"Una etapa maravillosa", así resume Manuel Ríos Manolete (A Coruña, 1945) los años 60 del Deportivo. No piensa en divisiones, ni en derrotas o victorias, tan solo en el buen ambiente que se respiraba en el vestuario y en la ilusión de vestir la camiseta de su ciudad. Eso es con lo que él se queda. Diez años se tiñó de blanquiazul desde el campo, diez años en los que se formó como jugador y persona.

Recuerda que aquel Dépor "tenía un nivel muy alto", había conseguido hacerse un hueco en el fútbol español. "Estábamos entre Primera y Segunda pero siempre intentábamos luchar", explica. Esa forma de pelear llevó al conjunto coruñés a lo más alto, algo que disfrutaron tanto jugadores como aficionados. "Fue una etapa muy bonita de mi vida", confiesa Manolete, que empezó a jugar con el primer equipo cuando tenía 19 años.

Consiguió ser internacional en el 68, un hito inolvidable en su vida. Asegura que ese premio llegó gracias al esfuerzo empleado en el Deportivo. "Fue un honor para mí, había hecho una temporada muy buena y me llamaron para la selección", recuerda. Aunque si con algo se queda de aquella temporada, fue que su equipo consiguió mantenerse en Primera División. "Logramos jugar dos años seguidos en la máxima categoría", dice aún orgulloso.

El equipo ascensor parecía estabilizarse. Aunque poco duró. En el 64, en el 66 y en el 69, Manolete y los suyos lloraron en Segunda. Un golpe duro. Pero el centrocampista herculino prefiere sacar el lado positivo. Quizá el paso de los años le ayuda a ver la luz entre tanta sombra. "Ascendimos tres veces. El Deportivo siempre tuvo una línea muy positiva. El equipo tenía una gran plantilla y a nivel nacional era muy reconocido y respetado". Ese respeto se lo ganaron en el campo.

El sueño de Primera se cumplió. Pero también las pesadillas. El Dépor de los 70 sufrió uno de los peores momentos de su historia. Se cayó y le costó volver a levantarse. En 1974, se hundió en una Tercera División de la que creyó no poder salir. Un equipo de elite rodeado de modestos. Sin lujos y con el único objetivo de volver a crecer. De, por lo menos, merodear por Segunda para ilusionarse con un ascenso que llegó mucho más tarde, ya en los 90.

Pero 20 años antes, la historia fue muy distinta. Los jugadores tuvieron que asumir el fracaso y pelear por darle a la afición una alegría. Dejó atrás el equipo ascensor de los 60 para quedarse parado en la tercera planta. Aunque los resultados no acompañasen, los integrantes de aquel Deportivo lo recuerdan con buen sabor de boca.

Es el caso de Luis García (Viveiro, 1946). Un niño que hizo realidad su sueño de jugar de blanquiazul. "Entonces todo el mundo quería jugar en el Deportivo, lógicamente. Fui uno de los afortunados", reconoce con orgullo. En el 65, se unió a las filas del Fabril y poco y poco después dio el salto al primer equipo. "Empecé a jugar en el Liceo de Monelos y llegué al Deportivo. Eso significa algo", comenta entusiasmado.

Luis posa en Riazor antes de un partido. | APD

Por ese motivo, por ser coruñés, le dolían aún más las derrotas y, sobre todo, los descensos. "Cuando se ganaba muy bien, muy contento, pero cuando descendías tenías que esconderte, no querías que te vieran", comenta como anécdota.

A pesar de las alegrías y tristezas con la elástica y las botas, Luis recuerda además la buena atmósfera entre compañeros. "Hubo una temporada que éramos 18 gallegos de 25 de plantilla. Eso significa mucho", finaliza.

La magia de Arsenio hechizó a Manolete y Luis García

Si Manolete y Luis García tienen que elegir a un entrenador que les marcó, ese es Arsenio Iglesias. No tienen duda. Ambos confiesan que la magia del técnico coruñés les hizo crecer no solo en el campo sino también como personas.

"Me sacó mucho rendimiento y me hizo internacional", recuerda Manuel, que cree que vestir la camiseta del combinado nacional también fue mérito del entrenador blanquiazul. "Yo lo jugaba todo a un nivel muy alto", añade.

También Luis García se puso a las órdenes de Arsenio. "Es del entrenador que más me acuerdo", señala convencido. Y eso que mientras que él estuvo en el Dépor, pasaron por el banquillo Roque Olsen, Enrique Orizaola, Pedro Eguilz, Carlos Torres y José A. Naya.

También Manolete fue entrenador por estos técnicos. Pero Arsenio dejó en él una marca muy importante. "Fue el entrenador que más me impactó y me entendió, que es muy importante", añade. Y es que hoy en día, según Manuel, parece que lo importante es "la preparación física" más que los sabios consejos del técnico.

"Con Arsenio ascendimos a Primera y nos mantuvimos dos años. Hacíamos un fútbol muy bueno y yo jugaba todos los partidos de la temporada, sobre 40", relata. Iglesias llegó en los 70 al club coruñés. Dirigió el Deportivo hasta el 73 y regresó más adelante para llevar al deportivismo a lo más alto.