tienen vida y movimiento a cualquier hora del día y la noche. Transitan las horas acompasadas con los quehaceres de los humanos que las habitamos. Y nosotros, a lo largo de las jornadas y de los meses, variamos el vigor con el que afrontamos nuestras actividades, modificamos rutinas, y por lo tanto, cambiamos nuestras necesidades.  

La iluminación desarrolla un papel fundamental a la hora de acompañar en su armonía vital a las personas. Nuestro reloj biológico determina los ritmos circadianos y tiene que ver con los cambios que un individuo registra en su ciclo diario en aspectos físicos, conductuales o mentales. Se relaciona directamente con el color y la intensidad de la luz: la luz incide en nuestro bienestar.

La intensidad lumínica que necesitamos para hacer diferentes tareas a lo largo de la jornada, incluso la que nos predispone para afrontarlas con mayor actitud, es proporcional al grado de actividad. En la actualidad, los sistemas de control del flujo lumínico son capaces de modificarse en función de las necesidades del momento, así permiten un uso eficiente del alumbrado.

Iluminación inteligente además de eficientes

Los nuevos diseños de iluminación pública lo tienen presente y buscan no solo un ahorro de consumos, sino también una luz inteligente que acompañe a los habitantes de las ciudades y villas en su tránsito diario. 

Cada espacio y cada hora de la noche tienen necesidades lumínicas diferentes. En SETGA, una compañía gallega de ámbito internacional con sede en Pontevedra, han desarrollado una tecnología que denominan Circadionic y que, justamente, permite esa regulación de la luz en intensidad y color. 

Cada vez cobran más fuerza conceptos como la iluminación integradora. En esta nueva idea de la iluminación, el ser humano es el epicentro. Se ha constatado científicamente que la temperatura de color y los niveles de luz influyen en el estado de ánimo, rendimiento y salud de las personas. Por eso la evolución del diseño lumínico de nuestras ciudades ha derivado a tener presente estas cuestiones tan ligadas al concepto Smart City

Estamos en una época con una nueva cultura de la luz en la que se valora una iluminación más calmada, confortable y eficaz, que nos permita gozar en cada momento de la noche en toda su extensión. Los espacios públicos han de estar iluminados inteligentemente.

Más allá de la vinculación entre salud e iluminación, tecnologías como Circadionic colaboran en el ahorro de consumos y en el cuidado del planeta. Hace ya tiempo que se ha desechado la idea de que la eficiencia energética consiste simplemente en utilizar lámparas de bajo consumo. Efectivamente la eficiencia energética tiene que ver con reducir gastos energéticos y en eso, tecnologías más eficientes como la LED tienen mucho que aportar. Pero el concepto de eficiencia va más allá. Hoy en día, no basta simplemente con colocar farolas cada ciertos metros que expandan su chorro de luz a un espacio equis metros cuadrados sin más criterio. Es un concepto del pasado. La evolución nos ha llevado a que, en nuestro tiempo, poder regular la intensidad y temperatura de color de la iluminación que se aplica a un espacio en las diferentes horas del día y la noche supone un uso inteligente de los recursos.  

Iluminar lo necesario

En nuestro país anochece en invierno sobre las seis de la tarde, pero a esa hora sigue siendo muy alta la actividad social, comercial y de ocio del espacio público. Las personas acuden a diferentes lugares al salir del trabajo o de sus lugares de estudio, van de compras… En ese momento, sería muy importante que la temperatura de color de la luz de día que va desapareciendo, con temperaturas de color 5000-4000ºK, coincidiese con la del alumbrado público que acaba de encenderse, lo que se denomina luz blanca. Eso nos mantendría activos debido a la componente azul de la luz. Pero, cuando avanza la jornada y volvemos a casa, la temperatura de color debería aportarnos un entorno más calmado con luz cálida, entre los 3000 y 2200 kelvin. Ese tránsito hacia la noche se puede graduar a través de tecnologías como Circadionic respetando así el ritmo circadiano humano.

Importa cómo iluminamos. Hacia dónde dirigimos ese haz lumínico, cómo lo definimos en cuanto a su intensidad y qué tipo de luz emite con respecto a parámetros como la temperatura de color. Atrás se han quedado concepciones obsoletas de chorros de luz alumbrando a doquier. 

Las luminarias de exteriores deben iluminar el espacio concreto que se pretende y no otro. Un exceso de luz está considerado un gasto innecesario de energía y puede incluso derivar en contaminación lumínica. Evitar, por ejemplo, la llamada luz intrusa es una de las peticiones en las que se incide en los nuevos diseños de iluminación urbana. En ese sentido, el flujo de luz puede y tiene que estar controlado iluminando los planos previstos en el proyecto y no otros. El diseño lumínico de una ciudad es una decisión que afectará al día a día de sus vecinos durante años, por lo que debe estudiarse a fondo y en manos de auténticos profesionales.

Por mucho que vivamos en un mundo globalizado, cada ciudad tiene una personalidad propia que también está presente en cuestiones como el uso de los espacios e incluso en el mobiliario urbano. En ese sentido, las farolas, balizas y otros elementos de iluminación de espacios públicos mantienen viva la personalidad e idiosincrasia de una ciudad. Por eso, el diseño de iluminación de una ciudad no es igual al de otra. Lo que sí es común en todas es la importancia de la calidad y dinamismo de la luz en nuestro ritmo vital, en saber regularla cuando la ciudad esta activa y también cuando descansa. 

Para saber más: https://setga.es/circadionic/