La fiebre del ladrillo estaba en su apogeo a principios del 2000. Tras Os Rosales y Matogrande, llegará Novo Mesoiro, el barrio con más índice de natalidad pese a sus carencias en equipamiento escolar. La crisis y las irregularidades urbanísticas que desembocarán en una riada de sentencias condenatorias millonarias que afronta ahora el Ayuntamiento, dejan incompleto el polígono de Someso, donde solo se han construido 5 de las 19 torres programadas en 1999, dos de ellas de 32 pisos de altura, reservadas para una Caixa Galicia que no sobrevivió a la siguiente década.

Una ojeada a los índices históricos del Ministerio de Fomento da idea de cuál era el motor de la ciudad. Entre 2004 y 2005, el volumen económico movido por las transacciones de suelo urbano en A Coruña roza los 300 millones de euros, una cantidad que se desploma hasta unos escuálidos 12 millones en 2014. En los dos primeros trimestres de 2015 sigue en una tónica muy parecida, con 6 millones.

Con el estallido de la burbuja inmobiliaria y la consiguiente crisis financiera, grandes proyectos urbanísticos en marcha como el ofimático, San Pedro de Visma, San Roque de Afuera „donde llegó a plantearse edificar dos enormes torres que la oposición vecinal frenó porque su sombra tapaba el sol en Riazor„ y O Portiño, se ralentizan o paralizan.

La fiebre constructora en los nuevos polígonos residenciales corre en esos años pareja a la llegada de una oleada de grandes superficies comerciales, alguna de las cuales tuvo ya que cerrar: Dolce Vita, el centro de ocio del Puerto, Espacio Coruña y Marineda City. Un efecto colateral de esta política urbanística es la degradación del casco histórico en estos años pasados, que conlleva una oleada de cierres de comercios, y ofrece un desolado paisaje urbano de locales vacíos, especialmente en calles antaño pujantes como San Andrés y Real. El deterioro se frenará un poco en estos dos últimos años a costa de una importante bajada en los precios de los alquileres, que propician la instalación de nuevos negocios hosteleros.

Un fenómeno comercial ha venido a revertir sin embargo esa tendencia de deterioro en una zona específica del centro. El anuncio de la instalación de un gran complejo comercial de Inditex entre las calles Compostela y Sánchez Bregua ha convertido al entorno de la plaza de Lugo en la milla de oro inmobiliaria de la ciudad, como ocurrió en los años 80 con la instalación de El Corte Inglés en Cuatro Caminos.

Pese a que la multinacional textil coruñesa ya disponía de un buen número de establecimientos en la zona, la expectativa generada por lo que será su edificio emblemático ha elevado los precios de alquiler del suelo comercial hasta los 35 euros por metro cuadrado al mes.

La plaza de Lugo es hoy "la antigua calle Real" para Herminio Carballido, presidente del Colegio de Agentes de la Propiedad Inmobiliaria de A Coruña, ya que no hay un solo local vacío en la zona.

"Cada vez que un local queda vacío hay cinco o seis postulantes para alquilarlo", explica Carballido, para quien el origen de este fenómeno son los comercios de Inditex existentes en este entorno, que se acrecentó "desde que se conoció la noticia de que compraba los edificios para instalar sus tiendas".

Esta demanda no solo afecta a la plaza de Lugo, sino a todas las calles próximas, como Compostela, Ferrol, Teresa Herrera, Betanzos o Padre Feijóo, donde los locales comerciales han alcanzado unos precios "alarmantes".

La pujanza de esta parte de la ciudad contrasta con la situación del resto, ya que Carballido califica de "testimonial" la recuperación del mercado inmobiliario, tanto en viviendas como en locales comerciales. Solo las calles Real y San Andrés se han recuperado del declive sufrido hace unos años gracias a la reducción del precio de los alquileres, aunque el resto de zonas siguen padeciendo los efectos de la crisis, que motivó el cierre de numerosos establecimientos.

En el mercado de vivienda "solo hay un poco más de movimiento" que en la fase más aguda de la crisis, ya que la venta de pisos nuevos es inexistente. El único segmento en el que se aprecia actividad es la venta de viviendas de segunda mano, con precios de hasta 150.000 euros.

Debido a que la rentabilidad que ofrecen los bancos es muy baja, los inversores optan por adquirir pisos y obtener ingresos mediante alquileres, que generan unos beneficios más elevados. Otro segmento del mercado en el que existe movimiento son las viviendas rehabilitadas en la zona centro, donde el gran número de viviendas en clara degradación siguen siendo una asignatura pendiente en Pescadería y Ciudad Vieja.